Por Janette Carrillo Díaz
Del 28 de abril al 2 de mayo de 2025 se realizó la 5ª Brigada Regional de Búsqueda de Personas Desaparecidas en el Ajusco, convocada por el colectivo Una Luz en el Camino. Participaron familias, colectivos como Hasta Encontrarles, organizaciones de la sociedad civil, personas solidarias y autoridades gubernamentales, incluyendo la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México, bomberos, CORENADR, así como fuerzas de seguridad que resguardaron el perímetro.
Durante cinco días recorrimos parajes de difícil acceso en la zona ecológica del Ajusco, un parque que, en su belleza natural, esconde también el peso del silencio y la posibilidad del horror. Bajo altas temperaturas, entre veredas, piedras sueltas, espinas y maleza espesa, buscamos indicios, restos y pertenencias. Pero sobre todo, buscamos tesoros: hijos, hijas, hermanas, padres, seres queridos. Estar en la brigada es caminar entre la esperanza y la rabia. Es ver cómo las madres se abrazan entre sí porque a veces es el único consuelo posible. Es escuchar cómo documentan lo que las autoridades omiten. Es entender que estas búsquedas no son días de campo, sino actos de amor radical.
La brigada en el Ajusco no es un hecho aislado. Es reflejo de una realidad que atraviesa al país entero: más de 127 mil personas continúan desaparecidas en México. Cada una de ellas representa una ausencia que desgarra a una familia, una comunidad, una historia interrumpida. Lo que vivimos en los caminos del Ajusco sucede también en montes, brechas, drenajes y laderas de todo el país, donde son las madres, hermanos, hijos y parejas quienes, con sus propias manos, sostienen la búsqueda que el Estado no ha logrado garantizar.
En este contexto, el Día de las Madres adquiere un significado doloroso. Mientras muchas personas celebran con flores y regalos, miles de madres en México continúan buscando. Este 10 de mayo, deberíamos preguntarnos no qué regalar, sino qué país hemos construido, en el que tantas madres deben buscar con sus propias manos; sobre todo, qué estamos haciendo para que su lucha no se herede a una nueva generación.
Desde el Programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana, acompañamos este proceso con respeto y compromiso, convencidas de que sin las familias no hay búsqueda ni justicia posible. Su presencia no solo orienta, sino que exige acciones contundentes, coordinación institucional efectiva y una política pública a la altura de la emergencia humanitaria que vivimos.
Las madres buscadoras no celebran. Su lucha continúa. Mientras exista una sola persona desaparecida en este país, no hay nada que celebrar. La búsqueda de justicia y de quienes faltan sigue siendo una tarea urgente, inaplazable, que debe involucrar a toda la sociedad. Hoy no hay nada que celebrar. Pero hay mucho que reconocer y muchísimo que exigir. ¡Hasta encontrarles!
Coordinadora de la agenda de desplazamiento en el Programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México