La tarde del jueves, procedente de Washington DC, llegó a México el nuevo embajador de los Estados Unidos, Ronald Douglas Johnson. El coronel del ejército estadounidense, quien fuera también “Boina Verde” de fuerzas especiales y exagente de la CIA, viene con el mensaje claro y contundente de que la prioridad para la administración de Donald Trump es la inseguridad y la violencia del narcotráfico mexicano, catalogado ya como “terrorismo” por las leyes estadounidenses.
Y aunque en su primera actividad en el país, la mañana de ayer viernes el nuevo embajador decidió visitar el santuario guadalupano en el cerro del Tepeyac, como un mensaje de acercamiento y empatía al pueblo de México, los antecedentes, el perfil y la formación de Ronald Johnson no dejan lugar a dudas de que será un embajador duro, sin dejar de lado la diplomacia y las formas políticas, pero en esencia un “súper policía” o más bien un “halcón” de los intereses de su país y particularmente de las prioridades del presidente Trump en la relación bilateral con México.
Para nadie es un secreto que la designación de Johnson como embajador en México viene precedida de la actuación que tuvo en El Salvador durante el primer periodo presidencial de Trump, en donde el oficial retirado del Ejército y experto en inteligencia para la CIA, jugó un papel protagónico en la estrategia para golpear, desarticular y encarcelar a las violentas pandillas de la Mara Salvatrucha y sus conexiones con el narcotráfico que sumieron a la nación centroamericana en la inseguridad y la violencia durante décadas, sometiendo incluso a gobiernos y presidentes que, por indolencia, complicidad o de plano incapacidad, dejaron crecer a las organizaciones criminales violentas que aterrorizaban a la población.
Por eso, más allá de los protocolos diplomáticos que ya empezó a cumplir el nuevo enviado de Washington, quien ayer acudió a la sede de la cancillería mexicana para reunirse con el secretario Juan Ramón de la Fuente y ofrecer “diálogo y cooperación” en las relaciones bilaterales, y el próximo lunes estará en Palacio Nacional para entregarle sus cartas credenciales a la presidenta Claudia Sheinbaum, la verdadera misión de Ronald Johnson en territorio mexicano va mucho más allá de la representación diplomática y apunta a ser un agente activo en la guerra que el presidente Trump le ha declarado a los cárteles de la droga mexicanos, ahora clasificados como “organizaciones terroristas extranjeras”.
El perfil y la actividad del flamante embajador estadounidense será muy distinto a los últimos políticos y diplomáticos de su país que ocuparon el despacho principal de la embajada gringa en los últimos años. Ni la experiencia diplomática y el trato siempre amable de Roberta Jacobson, que fue la embajadora enviada por Barack Obama pero siguió en el cargo durante los dos primeros años del gobierno de Donald Trump; ni el gusto por todo lo mexicano del republicano Christopher Landau, primer embajador nominado por Trump; y mucho menos la siempre afable presencia del embajador de Joe Biden, Ken Salazar, quien de tanta amabilidad terminó siendo acusado en Washington de “excesiva cercanía” con el presidente López Obrador, es algo que se espere del nuevo representante de la Casa Blanca.
Con la presencia de poderosos barcos guerra en los límites marítimos de México, con incursiones “técnicas” en el Puerto de Veracruz, con aviones y drones no tripulados sobrevolando el territorio nacional y con un aumento de la presencia de agentes de la DEA y de otras agencias estadounidenses en la embajada, está más que claro que el coronel Johnson no viene sólo a hacer labores diplomáticas o a mantener una imagen de “cordialidad” en su relación con el gobierno de México. Viene más bien a coordinar la estrategia de guerra —que aún no sabemos totalmente cómo será—, en contra de las organizaciones “narcoterroristas” que operan en México y sus aliados y protectores políticos.
No es para nada casualidad que justo el día en que arribaba a México, en un avión militar estadounidense, el nuevo embajador, desde la prensa de su país el periodista Tim Golden confirmara, con fuentes de las agencias de seguridad de su país, la existencia de una lista (que en esta columna bautizamos como “la Lista de Marco” por el secretario de Estado) de políticos, funcionarios y dirigentes del partido Morena que están en la mira del gobierno estadounidense por mantener presuntos vínculos con el narcoterrorismo. “La lista de mexicanos que pueden ser objeto de restricciones de visa por parte de EU incluye a líderes del partido de la presidenta Claudia Sheinbaum, gobernadores estatales y ministros del gabinete”, publicó el jueves el periodista de investigación y excorresponsal del New York Times en México.
¿Viene Johnson a ejecutar las restricciones de visado a políticos del régimen a los que se identifica como vinculados de distintas formas a los cárteles mexicanos? Es seguro que sí, como también viene a ser el enlace para presionar por la cooperación del gobierno de Sheinbaum para empezar a golpear, con operaciones directas de fuego, a los capos de la droga y a desmantelar el poderío y dominio que hoy tienen, según todos los análisis del Departamento de Estado y de la DEA, en casi dos terceras partes del territorio mexicano. ¿Será el nuevo embajador suave y diplomático en sus formas o será más bien, con su formación militar, recio y directo en las peticiones o presiones para que la administración mexicana acepte la “ayuda” que insistentemente le ha ofrecido Trump? Eso lo sabremos en las siguientes semanas y meses.
Pero por ahora, cuando se dice en tono irónico que nos mandaron un “Rambo” como embajador, la afirmación va más allá de la ironía y más bien se vuelve descriptiva si se considera el perfil, la formación y los antecedentes que preceden a Ronald Douglas Johnson, el emisario designado por Trump para librar su guerra contra los narcoterroristas mexicanos y sus redes en la política nacional, que ocurrirá —como ya ha empezado a verse en la escalada creciente desde Washington— con o sin la colaboración del gobierno mexicano.
NOTAS INDISCRETAS…
Ahora que a la presidenta Sheinbaum se le escucha decir, un día sí y otro también, que desconoce acciones y decisiones del gobierno de Estados Unidos, repitiendo frases como “no fuimos informados”, “desconozco la información” o “vamos a exigir que nos informen”, en los círculos diplomáticos de la cancillería mexicana muchos se preguntan ¿qué está haciendo entonces el embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma Barragán? Se supone que la labor principal del representante mexicano en Washington es mantener informada a la Presidenta y de paso a su jefe el canciller De la Fuente, de lo que se mueve en los corrillos de la Casa Blanca y el Congreso estadounidense. Detectar posibles anuncios o políticas y acciones que involucren a México, a sus intereses, ciudadanos o a la relación bilateral, es parte de lo que debe estar enterado el embajador mexicano para adelantarse y alertar a Palacio Nacional y a la cancillería de lo que se esté fraguando, ya sea en el Capitolio, en el Senado o en la Casa Blanca y sus distintas dependencias y agencias. Pero por la forma en que a la Presidenta y a su gabinete se les ha visto sorprendidos, sin conocimiento y sin contexto de diversas acciones que están ocurriendo en contra de México o de sus intereses, está más que claro que algo está fallando en la labor del edificio del 1911 de la calle de Pennsylvania y particularmente en la oficina del embajador y hasta ahora no sabemos qué es lo que falla porque “no nos han informado” y “vamos a pedir, a exigir que nos informen”…Entre las huestes morenistas de varios estados de la República han empezado a circular imágenes gráficas que se les entregan a los comités de base del partido gobernante, en los que se les indica por colores de las listas y números de candidatos a la próxima elección judicial por quienes deben votar en los comicios del próximo 1 de junio. Por ejemplo, en una de esas gráficas que se distribuye en Jalisco, y de la que tiene copia esta columna, aparece como título “Poder Judicial, Circuito Judicial VI, Distrito Judicial 1 y 2”, luego aparecen dos columnas con los nombres de “hombres” y “mujeres” y están enlistados primero, con un cuadro morado, que indica la lista para votar por ministras y ministros de la Suprema Corte, los nombres de Batres Guadarama Lenia, con el número 03; Esquivel Mossa Yasmín con el 08; Herrerías Guerra Sara Irene, con el 16; Ortiz Half Loreta con el 22; Ríos González María Estela con el 26; Aguilar Ortiz Hugo, con el 34; Espinoza Betanzo Irving con el 41; Figueroa Mejía Giovani Hazael con el 43 y Guerrero García Aristides Rodrigo con el número 48. Luego, con el color Verde que indica la lista para elegir a los magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial, aparecen los nombres de De Gyves Zarate Eva Verónica con el 02; García Pérez Indira Isabel con el 04; Maya García Celia con el 09; Bátiz Vázquez Bernardo con el 23 y H León Tovar Rufino con el 31. Con el color azul, que indica la elección de magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación aparecen los nombres de Valle Aguilasocho Claudia con el 06; y Bátiz García Gilberto Guzmán con el 07. Finalmente con el color rosa, que indica la elección de Magistrados de Circuito, aparecen los nombres de Guevara y Herrera María Celia con el 03; Mendoza Aragón Ixel, con el 06; y Ceballos Daza José Luis con el número 13. El documento, nos dicen periodistas de Jalisco, se repartió como “documento interno de Morena” y fue distribuido a los comités del partido oficial en Jalisco. ¿Será que como dicen los memes en las redes sociales, en estas comicios judiciales “ya tienen los resultados y solo les falta hacer las elecciones”?...Se cierra la semana con una Escalera Doble. Buen fin de semana para los amables lectoras y lectores.
Salvador García Soto