El descanso nocturno es crucial para el bienestar, pero no todos logran conciliar el sueño con facilidad. Un factor determinante para algunas personas es la sensibilidad a estímulos externos, como el ruido y la luz, que pueden dificultar el sueño. La ciencia ofrece varias explicaciones para este fenómeno.

La sensibilidad al ruido y la luz. Fuente: Freepik.
La sensibilidad al ruido y la luz. Fuente: Freepik.

Incluso durante el sueño, el cerebro se mantiene alerta, especialmente en las primeras fases del ciclo. Según la psicóloga del sueño Sarah Silverman, en esta etapa ligera del descanso, el cerebro sigue respondiendo a estímulos externos como medida de protección evolutiva. Este mecanismo, que fue vital para nuestros antepasados, permite que el cerebro reaccione ante sonidos o luces repentinas como si fueran señales de peligro, aunque no lo sean en la actualidad.

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Para algunas personas, la sensibilidad a estos estímulos puede ser más marcada debido a predisposiciones genéticas o altos niveles de ansiedad. Según la Clínica Cleveland, quienes padecen ansiedad tienden a estar más atentos a su entorno, incluso mientras duermen. Esto significa que un leve ruido o una tenue luz pueden interrumpir su sueño, activando mecanismos de alerta.

Los expertos también señalan que esta hipersensibilidad al entorno podría tener sus raíces en tiempos prehistóricos, cuando era necesario que algunos miembros de las tribus se mantuvieran alertas ante posibles amenazas nocturnas. Aunque las amenazas actuales han cambiado, el cerebro humano sigue funcionando de manera similar.

La sensibilidad al ruido y la luz. Fuente: Freepik.
La sensibilidad al ruido y la luz. Fuente: Freepik.

Estrategias para mejorar el sueño

Para aquellos que luchan contra estos estímulos, existen soluciones. Dispositivos como las máquinas de ruido blanco ayudan a enmascarar sonidos aleatorios, permitiendo un sueño más profundo. Además, expertos en sueño recomiendan no asociar una reacción emocional negativa a los ruidos o las luces, ya que esto solo refuerza la alerta cerebral. Técnicas de relajación y respiración profunda también pueden reducir la sensibilidad a estos factores, mejorando la calidad del sueño.

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Este , aunque común, subraya la importancia de entender cómo el cerebro humano responde a su entorno y cómo mitigar estos efectos para lograr un descanso adecuado.

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