La presidenta Claudia Sheinbaum está muy contenta con los resultados de su gobierno. Durante el 115 Aniversario del inicio de la Revolución, aseguró, orgullosa, que hoy las libertades se ejercen desde abajo porque en México ya nadie es silenciado.

Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, quien pidió por todos los medios posibles ayuda al gobierno federal para dotar de seguridad a los habitantes de su municipio, fue acallado. El pasado 1 de noviembre fue asesinado presuntamente por el crimen organizado. Pagó con su vida levantar la voz.

La Presidenta asegura que encabeza un gobierno que escucha y respeta. Sin embargo, esta semana miles de transportistas y productores agrícolas bloquearon los principales accesos a la Ciudad de México y varios puntos del país, en demanda de mayor seguridad en las carreteras. La jefa de Estado, en lugar de escucharlos, los descalificó. El problema no es la inseguridad en las carreteras, sino los reclamos de los transportistas que no reconocen las virtudes de la cuarta transformación y su segundo piso.

Prefiere no hablar de la pérdida de control del territorio ni del pacto criminal que mantuvo su antecesor. No quiere reconocer que los transportistas padecen hasta 70 robos diarios de unidades y mercancías, como denunció la Asociación Nacional de Transportistas (ANTAC).

No sólo se jacta de libertades y atención a los mexicanos durante su administración, también la primera mandataria ha hablado de prosperidad económica; sin embargo, la economía mexicana tuvo una contracción anual de 0.19% en el tercer trimestre del año, con cifras ajustadas por estacionalidad, de acuerdo con el Inegi.

La Presidenta tampoco ha mencionado que México retrocedió tres posiciones en el Índice de Respeto al Estado de Derecho 2025, y se ubicó en el lugar 121 entre 143 países considerados.

Hay tantos problemas urgentes que atender, que en contraste, la presidenta Sheinbaum prefiere hablar de sus propios enemigos. En los últimos días hemos escuchado a la mandataria hablar de intervención extranjera en nuestro país.

Ha advertido que los mexicanos deben estar alertas para defender la independencia y cualquier intento de injerencia externa apoyada por los conservadores. A la fecha, no he escuchado voces serias en el país que se pronuncien por tal intervención.

Es como si la presidenta Sheinbaum estuviera construyendo una narrativa al igual que gobernantes latinoamericanos, con tendencias bolivarianas, que acusan al extranjero de injerencismo con el afán de ocultar los fracasos de sus gobiernos.

La primera mandataria debe estar segura de que si hay intervencionismo, mexicanas y mexicanos levantaremos la voz. Estoy convencida que hay otros temas de los cuales ocuparse: seguridad, crecimiento económico, combate a la corrupción, salud, entre otros. No es momento de inventarse enemigos cuando hay retos reales.

Los problemas son demasiado grandes para intentar esconderlos detrás de un mal discurso.

No hay que recurrir a la vieja receta de la polarización.

Comentario final

En un sistema autoritario no hay voz para la oposición, ni manera de construir liderazgos ajenos al partido oficialista sin que sean perseguidos. Llama la atención cómo desde el Congreso de CDMX, los morenistas intentaron descalificar a Alessandra Rojo de la Vega durante su comparecencia. No sólo le cerraron el micrófono, mientras hablaba, también nos enteramos, por el periodista Claudio Ochoa, que ella y su familia serán investigados por el SAT.

Bien duros con la oposición y súper flexibles con los cercanos. Y hablando de privilegios: Semana ocho, ¿cuándo terminará la impunidad de Adán Augusto López?

Ciudadana

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