Tres trillones de dólares es el tamaño de las caídas en los indicadores de las principales bolsas del planeta. Los mercados financieros se rebelaron a la política arancelaria de la Casa Blanca. Es la inédita beligerancia de la modernidad, alejada de las balas y las bombas, modificando su teatro de operaciones, ahora la arena de lucha se da donde duele, en el bolsillo.

El arribo al poder de los billonarios no está siendo la mejor salida para la democracia, son extraordinarios amasando fortunas, pero dirigir un país es más complejo que administrar la opulencia; la sensibilidad y los valores son diametralmente opuestos, en tanto que el empresario planea crecer con el mínimo gasto, en la lógica del estado esa no es la guía. Programas sociales, distribución de riqueza y las cargas impositivas, son elementos esenciales de los equilibrios, sin duda, hay que promover la extinción de la pobreza, el fortalecimiento de la educación y el fomento de la prosperidad, lo que no significa patrimonio en abundancia sino entornos adecuados para el desarrollo.

El concepto de Trump no es el mismo, abriendo fuego contra absolutamente todo, acostumbrado a conseguir lo que sea y como sea, dio paso a una insólita forma de agresión y en tan solo 60 días, desató el mayor colapso monetario en la historia de la humanidad. Europa, Asia, América, África y Oceanía fueron los blancos de sus misiles provocando que los capitales se sublevaran y sus dueños se posicionaran reprobando sus medidas. Las llamadas manifestaciones ‘Hands off’ son recurrentes en el globo, incluida la unión americana, la sacudida es profunda, brutal.

En este contexto ¿quién gana? Nadie. Los otrora jugosos negocios fundados en la confrontación de ejércitos han cedido su lugar frente al recién estrenado reacomodo letal de la concentración de los tesoros que actúan con frialdad. La reacción de los gobiernos deja en claro lo que les importa y visiblemente nos dicen que no son las desapariciones, asesinatos o drogas, sí la defensa de sus haciendas.

Los bloques regionales protestaron y se avizora el infierno inducido en el que se pondrán a prueba las potencias, y los egos. Son tiempos disruptivos, extraños, sin precedentes. La incertidumbre es lo que lastima al dinero y el titubeo es el fantasma que acecha a las economías volviéndolas frágiles, volátiles, quebradizas. Las colosales fábricas no pararán, China, Corea, Japón, India, alistan su ofensiva, mientras que la especulación cobró a sus primeras víctimas, el petróleo, afectando lo que queda del erario nacional.

Vaya meollo en el que se encuentra México. Es una relación de la que no podemos escapar, es el destino de trabajar junto al gigante que intenta devorar al mundo y convencerlo de que no competimos, nos complementamos, aunque vivamos una accidentada realidad bajo el control del crimen, con la pérdida de virtudes y sin el imperio de la ley.

No, no nos la creen, estamos más cerca de una incursión que cooperar. No les interesamos, les estorbamos, somos un pasaje innecesario que se debe someter y en su caso avasallar.

Nunca se está preparado para la conflagración, mucho menos cuando aquí reina la discordia, el odio y el terror. Esa es nuestra condición.

Abogado.

@VRinconSalas

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