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El legado de la civilización maya precolombina no solo se limita a su notable contribución en campos como la arquitectura, las matemáticas y la astronomía, sino que también incluye su sabiduría en cuanto a descubrimientos alimentarios.
Entre los diversos elixires que los mayas consideraban como un regalo de los dioses se encuentra uno que hoy en día es apreciado por sus cualidades tanto gastronómicas como terapéuticas: el cacao.
¿Cuál es el origen ancestral del cacao?
Para los mayas, el cacao era mucho más que un simple alimento; era una ofrenda sagrada que se utilizaba en rituales ceremoniales para rendir tributo a los dioses y mantener el equilibrio cósmico. Las semillas de cacao eran un elemento central en sus rituales, y se cree que el chocolate caliente, preparado sin azúcar ni leche como lo conocemos hoy, era consumido como un verdadero elixir ceremonial, capaz de mejorar el ánimo y elevar el espíritu.
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El cacao era considerado tan valioso por los mayas que incluso se utilizaba como moneda corriente en sus transacciones comerciales. Contaban con un patrón del cacao, Ek Chuah, quien también era el dios de los mercados y el comercio. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, el chocolate caliente fue adoptado y adaptado, incorporándole leche y endulzantes para hacerlo más cremoso y atractivo para el paladar europeo.
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Hoy en día, el chocolate caliente es una bebida popular en todo el mundo, apreciada por su delicioso sabor y sus propiedades beneficiosas para la salud. El cacao contiene sustancias que estimulan la producción de endorfinas, lo que puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, mejorando así el ánimo. De hecho, la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) publicó un estudio sobre el cacao, resaltando su aporte en glúcidos, fibras, proteínas, vitaminas A, B, B2; hierro, potasio, magnesio, calcio, fósforo, flúor y calorías.
Además, el consumo de cacao en su forma más pura, sin azúcares añadidos, puede proporcionar beneficios para la salud cardiovascular, retrasar el envejecimiento, disminuir la presión arterial y mejorar las funciones cognitivas como la memoria.