Algo debe estar pasando en los pueblos, ciudades grandes y medianas de nuestro país para que nuestra literatura negra se haya vuelto tan dura y un registro implacable de una realidad terrible que duele hasta los huesos. Tal es la certeza que crece en cada página de Dios no escucha el chillido de los cerdos, novela de Alfonso Orejel, publicada por el Instituto Sinaloense de Cultura y Nitro/Press en octubre de 2024 en México. En esta novela, el autor deja en claro cómo los intereses políticos siempre tendrán más peso que la impartición de justicia; y también que existen seres humanos que cultivan un prolijo rencor toda su vida. Sigan al detective Gunter y compartan sus dudas, tal vez podrían ayudar un poco.
Alfonso Orejel nació en 1961 en Los Mochis, Sinaloa, México. Es autor reconocido de literatura infantil y un experto en ideas de fomento a la lectura para maestros, niños y jóvenes. Excelente cuentacuentos. En esta novela exhibe un cuidado extremo en el desarrollo de los personajes y sobre todo en la forma en que trata cada delito. Va de menos a más en los casos que cuenta en esta obra. La mayoría de sus personajes son grotescos. Seres que nunca encontrarán su lugar en el mundo. Conozcan a Tadeo, un hombre fracasado como maestro, como vendedor, como hijo y en el amor. Es un perdulario con exceso de peso interesado en el porno con menores de edad. Su madre es una mujer dura que lo amenaza con desheredarlo por cualquier motivo, aunque carezca de importancia. En este grupo encontrarán al alcalde, a dos policías y algunos periodistas que les encantan los ambientes sucios. Ya lo verán.
La novela cuenta la historia de alguien que secuestra niñas menores de 10 años, las mantiene en cautiverio en una tétrica habitación, mientras sus padres sufren y la policía no tiene éxito. Luego las libera y, ¿qué creen que pasa con los padres? Alfonso Orejel teje una historia escalofriante donde la crueldad requiere su propio diccionario. No me atrevo a revelarlo, solo les digo que cada homicidio es un desafío para la idea que usted tenga de lo que somos los seres humanos. Cada secuestro, cada crimen abonan para mantener a la ciudad en vilo. Desde luego que la sociedad exige el fin de la violencia, pero todo permanece en el misterio. Orejel traslapa escenas oscuras y logra su objetivo, llevar a sus lectoras y lectores hasta el fondo de sí mismos, ese lugar en que, cuando hay delitos tan brutales, todos nos sentimos indefensos.
Conforme avanza la novela y la mano exterminadora actúa, aparecen frases al lado de los cadáveres que se usan para construir un perfil del victimario. La noche que liquida a un vendedor de carne de cerdo, la frase es “Dios no escucha el chillido de los cerdos”. Los policías llegan a la conclusión de que se trata de alguien culto y encuentran un culpable. El alcalde se luce en una rueda de prensa y los periodistas tienen la de ocho. La vida sigue y Gunter, abandonado por su mujer y su hijo, no sabe qué hacer con el drama que es su vida. No llora, no se emborracha, no lee y se siente el hombre más inútil del mundo. Cuando logra recuperar su instinto también consigue otra cosa, que ustedes descubrirán con gran placer. Quizá después de leer esta novela tenga usted una respuesta acerca de lo que pasa en pueblos, ciudades y autopistas de nuestro país. Quizá no le tiemble la voz para decir, ¡basta! Y recuperar la paz. Cuídense, ahora que las noches son más largas que los días.