Las estructuras, teóricamente, dan orden, mientras que la disciplina genera consistencia, respeto. El priismo y su verticalidad la aplicaban ambas con dureza. En aquellos años, gobernadores, resultado de sus pifias, sucumbían ante ‘El Águila’ y, sin gesticular, presentaban su ‘espontanea’ licencia. En el ámbito federal aún se recuerda tras las rejas al sobrado Díaz Serrano, ni más ni menos el mandamás del otrora imperial PEMEX; lo mismo que al temible Joaquín Hernández ‘La Quina’ y, no hace mucho, a la ‘rebelde maestra’ Elba Esther en prisión. Sí, los del tricolor no se andaban por las ramas cuando se rompían los códigos, con ferocidad castigaban, también hay que decirlo, eso no les quitaba lo corrupto, pero por lo menos, había concierto.
En el ahora, persiste la perversión a gran escala, es falso que haya desaparecido, por el contrario, los viejos políticos lucen como auténticos niños de pecho frente a los jóvenes insaciables de la 4T que permanentemente envilecen la función pública sin recato ni dirección.
A guisa de ejemplos, Sinaloa tiene más de doce meces en guerra, tan solo el fin de semana dejó 41 muertos y Rocha Moya inamovible. En el Senado, Adán Augusto jugándola a ‘resistir y vencerás’; por su parte, el huachicol fiscal con sospechas serías de que en su planeación y ejecución se involucraron personajes intocables del primer círculo de López Obrador y no podían faltar los virreyes, los locales, envueltos en investigaciones por sus nexos con el crimen y como cereza del pastel, el ‘Cuau’ legislando desde una cancha de Pádel. Para dónde se volteé es un notorio galimatías y ¿quién se va? nadie.
Los hechos hablan, no tenemos conducción, pareciere que la jerarquía morenista vive en continua distorsión con la realidad. Escándalo tras escándalo sin que se avizore la recuperación de la propia clase gobernante y con ello perpetúan la burla a la ciudadanía por quienes ejercen el poder. En este contexto, el más punzante de los mensajes es el de vacío absoluto, alimenta la pérdida de fe y abona el abandono, es desgobierno puro, es la madre de la impunidad, no hay consecuencias visibles porque no hay quién los sancione. Esa es nuestra condición.
Poco resta de la incipiente democracia mexicana, la que tardó un siglo en construirse gracias al arrojo de muchos que sumaron opinión alzando la voz, ese esfuerzo se esfumó, y las instituciones se desvanecieron, nada quedó. Es desolador, la socarronería es la marca de la casa, el sarcasmo es la respuesta a los cuestionamientos, ¿cuál es el camino que se sigue? Es histórico, México resistió siete décadas del partido único, no lo destruyeron, tampoco lo hará la brevedad de un movimiento que luce sin pies ni cabeza, sin embargo, la crisis orgánica claramente amenaza las libertades que se verán lastimadas en el proceso.
Qué espera la Presidenta ¿el desbordamiento? o quizá estamos ante un problema de fuerza, de la que carece. Gobernar no solamente es visitar comunidades, pasearse en trenes, inaugurar obras, estas son acciones para la foto. Mandar es fijar el sello de su carácter, dar manotazos sobre la mesa, reprender, obligar a ajustarse a las líneas de la dirigencia, pero sobre todo corregir, sin frívolos, ni histriones, no son equipo, no sirven, a esos hay que correrlos, pero no lo hace.
Enorme encrucijada para Sheinbaum: Defender lo indefendible o imponerse.

