El final puede ser el principio, pero solo cuando se entiende que cerrar no es un gesto emocional, sino un acto de responsabilidad. Ningún ciclo concluye por saturación; concluye cuando pierde autoridad. Reconocerlo no conmueve: ordena. Y en ese orden aparece un territorio distinto, donde la vida deja de girar alrededor de lo pendiente y comienza a definirse por lo que realmente sostiene.

Cerrar un ciclo no implica soltar ni sanar. Implica identificar qué fuerzas han estado decidiendo sin consentimiento. No pesa lo vivido; pesa lo que nunca se eligió y aun así dirigió. Hay inercias que se disfrazan de destino, silencios que operan como respuestas y hábitos que intentan confundirse con identidad. El cierre auténtico ocurre cuando lo no elegido deja de tener permiso para conducir nuestra vida.

Pero ningún cierre garantiza un comienzo. Esa es la idea incómoda: desmonta la fantasía de renovación automática. El inicio exige orden previo. No se construye desde la emoción, sino desde la precisión: decidir qué tendrá acceso a la atención, qué límites requieren consolidación y qué dinámicas deben quedar fuera por coherencia. Lo que viene no se sostiene con entusiasmo; se sostiene con estructura.

Aquí aparece el costo que casi nadie quiere mirar: no cerrar no es permanecer; es diluirse. Es seguir operando versiones internas que ya demostraron su ineficacia solo porque resultan familiares. Es confundir continuidad con lealtad y llamar prudencia a lo que en realidad es evasión. Lo que no se clausura no queda neutro: sigue influyendo, sigue decidiendo, sigue cobrando energía.

La madurez no consiste en proyectar deseos hacia adelante, sino en diseñar un modo de estar que no dependa del impulso ni del desorden interno. Eso no es frialdad: es libertad. Libertad de no necesitar lo circunstancial para explicarse ni lo incierto para motivarse. Libertad de actuar sin esperar aprobación y sin negociar claridad por comodidad.

El cierre no libera por lo que deja atrás; libera por lo que impide que regrese. Esa es la diferencia entre clausura emocional y clausura consciente. La primera busca alivio inmediato; la segunda exige dirección. Cuando se elige con conciencia, el inicio deja de depender de un calendario o de una narrativa de renovación. Depende de la disciplina de no volver a versiones internas que ya no sostienen nada.

Por eso algunos comienzos son sobrios. Nacen del reconocimiento de que continuar igual tendría un costo mayor que cambiar de dirección. Ese reconocimiento no llega con euforia; llega con una mirada que redefine la manera de estar presente. Y desde ahí se vuelve evidente que no todo merece espacio, que no todo merece energía y que no todo merece permanencia.

El final puede ser el principio, sí, pero no por lo que deja atrás, sino por lo que ordena hacia adelante. Obliga a definir desde qué lugar se va a vivir, no qué se busca obtener. Obliga a elegir postura, no promesa.

Pero hay una trampa que casi nadie quiere admitir, y por eso resulta tan cómoda en estos días: comprender todo no cambia nada. El lenguaje del cierre puede convertirse en refugio. Se nombra el orden mientras se sostiene exactamente lo mismo. La claridad se usa como coartada para llegar al final del ciclo sin tocar lo que realmente exige ser tocado.

Cerrar de verdad no es comprender: es perder algo. Perder una identidad, una comodidad, una narrativa que se sostuvo durante meses o años. Y ahí es donde se detiene casi todo: no por falta de entendimiento, sino por resistencia a soltar la versión que permitió funcionar, aunque ya no tenga sentido.

El calendario no inaugura nada. Tampoco la lucidez si no exige renuncia. Lo único que inaugura algo es la decisión que no permite volver atrás. Cuando esa decisión no llega, no hay proceso inconcluso: hay una elección hecha en silencio.

Y eso es lo que define lo que sigue. No el año que empieza, sino la versión que ya no regresa.

Facebook: Yheraldo Martínez

Instagram: yheraldo

X: @yheraldo33

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios