Si todo va bien, la flotilla que busca llevar ayuda a Gaza llegará a su destino entre el domingo 28 de septiembre y los primeros días de octubre. Si algo va mal, ya no debería de existir ningún pretexto para romper relaciones diplomáticas con Israel.
En la flotilla van 8 mexicanos, 6 como delegación nacional y dos más, uno con el grupo de Suiza y otro con el de Austria. Son barcos y activistas de varios países que intentan descargar en Gaza algo más que las toneladas de alimentos que transportan.
Esfuerzos que no dependen más que de la buena voluntad de la gente, demuestran lo que se puede hacer frente a los gobiernos, sobre todo los europeos y el norteamericano, incapaces desde 1948 de detener o que actúan en complicidad en la limpieza étnica, el racismo y el genocidio.
La ayuda es insuficiente para un pueblo despojado de casi todo, excepto la vida. Nunca la palabra sobreviviente tuvo un significado tan exacto.
Se planea y quita la vida al pueblo palestino con una crueldad que sólo es posible justificar con mentiras, el fundamentalismo religioso ramplón y el montaje histórico que no resiste el menor análisis. La superioridad en armamentos, con el apoyo de los principales gobiernos occidentales, es una vergüenza que debe acompañar a los responsables toda su vida.
La posición mexicana ha avanzado mucho en este sexenio respecto a los anteriores, pero es necesario aumentar la presión a un estado en el que existe un apartheid. Existen varias maneras para ello. Romper relaciones o exigir que termine la ocupación y robo de la tierra y casas de palestinos. Pero estas medidas comienzan a quedarse nuevamente atrás. Todos los estados que han reconocido el estado palestino públicamente han solicitado que termine el genocidio, tienen la obligación de hacer respetar las determinaciones de la Corte Penal Internacional.
El problema del estado de Israel es que desde su origen el proyecto se sostuvo con impunidad. No se castigaron los crímenes más atroces ni se compensó a las víctimas palestinas. La impunidad fue es el mismo motor que le dio origen y que hoy impulsa el genocidio. Frente a esto, nuestro país no ha mantenido una misma dirección y, en otras, dio un paso atrás. Como en la declaración que equiparaba sionismo con racismo.
México ha mejorado en su posición en este año, pero se mantiene rezagado frente a su propia historia. Se ha propuesto romper relaciones con Israel. Lo cual es correcto.
Pero mejor será avanzar junto aquellos que proponen la anulación del veto en la ONU y la rendición de cuentas por parte de los genocidas y sus cómplices.