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El tomate, esa humilde verdura que se encuentra en prácticamente todas las cocinas, tiene mucho más poder del que solemos imaginar. Además de su versatilidad culinaria, los tomates destacan por ser una fuente rica en antioxidantes, compuestos clave que ayudan a proteger nuestras células contra el daño oxidativo, lo que puede prevenir enfermedades crónicas, como el cáncer.
Uno de los antioxidantes más importantes presentes en el tomate es el licopeno, un compuesto que ha sido estudiado ampliamente por su capacidad para reducir el riesgo de cáncer, especialmente el de próstata, según un estudio publicado en Prostate Cancer Prostatic. El licopeno actúa protegiendo las células de mutaciones genéticas y promoviendo la muerte de las células dañadas. Curiosamente, este antioxidante es más fácil de absorber por el cuerpo cuando el tomate ha sido cocinado, lo que convierte a productos como la salsa de tomate en una fuente aún más poderosa de licopeno.
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Además de su impacto en la lucha contra el cáncer, los tomates también ofrecen beneficios significativos para la salud cardiovascular. Los estudios indican que una dieta rica en licopeno puede reducir el riesgo de enfermedades del corazón hasta en un 14%. Esto se debe a su capacidad para mejorar los niveles de lípidos en la sangre y disminuir la presión arterial, factores clave en la prevención de problemas cardíacos. Por si fuera poco, los tomates también aportan potasio, que ayuda a regular el ritmo cardíaco y a mantener una buena salud arterial.
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Otro aspecto relevante del tomate es su contribución a la digestión. Gracias a su equilibrio de fibras solubles e insolubles, esta verdura ayuda a prevenir el estreñimiento y a promover una microbiota intestinal saludable. Las fibras solubles, como la pectina, retienen agua y facilitan el tránsito de los alimentos, mientras que las insolubles, como la celulosa, añaden volumen a las heces, favoreciendo el proceso digestivo.
En cuanto a la prevención de la diabetes tipo 2, algunos estudios sugieren que los antioxidantes del tomate, incluido el licopeno, podrían reducir la inflamación y proteger las células, contribuyendo a un mejor control de los niveles de glucosa en la sangre. Aunque aún se necesitan más investigaciones, los primeros resultados son prometedores.