“Tenía mi botella, me iba al rincón y a ver; a mí me encantaba bailar”, recuerda de sus veladas en el Baby’O, uno de los antros más conocidos de Acapulco en los últimos 50 años.

Ahí, afuera, Emmanuel bajaba a comer esquites; Ana Martín salía hasta las siete de la mañana y Luis Miguel no dejaba de ir cada que podía, que era muy seguido.

La discoteca abrió en 1976 y, durante las primeras semanas, nadie se paró en el lugar; solo se llenaba cuando había conciertos como el del grupo Tabares. Y cuando uno de los dueños quiso tirar la toalla, ante el nulo impacto, le dijo a Dios que ya había entendido la indirecta y que ese no era el camino.

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“Entonces comenzamos a regalar las botellas a quienes iban, al día siguiente fueron más y así”, recuerda Rafael Villafañe, fundador del emblemático lugar.

Esta y más historias se verán en La noche eterna del Baby’O, un documental dirigido por Emilio Maillé ya disponible a través de ViX, a través del que explora no solo la trayectoria de la icónica discoteca, también hace un paralelismo con la propia vida de Acapulco.

“No fui para nada cercano al Baby’O, no lo conocía, así que entré sin prejuicios, sabiendo que sí representaba muchas cosas, pero no cerrándonos solo a su historia”, explica Emilio.

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“Fuimos descubriendo cosas. Por ejemplo, Verónica Castro no es alguien a quien se le identifique con la discoteca, pero era alguien a quien le gustaba bailar e iba. No hay imágenes de ella, pero saber lo que hacía ya daba mucho”, apunta.

El Baby’O ha sobrevivido a todo: a un incendio, a los embates de la violencia en el destino turístico, a una pandemia de impacto global y a varias crisis económicas.

Entre los entrevistados se encuentran, además de Castro, Emmanuel y Martín, la escritora Guadalupe Loaeza y el cantante Manuel Mijares. El realizador buscó también contar con “El Sol”, pero no se logró.

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“El objetivo era contar la historia no sólo de la discoteca, sino la que tiene que ver con el puerto, que también es un reflejo de lo que ocurre en el país. Al final, es una visión subjetiva”, añade Maillé.

Lejos del amarillismo

El realizador indica que en su documental no se hace alusión a situaciones relacionadas con posturas políticas bajo ningún sentido.

“El objetivo era contar la historia no sólo de la discoteca, sino la que tiene que ver con el puerto, que también es un reflejo de lo que ocurre en el país.

“Al final es una visión subjetiva, quizá otro director se hubiera ido por otro camino: amarillismo o cosas oscura... El de nosotros era mostrar este, de la vida en él y el puerto. También quisimos explorar todo lo musical con la música disco, que es cuando nace el Baby’O”, detalla.

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El rodaje de La noche del Baby’O, a diferencia de otros documentales dirigidos también por Mallé, como Miradas múltiples (2012) y Poetas del cielo (2018) fue rápido. Se inició a finales del año pasado y casi un año después, menos de la mitad de lo requerido para filmaciones, llegará al público.

“Fue ir buscando cosas para ilustrar, como lo de Castro, que tomamos escenas de una película donde baila, para mostrarla; hay fotos (del ambiente)”, destaca Maillé.

Otros famosos que participan en La noche eterna del Baby’O dando su testimonio acerca de las noches y los amaneceres que han pasado al interior del antro son Jorge Van Rankin y Sofía Castro.

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