Lo que parece un simple centro de rehabilitación para jóvenes rebeldes esconde prácticas extremas que llevan al límite las emociones de sus víctimas. Así es "Incontrolables", la serie canadiense que explora el terror moderno.

Cada vez son menos las historias que buscaban generar miedo a través de criaturas siniestras o el gore; ahora la tensión proviene del misterio y de las emociones extremas de los personajes, esas con las que el espectador puede empatizar.

Esta producción, de sólo ocho capítulos, aborda temas como la salud mental, la adolescencia, los cultos religiosos, las drogas y la tortura, integrando todos estos elementos en una historia que no solo asusta, sino que también provoca reflexión.

La trama sigue a Leila y Abbie, dos adolescentes rebeldes ingresadas en Tall Pines, un centro de rehabilitación para jóvenes con problemas de conducta. Al mismo tiempo, el policía Alex se muda al pueblo con su esposa embarazada y pronto comienza a sospechar de la directora del instituto, cuyo objetivo de “reformar” a los jóvenes le parece que esconde un propósito oscuro tras los muros.

A medida que avanza la historia, Alex descubre que ni el instituto ni el pueblo son lo que aparentan: forman parte de una organización que utiliza sustancias psicodélicas, persuasión y castigos extremos para someter a los adolescentes.

Más allá del juego psicológico, "Incontrolables" invita a reflexionar sobre la "problemática industria adolescente" en Norteamérica, instituciones que prometen encaminar a jóvenes rebeldes, pero que en muchos casos recurren a métodos abusivos, evidenciando los peligros de estas prácticas.

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