Hasta 2024 en México residían 38.5 millones de mujeres mayores de 15 años que eran madres, de acuerdo con datos del INEGI. Esta cifra, más allá de un número, refleja millones de historias, esfuerzos y luchas que atraviesan generaciones y contextos.

Hoy quiero dedicar estas líneas a abrazar y reconocer a todas las personas que han elegido maternar. Maternar es una palabra que va más allá de su concepción tradicional, significa "hacer la tarea de una madre", "cuidar y criar desde el amor y la afectividad", es un concepto con un hermoso y amplio sentido.

Maternar no se limita exclusivamente a las madres biológicas, es una práctica que adopta diversas formas y no se reduce a un modelo único. Cualquier persona puede maternar, entendido como un acto de amor, de entrega diaria, de acompañamiento constante y de la capacidad de establecer vínculos afectivos y emocionales. Es sostener, educar, cuidar, proteger, luchar y, en ocasiones, resistir.

Algunas maternidades se expresan bajo diversos roles, como en el cuidado de nietas y nietos; otras, en el apoyo firme a la lucha por el reconocimiento de derechos de la diversidad sexual, o en la búsqueda incansable en servicios médicos forenses o en fosas clandestinas, negándose a rendirse hasta encontrar a sus hijas e hijos desaparecidos. Porque la maternidad también es valentía, es gritar por justicia, es desafiar al silencio y a la impunidad.

Muchas mujeres experimentarán la dicha de acompañar a sus hijos en su formación escolar, mientras otras enfrentan el dolor profundo de recordar a los hijos que partieron demasiado pronto o a las hijas que fueron víctimas de la violencia machista.

También hay mujeres que maternan en el desafío de concluir un proceso de adopción o de fecundación asistida, enfrentando trámites y procedimientos con la esperanza como bandera. Y no podemos olvidar a quienes, desde el papel de tías, abuelas, madrinas o hermanas, han asumido con amor la tarea de ser madres y cuidadoras de las hijas e hijos de las mujeres víctimas de feminicidio.

Maternar es una decisión que trasciende los moldes tradicionales y se manifiesta en la diversidad de historias, de luchas y de afectos. En un mundo que tantas veces ha buscado reducir la maternidad a un estereotipo, reconocer la pluralidad de maneras de maternar es también un acto de justicia.

En este día recordar la deuda que se tiene con aquellas más de 20 niñas menores de 15 años que en promedio cada día se convierten en madres. Niñas a quienes se les niegan el acceso a muchos de sus derechos y a quienes –en numerosas ocasiones– se les condena a vivir en un círculo vicioso de pobreza y abandono. Las cifras muestran que, en México, el embarazo adolescente y el matrimonio infantil se encuentran entre las cinco primeras causas de abandono escolar durante la educación básica. Es necesario reconocer sus derechos a ejercer una maternidad consciente, voluntaria e informada.

En esta conmemoración del 10 de mayo, reconozco a cada mujer que, día tras día, dedica su tiempo y sus esfuerzos a acompañar a sus hijas e hijos, ya sean niñas, niños, adolescentes, personas adultas o con discapacidad, a quienes en cualquier forma maternan.

Hoy, a todas ellas, les dedico mi más profundo reconocimiento y admiración. Son el pilar que sostiene a nuestra Nación. Porque en cada historia de maternidad hay una lección de amor, de fortaleza y de resistencia.

Celebremos la pluralidad de la maternidad, ese lazo invisible que nos conecta, que desafía estereotipos, que rompe barreras y que nos recuerda que, sin ellas, México no sería lo que es.

Por un México que reconozca, respete y proteja a cada mujer que desde el amor, la lucha y la esperanza construye un pais más justo, más humano y verdaderamente incluyente.

Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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