Sin duda Enrique Segoviano dejó una gran marca en la historia de la televisión mexicana luego de dirigir El Chavo del 8, proyecto de Roberto Gómez Bolaños, Chespirito. Sin embargo, su legado va mucho más allá de este programa, con una trayectoria que abarca desde telenovelas hasta producciones cinematográficas.
Originario de República Dominicana, Segoviano se convirtió en uno de los directores más emblemáticos y versátiles de la pantalla chica a lo largo de los años, participando en múltiples proyectos que dejaron huella en distintas generaciones.
El genio técnico detrás de 'El Chavo del 8'
Segoviano no solo fue el director y creativo técnico del programa, sino que también fue la mano derecha de Roberto, dando vida a sus guiones y convirtiéndose en una pieza fundamental del equipo.
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Sin embargo, eso no duró mucho, ya que según los acontecimientos narrados en la serie biográfica "Chespirito: Sin querer queriendo", su relación laboral con Roberto Gómez Bolaños terminó luego de que Segoviano finalizará su romance con Florinda Meza.
De acuerdo con la serie, la película El Chanfle, una comedia deportiva estrenada en 1979 y que se transformó en un clásico entre los seguidores del universo de Chespirito, fue el último proyecto cinematográfico dirigido por Enrique. Pero su carrera no se detuvo ahí.
Más allá de Chespirito: un genio en cualquier lugar
Entre sus obras más destacadas luego de despedirse de El Chavo del 8 se encuentra la dirección de series infantiles como 'Odisea Burbujas' en 1979 y 'El Tesoro del Saber', las cuales tuvieron un importante impacto en la televisión educativa de México durante los años 80. Estos programas, recordados por el público por su enfoque didáctico y creativo, también forman parte de la identidad de la televisión de aquella época.

Por otro lado, también estuvo a cargo de la dirección de varias telenovelas, como 'Te amo' en 1984, 'Sí, mi amor' en 1984 y 'Ave Fénix' en 1986, ampliando su repertorio a géneros que iban desde la comedia romántica hasta el drama familiar. Estos proyectos reflejaron su capacidad para adaptarse a distintos formatos, sin perder su esencia y estilo de trabajo.
Además, Segoviano estuvo al frente de varios programas de entretenimiento y concursos, que dominaron la pantalla durante los noventa y principios de los dos mil, como ¡Llévatelo!, ¡Anabel! en 1988, 100 mexicanos dijeron en 1990 y Atínale al precio junto al presentador Marco Antonio Regil. Estos shows llevaron su sello en la producción y destacaron por su ritmo ágil y cercanía con el público.
Finalmente, la influencia de Enrique Segoviano en la televisión mexicana se mantiene vigente, no solo por las repeticiones de sus programas más famosos, sino por el recuerdo de una trayectoria que abarcó casi todos los géneros de la pantalla, con la intención de entretener y conectar con las familias mexicanas.
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