Los lobos terribles, o fueron depredadores dominantes durante la Edad de Hielo. Más grandes y robustos que los lobos grises modernos, vivieron en América durante más de 300 mil años, hasta desaparecer hace unos 13 mil, al final del Pleistoceno. Sin embargo, su historia acaba de dar un giro inesperado gracias a una empresa llamada Colossal.

Mediante el uso de fósiles clave (un diente hallado en Ohio y un hueso del oído interno encontrado en Idaho), el equipo logró secuenciar su ADN con una precisión sin precedentes.

A partir de este mapa genético, los científicos identificaron 15 genes esenciales que definían el cuerpo y comportamiento del lobo terrible: su musculatura, su mandíbula poderosa y su gran tamaño. Estos fragmentos fueron luego insertados en células del lobo gris, mediante transferencia nuclear de células somáticas, el mismo procedimiento utilizado para clonar mamíferos como la famosa oveja Dolly.

El resultado fue el nacimiento de tres nuevos ejemplares: Rómulo, Remo y Khaleesi, los dos primeros nacidos en octubre de 2024 y la última en enero de 2025. A pesar de lo asombroso del avance, la noticia no fue recibida con entusiasmo unánime.

Lee también:

Redes reaccionan con ironía y temor

Pocas horas después de hacerse pública la noticia a través de la revista TIME, el debate estalló en redes sociales. En X (antes Twitter), miles de usuarios expresaron su inquietud por las posibles consecuencias de revivir especies extintas. Lo que más llamó la atención fue la participación de la cuenta oficial de la saga Jurassic World, que publicó irónicamente:

“No vemos ninguna posibilidad de que esto pueda salir mal.”

La frase, que hace alusión directa al argumento de la película, fue acompañada por memes y GIFs de la saga, y en pocas horas alcanzó más de 7.6 millones de vistas y miles de reacciones.

Mientras algunos aplauden el avance biotecnológico, otros cuestionan si estamos preparados ética y ambientalmente para enfrentar el regreso de criaturas desaparecidas.

Lee también:

A pesar de su imponente fuerza y adaptación, los lobos terribles desaparecieron hace 13 mil años junto con otras especies gigantes del Pleistoceno. Aunque los científicos aún debaten las causas exactas, se cree que factores como el cambio climático, la reducción de presas y la competencia con otros carnívoros —incluidos los humanos— fueron determinantes.

Estudios recientes revelan que, hacia sus últimos años, los lobos terribles comenzaron a cambiar su dieta, consumiendo más carne blanda y menos hueso, lo cual sugiere una modificación en su entorno y estilo de caza. A diferencia del lobo gris, no lograron adaptarse a los nuevos ecosistemas tras la glaciación.

También te interesará:

¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

aov/aosr

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses