En 2019, el entonces presidente López Obrador convivía con niñas y niños de todo el país, en un desayuno que le organizaron en Palacio Nacional. Era en el marco del Día de la Niñez cuando el mandatario se comprometió con su bienestar y una atención de “privilegios” en materia de salud. Andrés Manuel les habló de la felicidad y de la erradicación de la pobreza para que ningún niño quedara sin cura. Todo quedó en discursos mañaneros.
Han pasado seis años de ese compromiso y los gobiernos morenistas no solo faltaron a su palabra, sino abrieron un boquete en la aplicación de vacunas. El costo de esta negligencia es muy doloroso: 45 bebés han muerto a causa de la tos ferina y se registró un brote de sarampión en más de ocho estados del país.
No se trata de un incidente o de una eventualidad. Se trata de un acto inmoral y perverso porque ambas enfermedades son prevenibles. Es decir, los recién nacidos murieron a causa de una enfermedad que estaba controlada desde hace 10 años en México. Esto es negligencia criminal.
En los gobiernos neoliberales, que tanto critica Morena, México alcanzó un reconocimiento internacional porque, pese a no ser un país del primer mundo, logró coberturas altas en vacunación. Por ejemplo, en 2016 alcanzó el 92.8% en el esquema completo de niños de un año. Sin embargo, al 2023, este mismo esquema completo fue apenas de 49.4%.
En su afán de destruir lo que representaba el pasado y saciar su hambre de venganza, López Obrador atentó contra políticas que, si bien presentaban desperfectos, arrojaban resultados para garantizar mejor calidad y expectativa de vida. Se dejó atrás la cultura de vacunación que durante décadas costó a especialistas y personal médico.
Fue tal su desprecio que, por ejemplo, el presupuesto aprobado para el Programa de Vacunación en 2023 fue de 14 mil millones de pesos, del cual solo se ejercieron 3 mil millones de pesos. Es decir, representó un subejercicio del 78.8% respecto de lo aprobado.
Pareciera que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum está abordando el rezago en vacunación de manera distinta. Hace unas semanas dio reversa y anunció la Semana de la Vacunación, acción suspendida durante el sexenio pasado.
Como sociedad nos toca participar en estas jornadas de salud y recuperar lo que se dejó de hacer durante seis años. Al gobierno le corresponde promover las jornadas y garantizar el abasto de vacunas porque sólo así se podrá demostrar el verdadero compromiso con la niñez de nuestro país. Obras son amores, y no buenas razones.
Si este gobierno quiere insistir una vez más en su concepto de bienestar, no debe olvidar que un niño sin vacunas es un niño abandonado.
Comentario final: Condenable el asesinato de Sandra Domínguez, activista indígena que levantó la voz por mujeres mixes en Oaxaca.
Como senadora de la República presenté tres puntos de acuerdo para que se investigara a funcionarios del INPI que crearon grupos de WhatsApp en los que difundían fotografías íntimas de mujeres mixes sin su consentimiento, delito que fue denunciado por Sandra.
Es lamentable que la Fiscalía siga una línea de investigación sin que se tome en cuenta su activismo como defensora de Derechos Humanos. Dirían sus compañeras de lucha: a Sandra la mató la omisión de las autoridades.
Ciudadana