Ayer se publicó la balanza de pagos correspondiente al tercer trimestre del año. La balanza de pagos, en términos muy sencillos, registra contablemente las transacciones de un país con el exterior. Es en la balanza donde se encuentran las cifras de exportaciones, importaciones, remesas, inversión extranjera, inversión de portafolio entre países y nos da una idea de la posición transaccional que existe, en este caso, entre México y las demás economías. Las entradas de recursos —expresadas en dólares— se cuentan con un signo positivo, y las salidas con negativos.
Las cuentas externas al tercer trimestre muestran cierta estabilidad y también algunas pistas adicionales de la desaceleración económica y de la incertidumbre que prevalece. La cuenta corriente, que registra básicamente las transacciones de bienes, servicios y transferencias mostró un ligero superávit al tercer trimestre, igual que en el segundo. Cuando las entradas son mayores que las salidas normalmente reflejan una posición económica más débil. En este caso, fueron las remesas las que de alguna manera impulsaron el superávit.
La balanza de pagos es también la principal fuente de información para analizar la inversión extranjera directa. No sobra en estos momentos hacer una aclaración. En la balanza se presentan cifras observadas de inversión. No se contabilizan, ni debería de hacerse, los anuncios ni las intenciones.
La inversión extranjera directa neta (entradas menos salidas) fue en el tercer trimestre igual a 1,443 millones de dólares. Con este dato, tenemos que durante los primeros nueve meses del año la IED suma 31,330 mdd. La cifra correspondiente al mismo periodo de 2023 fue 30,336, solo 3.3% mayor. Del total durante el trimestre, las entradas de recursos dirigidos a inversión fueron 3,217 mdd y las salidas de México hacia el exterior 1,774 mdd. Las entradas suman de enero a septiembre 35,738 mdd, ligeramente superiores a los 35,226 mdd que entraron en esos meses del año pasado.
La inversión extranjera directa suele representar alrededor de 10% de la inversión total de México. Sin embargo, es una palanca fundamental para el crecimiento. No son solo los recursos, los miles de millones de dólares que implica, sino las externalidades que vienen asociadas a ella: la transferencia de tecnología, los cambios en productividad, el intercambio de conocimiento.
La entrada de inversión considerada nueva -a diferencia de la reinversión de utilidades o las cuentas entre compañías- fue en el tercer trimestre de 511 mdd, menor que los 684 del segundo trimestre y que los 865 del primero.
Del total de inversión extranjera directa recibida en 2022, las nuevas inversiones representaron 50%. En 2023, este porcentaje cayó a 14%. Con la cifra presentada ayer —y faltando aún la última parte del año— las nuevas inversiones representan solo 6% de las entradas.
La inversión extranjera directa no es signo inequívoco del fenómeno de relocalización. En todo caso, podría ser una variable rezagada. Pero hasta el momento no hay evidencia de un cambio en la tendencia de inversiones por más que existan anuncios de inversión y narrativas de máximos históricos.
En el contexto internacional, México aún presenta oportunidades. La reinversión de utilidades equivale a 86% de las inversiones. Los inversionistas están esperando a ver si el país otorgará las condiciones que necesitarían para inyecciones de nuevos recursos. Mientras aquí flaqueamos en otorgar lo necesario para fomentar la inversión, Trump prepara su regreso a la Casa Blanca y no dudará en buscar para esas inversiones otro destino.
@ValeriaMoy