El consumo de ha ganado popularidad en los últimos años, impulsado por la creencia de que ofrece posibles beneficios para la salud más significativos en comparación con el agua corriente.

Este tipo de agua, con un pH que oscila entre 8 y 10, se ha promocionado como una alternativa saludable debido a su contenido mineral y propiedades alcalinas.

Sin embargo, un reciente estudio realizado por la Universidad de California, en colaboración con Wolters Kluwer, ha puesto en duda estas afirmaciones, especialmente en lo que respecta a la prevención de cálculos renales.

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A través de un análisis de cinco marcas de agua alcalina disponibles en el mercado, los investigadores han llegado a la conclusión de que, en contraste con las afirmaciones populares, el agua alcalina embotellada no proporciona beneficios adicionales sobre el agua del grifo en la prevención de cálculos renales causados por ácido úrico y cistina.

La producción del agua alcalina

El agua alcalina se obtiene principalmente a través de un proceso de electrólisis, donde el agua pura se descompone en oxígeno e hidrógeno, resultando en agua con un pH elevado. Este proceso se lleva a cabo en un sistema de ionización que separa los iones ácidos y alcalinos.

Tradicionalmente, el agua alcalina se encontraba en manantiales naturales, donde el agua, al pasar sobre las rocas, adquiría minerales que aumentaban su alcalinidad. Sin embargo, este método natural es complejo y no viable para la producción comercial a gran escala.

Lee también Por esta razón, los fabricantes han recurrido a la electrólisis. A pesar de estas técnicas avanzadas, el estudio revela que el agua alcalina producida comercialmente tiene un contenido de álcali tan insignificante que es incapaz de modificar significativamente el pH urinario.

El agua alcalina, una tendencia en aumento

A nivel mundial, el consumo de agua alcalina ha experimentado un aumento sustancial, registrando un crecimiento anual promedio del 12.2 por ciento desde 2013. Se espera que esta tendencia continúe, con una proyección de consumo que asciende de 635 millones de litros en 2018 a 2200 millones en 2023. Este auge se debe en gran parte a varios estudios que han sugerido posibles beneficios para la salud, como una mayor respuesta antioxidante y una reducción en las especies reactivas de oxígeno.

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A pesar de este aumento en popularidad, el estudio liderado por Roshan M. Patel de la Universidad de California, Irvine, destaca que el agua alcalina embotellada tiene un contenido de álcali demasiado bajo para influir en el pH urinario y prevenir la formación de cálculos renales. En contraste, se encontró que otros productos, como el zumo de naranja y soluciones de bicarbonato de sodio, podrían ser más efectivos para este propósito.

El estudio, publicado en 'The Journal of Urology', no solo cuestiona la eficacia del agua alcalina en la prevención de cálculos renales, sino que también abre el camino para la exploración de otras alternativas más efectivas y económicas.

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Los investigadores enfatizan la necesidad de realizar ensayos clínicos para validar otras opciones que puedan elevar el pH urinario de manera más efectiva.

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