Mi más grande agradecimiento a las Fuerzas Armadas, especialmente a la Marina de México, que están dando la vida por apoyar y ayudar a quienes más lo necesitan en Acapulco.

Estoy regresando a la Ciudad de México tras repartir ayuda humanitaria que, durante los últimos días, la sociedad civil se encargó de juntar para las personas afectadas por el huracán Otis en Guerrero. Tengo un hoyo en la panza y ganas de vomitar del dolor que siento de ver a toda la gente desesperada. Corrían en la calle atrás de las autoridades rogando por agua. Mujeres, niños y niñas, ancianas caminan las calles, sin rumbo, porque todo, absolutamente todo, está destrozado, buscando una solución desesperada al hambre y la sed. Buscando el resguardo, ya que el techo de lo que algún día llamaron casa, ya no está.

Gracias a sociedad civil, organizaciones como Reinserta, Cadena, la Cruz Roja, Todos Comemos, entre otras, hay un esfuerzo brutal por concentrar y organizar lo que las y los mexicanos están haciendo. Lo que sí me queda claro, también, es que sin las fuerzas armadas no hay manera de que la ayuda llegue. Guerrero está desbordado en inseguridad y la ruptura del tejido social que solo se agravia con la llegada de Otis, generan un futuro con poca esperanza para los guerrerenses.

Sin un plan integral organizado por el Presidente de la República, que atienda todas las esferas sociales, el Acapulco que muchos conocíamos, solo quedará como un recuerdo.

Los Marinos, encabezados por el secretario almirante Ojeda, apoyaron para que las más de 100 toneladas de ayuda humanitaria que se donó en Sierra Gorda y que viajó vía aérea con Awesome Cargo, no la tienen fácil. Ellos y ellas están trabajando contra reloj para lograr amortiguar la desesperanza y necesidad urgente de la gente. Se acercan con la ciudadanía para escuchar sus necesidades organizándose para llegar a todas y todos los guerrerenses.

Es urgente que se restablezca el tejido social para que Acapulco vuelva a brillar y eso no se puede hacer sin fortalecer el Estado de Derecho. No hay más. No hay de otra.

Espero que el Presidente y la Gobernadora logren restablecer el Estado de Derecho porque si no, una cosa es clara, la delincuencia organizada seguirá teniendo tierra fértil en Acapulco y otras zonas de Guerrero.

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