Existe un consenso de que el mundo está mejorando en el ámbito socioeconómico, la gente vive más y mejor. El (IDH), que combina el PIB per cápita, la alfabetización y la esperanza de vida, ha mejorado en todos los continentes y en todas las geografías. Sin embargo, observamos un aumento en las diferencias entre países, tanto en los ámbitos de la economía como en el de la paz.

Según datos del Índice de Paz Global (IPG), para finales del 2024 hay 56 conflictos activos en todo el planeta y 92 países participan en guerras fuera de sus fronteras, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial. El creciente número de conflictos menores aumenta la probabilidad de conflictos mayores en el futuro. Por ejemplo, en 2019, Etiopía, Ucrania y Gaza fueron identificados como conflictos menores.

La cuestión central que enfrentan los Estados actualmente es: ¿cómo podemos fomentar la cooperación internacional para el desarrollo en una era de competencia internacional?

Los asuntos internacionales están pasando de un mundo unipolar dominado por Estados Unidos a un sistema multipolar en el que el poder está distribuido entre Estados, empresas y actores no estatales. Aunque Estados Unidos sigue siendo la potencia militar dominante, la influencia política, económica y tecnológica se está desplazando hacia el este y sur, a países como China, India o Brasil.

Esta transición no es un mero cambio en el dominio económico, sino que anuncia una profunda reestructuración de los patrones comerciales influidos por el establecimiento de alianzas estratégicas como el bloque BRICS+, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) o el Tratado de Asociación del Mercosur. A medida que estas naciones afirman su influencia, el equilibrio de poder dentro del ecosistema comercial mundial se está redimensionando.

Al mismo tiempo, los avances tecnológicos están desempeñando un papel fundamental en esta transformación: el comercio digital está revolucionando la forma en que se intercambian bienes y servicios, las innovaciones en tecnologías financieras agilizan las transacciones financieras y la inteligencia artificial optimiza la gestión de la cadena de suministro. Sin embargo, este mundo comercial multipolar no se halla exento de desafíos. Las tensiones geopolíticas, el aumento del proteccionismo y la amenaza de la fragmentación económica plantean riesgos significativos para la estabilidad mundial.

Asistimos a la configuración de un mundo multipolar con sistemas de gobierno muy variados, multitud de mercados distintos y un zeitgeist (el espíritu de la época) nacionalista imperante. En este contexto, tenemos que fijarnos en los intereses comunes existentes que son la base para una cooperación internacional que vaya más allá de la coexistencia.

La mayoría de la población mundial se encuentra interesada en descarbonizar las economías de forma eficiente, que no puede lograrse sin la colaboración entre países. También hemos aprendido que la lucha contra una pandemia requiere la cooperación internacional para conseguir y asegurar la distribución equitativa de las vacunas, es decir, no puede dejarse en manos de Estados individuales. Lo que es cierto para el derecho a la salud, lo es también para otros derechos y objetivos hoy consagrados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

El comercio y la cooperación internacional son fundamentales para mantener relaciones pacíficas entre naciones tan diversas. Deben fortalecerse acuerdos regionales, políticos y económicos así como profundizar lazos de cooperación multilaterales que promuevan con mayor fuerza una voz común para enfrentar las asimetrías mundiales.

Especialista en temas asiáticos

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