Fue breve la alianza entre Elon Musk y Donald Trump. Falta ver si también será breve el desencuentro. En cuestión de días vimos subir el tono entre los dos magnates por el proyecto de presupuesto del presidente estadounidense. Y es que lo que para Trump es “un gran y hermoso proyecto de ley”, para Musk es “una abominación repugnante”.

La iniciativa incluye más exenciones tributarias y menos gasto social. Pero la polémica se centra en el déficit millonario que plantea. Según estimaciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso, incrementaría la deuda en 2.42 billones de dólares en una década. El proyecto de ley ya fue aprobado en la Cámara de Representantes el mes pasado por un margen estrecho. Ahora falta el Senado.

Donald Trump quiere que quede aprobada antes del 4 de julio. La idea es convertir la decisión en motivo de fiesta nacional. Sin embargo, en la Cámara Alta también es escasa la mayoría republicana, por lo que cada voto pesa.

Este fin de semana, el presidente estadounidense amenazó enfáticamente a Elon Musk. Le advirtió que habría “graves consecuencias” si apoya económicamente a los demócratas que voten en contra de su proyecto. Recalcó que su relación con el multimillonario ha terminado y agregó sin pudor que le cancelaría contratos. Así, ignorando la institucionalidad y olvidando el estado de derecho; reconociendo que hay acuerdos millonarios que se asignan por mero capricho. Hay dictadores en países sin la historia democrática de Estados Unidos que cuidan un poco más las formas.

Por su parte Musk había amenazado con retirar la cápsula espacial de Space X, que es clave para la operación de la Estación Espacial Internacional. Poco después se desdijo, pero dejó sembradas las dudas sobre su compromiso con la investigación tecnológica y la ciencia.

El caso Trump-Musk genera más consecuencias económicas que sociales, pero lamentablemente hay otros ejemplos de machos tóxicos cuyos confrontamientos derivan en muerte y destrucción. Por eso toca empujar los cambios culturales que permitan entender la “responsabilidad de ser hombres” desde una perspectiva más amplia, amorosa, empática y sostenible.

La idea del macho dominante no solo oprime a las mujeres; el hombre que queda obligado a ser siempre fuerte, valiente, exitoso, decidido y seguro, vive bajo una gran presión. El esconder su vulnerabilidad lastima su salud emocional.

Lo destructivos que pueden ser estos personajes invita a reflexionar sobre la urgencia de construir una nueva masculinidad. Seguir asociando virilidad con agresión, nos está llevando a una crisis que pone en riesgo incluso nuestra sobrevivencia como especie. Los depredadores que arrasan, destruyeron hace tiempo el equilibrio medioambiental. A este paso, o se extinguen los machos o nos extinguimos todos.

@PaolaRojas

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