Por segunda ocasión México y Canadá han librado la imposición de aranceles a las exportaciones de sus productos hacia Estados Unidos, luego de que el presidente Trump prorrogara su implementación en abril.

Sin embargó, la estrategia aplicada por Donald Trump, trae incertidumbre y marca un preocupante retroceso en la integración económica de América del Norte. Esta medida, que revive tensiones comerciales latentes, pone en riesgo la estabilidad y el crecimiento de una región altamente interdependiente. Adicionalmente para Canadá ha conllevado un posible riesgo político derivado de las manifestaciones de su incorporación a la Unión Americana.

Los aranceles, concebidos como una herramienta de presión política, impactan negativamente en diversos sectores clave. La industria automotriz, con cadenas de suministro que cruzan fronteras, enfrenta un aumento en los costos de producción. Asimismo, el sector agrícola, vital para la economía de los tres países, se ve amenazado por la aplicación de aranceles que distorsionan el comercio y perjudican a los productores.

Una de las posibles consecuencias de esta política proteccionista trasciende lo económico. El aumento de la incertidumbre y la erosión de la confianza entre socios comerciales debilita la cooperación en otros ámbitos, como la seguridad y la gestión migratoria. Además, el riesgo de una escalada en la guerra comercial podría tener efectos devastadores para la economía global.

Es fundamental recordar que la prosperidad de América del Norte se ha construido sobre la base de la integración económica y la cooperación comercial. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), vigente desde 2020, representa un marco sólido para el comercio y la inversión en la región. Sin embargo, la constante amenaza de aplicación de aranceles contradice los principios fundamentales de este acuerdo y pone en duda el compromiso de los Estados Unidos con la libre competencia y la libre concurrencia al mercado norteamericano.

En este contexto, es crucial que los líderes de los tres países retomen el diálogo y busquen soluciones constructivas. La negociación y el respeto mutuo son las únicas vías para superar las diferencias y preservar los beneficios de la integración norteamericana. La imposición de aranceles no solo perjudica a las empresas y los consumidores, sino que también debilita la posición de nuestra región en el escenario global.

En lugar de recurrir a medidas proteccionistas, es necesario fortalecer la competitividad de América del Norte mediante la inversión en infraestructura, la promoción de la innovación y la facilitación del comercio. Solo así podremos asegurar un futuro próspero y equitativo para todos los habitantes de la región.

Sí a México le va bien, seguramente a Estados Unidos le irá mejor con un flujo comercial libre y justo. Una aplicación de aranceles sería perjudicial para ambas economías y tampoco es la forma en cómo se arreglarían los otros problemas de nuestra agenda binacional.

Es fundamental buscar soluciones a través del diálogo y la negociación, respetando los acuerdos comerciales y jurídicamente vinculantes, ya que de no hacerlo se afectaría a la población en general, con el aumento de los productos de consumo final.

Por ello es crucial que nuestros países trabajen juntos para mantener una relación comercial sólida y beneficiosa para ambas partes.

Asesor empresarial, Socio de Santamarina + Steta

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