Morena pasó de la austeridad republicana a la ostentación versallesca.

El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna y su esposa, la diputada petista Diana Barreras, conocida como “dato protegido”, son el ejemplo más elocuente de estos lujos y excesos de la nueva aristocracia morenista.

Lo cierto es que ellos y varios más son los grandes beneficiarios de este nuevo régimen de impunidad y opacidad. En la 4T no hay empacho en usar el ejercicio del poder para sus intereses personales. Hay hombres y mujeres que han vivido de la política con patrimonios inexplicables, pero con altas pretensiones de superioridad moral. Políticos que en medio de un vacío institucional, no están obligados a rendir cuentas, y cuando los cachan, le echan la culpa a un complot de la derecha.

Gutiérrez Luna fue cercano al exgobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés, quien estuvo preso dos años, acusado de fraude. El ahora morenista fue cuestionado por desvío de recursos por cerca de 65 millones de pesos cuando estuvo a su cargo la implementación del nuevo sistema de justicia penal en Sonora.

Su ingreso a las filas de Morena, en el año 2017, le ayudó a purificar su expediente y a escalar en el partido como representante ante el INE. Es conocido por su cercanía con el cuestionado Adán Augusto López y actualmente es diputado federal por segunda ocasión y es presidente de la Cámara de Diputados.

Como legislador aprobó la Ley de Austeridad, pero defiende el derecho de su esposa de portar en la mano un anillo de más de un millón de pesos o una bolsa que equivale a un año de salario mínimo de un trabajador promedio.

Encontró la explicación más aberrante para estar presente, junto con su esposa, en la celebración VIP de la Fórmula 1, cuyo boleto está valuado en 170 mil pesos por persona. “Fue un regalo”, dijo, pero como por ley tienen prohibido recibir obsequios, argumentó que se trataba de una cortesía sin ningún valor comercial. El chiste se contó solo.

En su afán por enfrentar la situación, el diputado cuatroteísta ofreció disculpas a los simpatizantes morenistas y denunció una campaña de desinformación y exageración que, asegura, intenta generar decepción.

La decepción se la llevó un sector de seguidores del partido oficialista por la tibieza con que actuó tanto en la dirigencia del partido, como desde Palacio Nacional. Luisa María Alcalde pidió vivir en la justa medianía y no presumir ropa cara aunque se tenga y la presidenta Sheinbaum pidió ejercer el poder con humildad, en lugar de exigirle a la pareja someterse a una auditoría de evolución patrimonial.

Lo peor es que Gutiérrez Luna, como legislador, solo puede ser fiscalizado por la Auditoría Superior de la Federación, organismo que depende de la Cámara de Diputados. Es decir, por el mismo diputado en cuestión.

Los tiempos cambian y ante la ausencia de mecanismos para la rendición de cuentas de este nuevo régimen, los ciudadanos se han encargado de denunciar las incongruencias en las redes sociales. Del contraste de la austeridad en el sector salud con las vidas de lujos de morenistas y sus viajes a Portugal, Amsterdam, Madrid o Tokio.

Quedó atrás la idea de traer solamente 200 pesos en la cartera y de vivir en la pobreza franciscana. Parece que los únicos austeros de Morena son sus electores.

Comentario final

Concluyeron las disculpas que la ciudadana Karla Estrella tuvo que ofrecer a la diputada, Diana Barreras, por opinar sobre su candidatura. Se tiene que poner fin al uso distorsionado del concepto de violencia política en razón de género, ya que en este caso se usó para censurar a una ciudadana.

Ciudadana

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