Por Fernanda Lobo Díaz, Programa de Derechos Humanos
El 30 de agosto de 2011, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instauró el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Como su nombre lo indica, es una fecha para exigir justicia y preservar la memoria de las más de 132,000 personas desaparecidas en México. Una de las exigencias que se visibiliza este día es la urgencia de identificar a las más de 72,100 personas que actualmente se encuentran en las distintas morgues del país.
Con más de 8,982 cuerpos sin identificar, la Ciudad de México ocupa el segundo lugar nacional en esta crisis. La cual, además, se agudiza cada vez más ante el hallazgo constante de restos humanos en zonas como el Ajusco, San Miguel Topilejo y las barrancas de Álvaro Obregón, así como en fosas clandestinas en pleno corazón urbano, como la localizada a escasos 100 metros de la Terminal de Autobuses del Norte, donde en abril de este mismo año se encontraron los restos de Joan, un joven migrante colombiano. En consecuencia, el reto es cada vez mayor.
La crisis forense nace de la falta de capacidades de los Servicios Médicos Forenses (SEMEFO), en donde escasea el equipo y personal especializado, y existe poca coordinación entre instancias públicas dedicadas a la identificación, ocasionando la acumulación de cuerpos sin identificar, la saturación de los mismos SEMEFOs y el olvido de cientos de personas dentro de sus instalaciones. Uno de los sitios que acumula una mayor cantidad de personas fallecidas en estas condiciones es el Panteón Dolores, donde se estima que hay miles de personas sin identificar, casos que incluso podrían estar relacionados con las desapariciones de la Guerra Sucia y cuya exhumación originalmente prevista para agosto de este año, representará un gran reto para los servicios forenses.
Además de la falta de identificación, se suma otra grave problemática: el trato indigno que reciben los cuerpos en los SEMEFOs. Muchos llegan en condiciones precarias, con heridas graves o en fragmentos que deben unirse para lograr su identificación, consecuencia directa de la violencia sufrida. En esas condiciones las familias deben reconocer a sus seres queridos, revictimizándolas y profundizando su dolor. Así le ocurrió a Margarita, joven desaparecida en Xochimilco, cuyo cuerpo fue entregado sin extremidades, obligando a su familia a seguir exigiendo la restitución completa de su hija.
Al recibir evidencia del personal del Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses (INCIFO) maltratando los cuerpos de las personas a su cargo, los colectivos Hasta Encontrarles, Mariposas Buscando Corazones y Justicia, y Una Luz en tu Camino se unieron en una denuncia histórica que busca asegurar el trato digno a las personas fallecidas en resguardo forense.
Son las familias quienes cuidan de la dignidad, no solo de sus seres queridos, sino de todas las personas, incluso después de la muerte. Es por eso que este 30 de agosto, nos toca acompañarlas a ellas. ¡Hasta encontrarles!