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El bidet, un dispositivo sanitario que muchos consideran esencial para la higiene personal, ha estado presente en los baños de numerosos países durante siglos. Aunque su popularidad varía según la región, su importancia en la rutina diaria de higiene es innegable. Este artículo explorará la historia del bidet, sus beneficios y por qué está ganando cada vez más adeptos en todo el mundo según el arquitecto Marcelo Seia.
El bidet tiene sus orígenes en Francia en el siglo XVIII. Inicialmente, era un recipiente portátil en el que las personas se sentaban a horcajadas para limpiarse después de usar el inodoro. La palabra "bidet" proviene del francés antiguo y significa "pequeño caballo", en referencia a la posición que se adopta al usarlo. Con el tiempo, el bidet evolucionó y se integró como un componente fijo en los baños.
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Los primeros bidés eran muebles de madera con cuatro patas y en el asiento calzaba una pieza de loza muy parecida a la forma que tienen algunos bidets modernos. El recipiente se llenaba de agua jabonosa y se usaba para lavarse después de tener relaciones.
A lo largo de los años, el bidet se ha mantenido popular en Europa, América Latina, y algunas partes de Asia y Medio Oriente. En contraste, en países como Estados Unidos, el bidet ha sido menos común, aunque su adopción ha crecido recientemente.
¿Siempre se usaron en los baños?
El bidet no siempre se usó donde hoy los vemos instalados. Dado su uso original asociado a burdeles, se comenzó a utilizar en dormitorios. Con el desarrollo de las redes de agua y desagües, se fue mudando al baño, donde se lo empleó para usos más parecidos a los de hoy en día.
Napoleón usaba algo parecido a un bidet para aliviar el ardor de nalgas y muslos después de cabalgar. Lo valoraba tanto que incluso le dejó en herencia a su hijo su preciado bidé rojo. De esta manera, le dio una enorme publicidad al utensilio y aumentó su popularidad entre la nobleza francesa. Con el tiempo, el inodoro y el bidet se transformaron en un dúo inseparable en los baños de clase alta.
Por su parte, el marqués René Louis de Voyer de Paulmy, ministro del rey francés Luis XV, relata en sus memorias una curiosa escena. Un día fue recibido en audiencia por Madame de Prie. En la entrevista, se la encontró sentada a horcajadas en un curioso mueble en el que se disponía a lavarse sus partes íntimas, al parecer, al mismo tiempo que hablaba con él.
Durante el siglo XVIII, el bidet se popularizó entre las nobles, primero en Francia e Italia y más adelante en otros países del sur de Europa. Para fines de la Segunda Guerra Mundial, los bidés fueron considerados un elemento clave para la salud pública y había uno en cada hogar de Francia. Se cuenta que los parisinos se burlaban de los turistas ingleses que veían un bidet por primera vez. Ante la duda de cómo usar el bidet, terminaban utilizándolo para orinar, lavarse los pies o las medias.
¿Por qué se combatió tanto su uso?
El bidet se supo ganar muchos enemigos. En los burdeles era el único mueble del que disponían las prostitutas además de la cama, esperando que les ayudara a evitar embarazos y enfermedades venéreas. La Iglesia criticaba ferozmente su uso, considerándolo inmoral, dada su asociación directa a un uso emparentado a actividades "non sanctas".
Los baños con bidet no eran moneda corriente antes del siglo XIX en Argentina. Pero la historia hizo que las cosas cambiaran. Hacia 1880, París era la meca cultural de los argentinos. Vivir como los parisinos era el modelo a seguir por aquella sociedad. Los que iban a París lo conocieron, se enamoraron y lo trajeron.
¿Cómo se usa el bidet?
Para muchos, la pregunta de cómo usar el bidet es una verdadera duda existencial, por eso trataremos de aportar información esclarecedora. Seguramente algunos ya lo saben, pero la realidad es que la mayoría, especialmente en Argentina usa el bidet al revés, ya que el modo correcto es mirando hacia la pared, con las canillas de frente.
¿En qué países se usa el bidet?
Latinoamérica: Se usa poco y nada, solo en Paraguay, Uruguay, Ecuador y en Argentina. En este país, el bidet está presente en el 90% de los hogares de clase media y alta. En Brasil y varios países del continente, se lo ha reemplazado por una ducha portátil.
Europa: Se usa en Francia, Italia y Grecia, donde predominan los bidets de chorro horizontal (el agua sale directamente de la grifería). Pero es casi totalmente desconocido en el resto del continente. En España tuvo su época de mucha aceptación y actualmente su uso ha declinado debido a las nuevas tendencias de diseño de baños más pequeños.
Finlandia y naciones árabes: Son comunes los sistemas de ducha manual, con una manguera flexible que desaguan en el inodoro.
Inodoro con bidet
El inodoro bidet es una versión tecnológica que resulta una forma práctica de tener las dos cosas juntas, sin la necesidad de contar con el espacio extra que implica tener un sanitario separado. En Japón, algunos inodoros cuentan con un dispositivo de control remoto que permite modificar la temperatura del asiento y cuentan con un bidet oculto que permite regular la dirección y la potencia del chorro.
¿Qué dice la medicina sobre los bidets?
La comunidad médica no se pone de acuerdo. Algunos afirman que su capacidad higiénica es irrebatible. Sin embargo, su uso puede generar ciertos inconvenientes en las mujeres, sobre todo si no se utiliza correctamente. La forma correcta de usar el bidet para no ocasionar inconvenientes es hacer la limpieza íntima "de adelante hacia atrás". La idea es que en el lavado no se arrastren suciedades hacia la zona vaginal que pudieran ocasionar cistitis e infecciones urinarias.
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El bidet, con su rica historia y múltiples beneficios, es más que un lujo: es una herramienta esencial para la higiene personal. Su adopción creciente en todo el mundo refleja una tendencia hacia prácticas más sostenibles y efectivas. Ya sea que elijas un bidet tradicional, integrado, un asiento de bidet o un bidet portátil, este dispositivo puede mejorar tu bienestar diario y contribuir a un estilo de vida más higiénico y cómodo.
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