El primero de noviembre, en Uruapan, Michoacán, cayeron dos víctimas. Carlos Manzo, el alcalde, y Víctor Manuel, el adolescente de 17 años que le disparó en seis ocasiones al presidente municipal.
El joven asesino, de acuerdo con sus propios familiares, se ausentó de su domicilio, ubicado en Paracho, Michoacán, una semana antes de cometer el crimen, y era adicto a las metanfetaminas.
Los expertos en conducta criminal aseguran que Víctor Manuel estaba destinado a ser detenido o a morir en el lugar. Para cometer el asesinato se introdujo en una plaza pública, donde el alcalde era custodiado por elementos de seguridad, de la que difícilmente podía salir después de realizar su funesto cometido.
Sí, los niños y jóvenes representan la esperanza del futuro, pero también son el blanco más vulnerable para ser secuestrados y reclutados por el crimen organizado. Los entrenan, los usan, los convierten en sicarios, y muchos de ellos encuentran la muerte a corta edad.
Aunque no hay cifras oficiales, la organización Red por los Derechos y la Infancia en México (REDIM) estima que 40 mil jóvenes son reclutados anualmente por cárteles en diferentes puntos del territorio nacional.
Las causas son diversas: violencia familiar, pobreza, expulsión e, incluso, la pseudocultura del narcotráfico en algunas regiones del país. Todas abonan a que niños y jóvenes busquen un lugar al cual pertenecer, sin importar que pongan en riesgo su propia vida.
Víctor Manuel, responsable de la muerte del alcalde Manzo, es verdugo y víctima. También fue asesinado. Es víctima en un país que, a su juicio, la mejor opción que tuvo en la vida fue ser sicario y, con ello, estar condenado a la muerte.
La atención del gobierno a la región de Uruapan se centrará en enviar más de 10 mil efectivos de seguridad y en la inversión de programas del Bienestar. Aunque integrantes del gabinete informaron sobre la inversión en salud, no se refirieron específicamente a la atención mental de niños y jóvenes.
La generación Z, nacidos entre 1997 y 2012 (menores de 28 años de edad), representan una vulnerabilidad, pero también fuerza. Tras el asesinato del alcalde, diferentes grupos de jóvenes se han expresado. Han convocado a marchas para levantar la voz ante la crisis de inseguridad que se vive en el país. No quieren saber de partidos políticos porque no se sienten representados. Hacen uso de las redes sociales para realizar sus convocatorias.
Reconocen que la movilización masiva de jóvenes ha sido poderosa en otros países. En Nepal, luego de que en septiembre pasado, el primer ministro K.P. Sharma Oli, bloqueara 26 plataformas de redes sociales, jóvenes de la generación Z, salieron a las calles a manifestarse.
Se expresaron en contra de la censura, de la élite política y de la falta de empleo digno. La presión ejercida por los manifestantes fue tal que el primer ministro renunció al cargo ese mismo mes.
Es una falacia que la juventud está desmotivada y desarticulada. Están viendo el actuar de las autoridades y de la clase política. Están despertando ante la cancelación de sus libertades y una economía que no les ofrece oportunidades, ni sueños.
Comentario final
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