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El cilantro, también conocido como coriandro, culantro o perejil chino, es una hierba que ha confundido a más de uno. A primera vista, sus hojas pueden parecerse mucho al perejil, lo que lleva a algunos a cometer el error de añadir un buen puñado a una receta, solo para encontrarse con un sabor inesperado. Sin embargo, detrás de su fuerte sabor y aroma se esconde un ingrediente valioso en la cocina y la salud, especialmente por sus efectos positivos en el sistema digestivo.
Originario del sudeste asiático y del norte de África, el cilantro es una hierba aromática de uso extendido en la gastronomía de diversas culturas, como la india, la tailandesa y la marroquí. Se emplean tanto sus hojas como sus semillas, que aportan un toque cítrico similar a la cáscara de naranja, siendo más intenso en las semillas. En la Europa Oriental y en Rusia, se utiliza especialmente en su versión en grano para enriquecer salsas y panes de centeno.
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Los beneficios del cilantro son amplios. Contiene alrededor de un 20% de aceites esenciales que actúan de manera favorable sobre el sistema digestivo. Según Fidel Pascual, director de calidad de Herbes del Molí, estos aceites facilitan la digestión y ayudan a aliviar problemas comunes como el estreñimiento, los cólicos y la flatulencia. Además, el cilantro posee propiedades antiinflamatorias y antisépticas, que contribuyen a bloquear la proliferación de microorganismos y protegen el sistema inmunológico. Su contenido en vitaminas C y K también lo convierte en un excelente aliado para el fortalecimiento del cuerpo.
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El cilantro es un ingrediente que no deja a nadie indiferente: o se ama o se detesta. Esta polarización tiene una explicación genética. Se ha descubierto que entre el 4 y el 14% de la población presenta una variante del gen OR6A2, lo que les hace percibir el sabor del cilantro de forma similar al del jabón, generando rechazo. Este detalle genético explica por qué muchas personas prefieren evitarlo en sus platos.
A pesar de esta controversia, quienes lo disfrutan pueden beneficiarse de sus propiedades y de su capacidad para mejorar el proceso digestivo. Un té de cilantro, por ejemplo, puede ser una forma eficaz de aprovechar sus cualidades y obtener alivio natural para el estómago. En la cocina, sus hojas frescas son ideales para ensaladas y guisos, mientras que las semillas, tostadas y molidas, aportan un sabor profundo a currys y salsas.