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Con la llegada del ocho de diciembre, fecha en la que tradicionalmente se coloca el árbol de Navidad en numerosos hogares, surge la pregunta sobre cuál opción es más responsable con el medio ambiente.
Ante esta duda recurrente, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México compartieron información clave para entender el impacto ecológico de los árboles naturales y artificiales, así como las prácticas necesarias para reducir su huella ambiental.

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El impacto real de elegir un árbol natural
La tradición de instalar un árbol de Navidad suele estar acompañada de poco análisis sobre sus implicaciones ecológicas. En México existen regiones boscosas dedicadas exclusivamente a la producción de árboles certificados, con el compromiso de reforestar lo talado para evitar prácticas de deforestación. Estas plantaciones utilizan principalmente coníferas como especies del género Pinus y abetos, valorados por su aroma, su color intenso y su estructura firme que permite colgar adornos con facilidad.
De acuerdo con Daniel Piñero Dalmau del Instituto de Ecología de la UNAM, estas plantas aportan beneficios ambientales mientras permanecen en el vivero. Producen oxígeno, mantienen la humedad del ecosistema, favorecen la filtración de agua y ofrecen refugio a diversas especies. Además, durante los cinco a diez años que crecen, ayudan a capturar carbono y contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático.
Sin embargo, Piñero aclara que los árboles naturales también pueden generar impactos negativos derivados del uso intensivo de fertilizantes, del transporte y de su disposición final.
En 2021, México adquirió dos millones de árboles naturales y más de la mitad provinieron de Estados Unidos y Canadá, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias.

Ello incrementó la huella de carbono por el traslado internacional, por lo que se recomienda adquirir ejemplares provenientes de plantaciones locales reguladas por la Comisión Nacional Forestal.
La CONAFOR cuenta con un directorio nacional de productores autorizados, lo que garantiza prácticas sustentables. Una vez concluida la temporada navideña, los árboles deben entregarse en centros de acopio para ser triturados y transformados en composta. Piñero enfatiza que esta disposición final es esencial para reducir su impacto y aprovechar el material como fertilizante.
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El costo ambiental de un árbol artificial
El árbol artificial suele considerarse una alternativa práctica, aunque su fabricación presenta procesos altamente contaminantes. Carlos Antonio Rius Alonso de la Facultad de Química de la UNAM explica que estos modelos se producen con metal recubierto de una película plástica de policloruro de vinilo que se genera mediante un proceso industrial conocido como calandrado. Una sola máquina es capaz de producir entre diez y veinte toneladas de este material al día, lo que implica un alto costo ambiental desde su origen.
Una vez elaborada la película de PVC, esta se corta en tiras que se combinan con alambre para formar las ramas. Aunque es posible reciclar sus componentes, el proceso debe realizarse de forma artesanal debido a que cada hoja debe separarse manualmente del metal. La mayoría de los árboles artificiales terminan completos en tiraderos, donde el PVC permanece durante décadas y el metal se oxida, contaminando el suelo.

Para que un árbol artificial compense el impacto ambiental generado en su fabricación, el académico señala que debe utilizarse por lo menos veinte años. A ello se suma la huella de carbono ocasionada por su traslado, pues alrededor del ochenta por ciento de estos productos se fabrica en China y viaja miles de kilómetros antes de llegar a México. Aunque se desarrollan plásticos biodegradables, los costos continúan siendo elevados y se estima que pasarán entre diez y quince años para que sean accesibles.
Los especialistas coinciden en que ambas opciones pueden ser responsables si se manejan adecuadamente. Los árboles naturales deben provenir de plantaciones certificadas y entregarse en centros de reciclaje, mientras que los artificiales deben reutilizarse durante largos periodos y desecharse siguiendo los sistemas de separación de residuos establecidos.
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