Katya Echazarreta aparece radiante con un saco verde azulado. En una habitación iluminada por luz natural, se distinguen algunos cuadros familiares. Acaba de regresar de un evento, pero su energía no mengua mientras se acomoda para nuestra conversación.

La maternidad reciente le ha dado una nueva perspectiva sobre sus proyectos, aunque mantiene intacta esa determinación que la llevó a ser la primera mujer nacida en México en viajar al espacio.

Como parte del quinto vuelo tripulado de Blue Origin en la misión NS-21, Katya fue seleccionada entre siete mil solicitantes por Space for Humanity, un logro que, mientras hablamos, parece ser solo el principio de una misión más amplia.

Katya Echazarreta. Imagen: especial
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Entre reuniones y proyectos, me comparte su agenda: un Campamento Aeroespacial (único en América Latina), un Congreso de Personas Espaciales y una Reforma Espacial; todas iniciativas diseñadas para transformar la industria espacial en México desde sus cimientos.

Mujeres en la ciencia: más allá de los números

"El problema no es que a las mujeres no les guste la ciencia o la tecnología. El problema comienza desde que nacen", afirma Katya, y su voz adquiere un matiz más personal. Para las mujeres latinas, me explica, el desafío es doble: no solo enfrentan los estereotipos generales, sino también barreras culturales profundamente arraigadas.

"En muchas familias latinas la idea de que una mujer estudie ingeniería o ciencias todavía genera resistencia”. Me comenta que para las mujeres es como si tuvieran que justificar doblemente la elección de carrera: primero por ser mujeres, y luego por ir contra las expectativas culturales.

La conversación gira hacia un tema que Katya conoce de primera mano: los roles predeterminados que la sociedad asigna desde la infancia. "Desde los juguetes que les damos, ya marcamos un camino", asegura, y noto cómo su mirada se vuelve más intensa.

"A las niñas les damos cocinitas, bebés, juguetes que las preparan para el hogar y la maternidad. A los niños, en cambio, les damos juegos de construcción, de ciencia, de ingeniería. Desde ahí les estamos diciendo quién va a construir y quién no".

Katya Echazarreta. Imagen: especial
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El condicionamiento temprano, insiste, es solo el primer obstáculo. "Las pocas mujeres que logran superar estas barreras iniciales y deciden estudiar una carrera en ingeniería o ciencia, se enfrentan a un trato negativo, y en muchos casos, tóxico", señala.

Los números que comparte son alarmantes: aproximadamente el 30% de las mujeres que trabajan en ingeniería abandonan la profesión en sus primeros cinco años. La razón principal no es la falta de capacidad o interés, sino el ambiente hostil que encuentran.

"Es que el ambiente no las apoya y puede maltratarlas", enfatiza, y por un momento su voz refleja la frustración de quien ha sido testigo de demasiados talentos perdidos.

Diversidad de pensamiento: una necesidad, no un lujo

Katya se inclina hacia adelante, como si quisiera atravesar la barrera digital para enfatizar su siguiente punto. La conversación da un giro más universal: "¿Cómo podemos desarrollar tecnología que funcione para todos si solo se diseña desde una perspectiva limitada?", pregunta, y el ejemplo que utiliza es contundente.

"Piensa en algo tan cotidiano como los automóviles. Las mujeres corren más peligro en accidentes automovilísticos porque los cinturones de seguridad, los asientos y los volantes están diseñados para el cuerpo promedio de un hombre. Si en la sala de diseño hubiéramos tenido 50% hombres y 50% mujeres, probablemente habríamos encontrado una solución más inclusiva".

Katya Echazarreta. Imagen: especial
Katya Echazarreta. Imagen: especial

Pero Katya no se detiene en el género. "No podemos diseñar tecnología para alguien en silla de ruedas si no tenemos la experiencia de usar una silla de ruedas. La diversidad de pensamiento, de experiencias y de vivencias es esencial para resolver problemas de manera efectiva".

Un mensaje para las nuevas generaciones

Cuando le pido un mensaje para quienes sueñan con una carrera en ciencia y tecnología, Katya hace una pausa reflexiva. Su respuesta está cuidadosamente dividida, todas sus intervenciones están estructuradas.

"A las mujeres les digo que, aunque el camino sea más complicado, no están solas. Muchas de nosotras hemos pasado por lo mismo: falta de reconocimiento, cuestionamientos sobre nuestra credibilidad, y comentarios que minimizan nuestros logros. Pero cada paso que damos abre el camino para las que vienen detrás. No se rindan, porque su talento es necesario".

Para los hombres, su tono se vuelve más directo, más enfático: "Reconozcan que estas desigualdades existen. Si no apoyamos a las mujeres que nos acompañan, no apoyamos el desarrollo de la tecnología ni las soluciones que podrían surgir de diferentes perspectivas".

Además añade, con una convicción que resuena a través de la pantalla: "Defiendan a las personas que enfrentan estas barreras, porque su apoyo puede marcar la diferencia.

Katya Echazarreta. Imagen: especial
Katya Echazarreta. Imagen: especial

De la NASA a la Fundación Espacial: un viaje de ida y vuelta Katya comenzó su carrera como ingeniera en la NASA, un sueño que parecía inalcanzable para una joven mexicana que estudiaba Ingeniería Electrónica en la Universidad de California, Los Ángeles.

"Mi primer trabajo oficial de ingeniería fue una pasantía en la NASA#, dice con una sonrisa. Poco después, fue contratada como ingeniera oficial y lideró una misión llamada Europa Clipper. Allí se encargó de las simulaciones necesarias para probar las computadoras espaciales de la misión.

"El lanzamiento fue en octubre del año pasado, y fue un momento muy bonito y emocional para mí, porque cerró un capítulo importante de mi carrera", recuerda.

Pero Katya no se detuvo ahí. Después de ser seleccionada entre siete mil personas de más de 120 países para su primera misión espacial, tomó una decisión que cambiaría el rumbo de su vida: regresar a México para desarrollar la industria aeroespacial en su país natal.

"En México nos enfocamos más en la manufactura dentro de la aeronáutica, pero no en el diseño o la propiedad intelectual", explica y subraya lo fundamental que es para ella ser parte del sector desde otra perspectiva. "Si queremos ser parte de esta industria, debemos hacerlo con tecnología, patentes y talento mexicano", concluye.

Desde finales de 2022, Katya ha trabajado incansablemente a través de su Fundación Espacial para sentar las bases de una industria que permita a México competir a nivel internacional.

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