El pasado primero de octubre se cumplió el año inicial de gobierno con la gestión de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo como la primera mujer en encabezar la titularidad del Ejecutivo Federal. Este primer año, visto en su dimensión, significa un hecho histórico para una nación que ha ampliado sus vías democráticas y que busca confirmar la transformación en muchas áreas, contra las inercias que hemos padecido.

Tal y como lo he comentado en este espacio, durante su administración la Presidenta ha demostrado templanza, mesura y cordura, toda vez que -y aquí destaco sólo un aspecto- ha sabido conducir la relación con el país vecino y especialmente con el presidente Donald Trump respecto al tema de los aranceles. Como lo ha dicho la mandataria en una frase que se ha convertido en un mantra: “Ha funcionado nuestra estrategia de cabeza fría, temple y defensa con firmeza de nuestros principios".

El balance ciudadano de lo andado en este primer año pasa indudablemente por el tema de la seguridad, cuyos efectos han sido visibles en el combate al crimen en general, y en específico un capítulo merece atención, esto es, la lucha contra el huachicol, siendo esta figura ilícita la que ha sobresalido en las investigaciones tanto a nivel local como federal, iniciadas por las fiscalías correspondientes. No han sido menores los escenarios a los que se ha enfrentado este gobierno, sin embargo, con la prudencia e inteligencia que distingue a la guía, los ha sorteado con éxito.

La personalidad de la Presidenta es reconocida en los altos y constantes márgenes de popularidad que la respaldan, identificando factores clave durante su encargo, que han marcado un estilo personal sobrio y austero. Un estilo firme que define la línea de trabajo, la cual se ha encargado de subrayar en más de una ocasión a quienes, bajo su mando, realizan la tarea de gobierno.

No hay duda de que vivimos el tiempo de mujeres, y la Presidenta tiene la persistencia para extender ese concepto a todos los sectores sociales y en todos los ámbitos de la vida, tanto públicos como privados. Esa es una de las encomiendas en las que también ha tenido resistencias.

Dentro de los principales cambios a su equipo en este primer año, encontramos el relevo de Rogelio Ramírez de la O, sustituido por Edgar Amador Zamora como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, así como la consolidación de su gabinete de seguridad y de la Fiscalía General de la República, que a pesar de incomodar a algunos, han dado resultados, tal es el caso del exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco, cuyo juicio va a ahondar en la lucha contra la impunidad.

En este somero balance debo ponderar la dirección política de la Presidenta, quien ha mantenido una relación de equilibrio con Morena, el movimiento del que es fundadora, que la llevó al triunfo, y que es una de las expresiones más grandes y diversas en la historia de la vida política en la historia de México.

Ha sido una férrea defensora de la soberanía nacional y de las causas del pueblo. Y vienen nuevos capítulos que la pondrán en el umbral de decisiones trascendentales, por ejemplo, la negociación del TMEC con Estados Unidos y Canadá.

¿Ahora, qué seguirá en el ejercicio de gobierno? Sin duda, la respuesta es parte del mensaje que dirigirá hoy en el Zócalo de la Ciudad de México; y en este caso es inevitable también apuntar su conexión reforzada con el pueblo en encuentros multitudinarios, producto de la definición de un estilo coherente de gobierno.

La expectativa, sobre todo es, que siga con su temple y ejemplo de congruencia y austeridad republicana por el bien de México.

Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales. Autor del libro “El ciudadano republicano y la cuarta transformación”. @UlrichRichterM

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