Tal y como lo expresé en mi columna de hace ocho días, la presidenta electa Claudia Sheinbaum ha sido implacable desde que fue la abanderada de Morena hasta estos días. Hoy existen nuevos retos que deben de ser evaluados de manera tranquila, pacífica y sin apasionamientos.

Al inicio de la semana llegó el paro de labores de los empleados de uno de los Poderes de la Unión, quienes ejercen su derecho humano a la protesta pacífica. De ello no hay duda, pero también se ha dejado de impartir justicia a los gobernados, lo que podría generar una crisis que debe de ser controlada.

No solo este evento, sino también el tema de asignación de plurinominales ha puesto los reflectores en la agenda política, donde incluso, casi en un hecho inédito, el Consejo Coordinador Empresarial que preside Francisco Alberto Cervantes Díaz, mostró su legítima inquietud con que dicha representación proporcional genere desequilibrios si se carga más a favor de la 4T. Es importante destacar que es la primera vez en los tiempos recientes que dicho Consejo manifiesta abiertamente su oposición en un tema con el Gobierno Federal, cuando en otros casos lo acompañó.

Ante ello, el presidente López Obrador manifestó que consultaría a los cinco empresarios más poderosos, según Forbes, Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Alejandro Baillères y María Asunción Aramburuzabala su opinión sobre la sobrerrepresentación. Hay quienes ya hicieron lo propio, pero también sería bueno que los actores políticos consultaran a algunos de los grandes exponentes en la historia política y filosófica de la humanidad, como Aristóteles, Platón, Montesquieu, Cicerón, Solón y otros.

En efecto, estos clásicos han sido consultados en diversas épocas, como por el líder político Alejandro Magno, para poder elegir el mejor camino de un pueblo o de una nación. Aristóteles, por ejemplo, siempre señala que la virtud es un equilibrio; Montesquieu, el republicano por excelencia, hace énfasis en la división de poderes; Platón sobre las leyes justas e injustas; Cicerón sobre el poder ciudadano y Solón sobre la participación ciudadana.

Quién mejor que los mencionados filósofos para que los actores políticos vuelvan a ellos en estos momentos, porque hay que decirlo, lo que se debe de evitar es una crisis política al inicio de la administración de la próxima titular del Poder Ejecutivo, Claudia Sheinbaum. Son tiempos donde debe caber la prudencia y no los ataques, ni las amenazas para evitar una crisis de mayor tamaño en los albores de lo que se espera sea un sexenio enarbolado por la primera mujer presidenta, que tiene un futuro promisorio.

Si bien es cierto, en el pasado, en la época del presidente Ernesto Zedillo hubo un cambio en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual no motivó una confrontación en la política mexicana como ahora está sucediendo, es claro que en aquellos tiempos se nos trataba entre súbditos y a veces ciudadanos. Hoy el ciudadano está más activo y más observador, en consecuencia, más participativo, sabe de sus derechos, pero también lo que pretende es tener un México sólido y fuerte.

Es ineludible que debe de haber una reforma en el sistema de justicia. En los foros de la Reforma Judicial se escucharon muchos argumentos de propios jueces y magistrados que coincidieron en esa premisa. Pero la clave es el cuidado de la profesionalización de la impartición de justicia, a través de impulsar la carrera judicial y respetar los derechos de los trabajadores del Poder Judicial Federal.

A pocos días de que Andrés Manuel López Obrador entregue la banda presidencial, debe ser sumamente cuidadoso para que su salida no sea en medio de una crisis política. Tanto le ha costado al Presidente y a la doctora Sheinbaum obtener legítimamente los triunfos, entre ellos, los electorales, que bien vale la pena consultar a los clásicos, los cuales llevan cientos de años en los anaqueles de las bibliotecas y en los mostradores de las librerías, para dar una solución más satisfactoria. Claro, siempre habrá algunos que no estén de acuerdo, pero serán buenos consejeros.

Y es que puede entenderse que los ánimos estén encendidos, pero esperemos que algunos líderes del Congreso se serenen, porque lo que está en juego es el inicio de un nuevo gobierno, uno que alcanzó un récord histórico de votos y que por primera vez será liderado por una mujer con atributos profesionales de primer nivel. Y ante el surgimiento de retos que se tratan con amenazas no se va a resolver el problema, sino con el diálogo, la prudencia y la templanza.

Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa Claudia Sheinbaum han llegado a la época de transición del Poder Ejecutivo de una manera exitosa, solo faltan pocos días y no deben de permitir que el tren del éxito se descarrile, porque la capitana del país será la científica Sheinbaum, e iniciar con una crisis sería muy lamentable, tanto porque no se ha tenido una en muchos sexenios, por lo que descuidar esa misma condición que gozaron los anteriores mandatarios hombres sería injusto para la primera mujer presidenta, como todo lo avanzado podría tener un retroceso. Si México fuera como el Tren Maya, la clase política debe cuidar que no se descarrile antes de llegar a la siguiente estación de la 4T.

Debemos de cerrar filas, por el diálogo, por la concordia, por nuestro país y que algunos líderes de las cámaras dejen su protagonismo para otra ocasión, porque en primer lugar, sobre cualquier aspiración, está México.

Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales.

Autor del libro “Ciudadano republicano y la cuarta transformación”.

@UlrichRichterM

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