La crisis de Michoacán por el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, que exhibió la lentitud e insuficiencia de la política de seguridad de la presidenta Claudia Sheinbaum, está provocando dos reacciones diferentes en México y en Estados Unidos.
Mientras aquí la presidenta Claudia Sheinbaum improvisa un “Plan Michoacán” que pretende emular los fracasados intentos de los últimos gobiernos del PRI y el PAN para rescatar a ese estado de las garras del narcotráfico que lo tiene controlado y dominado, en Estados Unidos crecen las señales y las advertencias, públicas y privadas, de que el gobierno de Donald Trump está a punto de iniciar acciones armadas unilaterales en contra de los cárteles de la droga mexicanos dentro del territorio nacional y el caso michoacano refuerza esa decisión estadounidense.
Porque si bien la respuesta de la doctora a la insurrección ciudadana que causó el crimen contra Manzo en la entidad michoacana pretende calmar la situación con el envío inmediato de más de 10 mil elementos militares al estado, la realidad es que la medida anunciada el pasado domingo no contempla, en ninguno de los conceptos anunciados por el gabinete de seguridad federal, el enfrentar, abatir y desmantelar a los dos grupos criminales que provocaron la crisis michoacana: el Cártel Jalisco Nueva Generación, que habría ordenado el asesinato de Manzo, y los Cárteles Unidos.
El secretario de la Defensa, general Ricardo Trevilla, habló en su intervención el pasado domingo, durante la presentación de dicho plan, de “sellar a Michoacán” para evitar que los grupos criminales entren al territorio del estado, en clara alusión al CJNG que llegó desde el vecino estado de Jalisco para intentar “limpiar” y dominar el atractivo y estratégico territorio michoacano.
Lo que no se entiende de los dichos del secretario es si antes de “sellar” a la entidad occidental, primero van a acabar con las células delictivas, tanto del Cártel Jalisco como de los Cárteles Unidos o si la fuerte presencia militar solo intentará funcionar como un disuasivo para la acción de esos grupos que hoy tienen controladas y dominadas las tres regiones michoacanas.
Si no hay una determinación de enfrentar y eliminar a todas esas células del narco que hoy operan en Michoacán, sean del cártel que sean, algo que no dijeron ni se comprometieron el general Trevilla ni el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, lo único que estarían haciendo en el gobierno de Sheinbaum, una vez más como ya lo hicieron el gobierno de Felipe Calderón y el de Peña Nieto, sería tratar de apaciguar las aguas en Michoacán para que, unos meses después, los operativos federales sean retirados dejando al estado más o menos tranquilo, pero de nuevo a merced del crimen organizado.
Porque al final, el de seguridad es el único componente real del improvisado plan con el que la doctora Sheinbaum intenta paliar y contener la crisis política, social y electoral que se le vino en Michoacán tras la trágica muerte de Manzo. Los otros anuncios, como los 57 mil millones de pesos que anuncian como inversión, son un engaño porque no se trata de recursos extraordinarios que estén siendo considerados en el recién aprobado Presupuesto Federal de Egresos 2026; en realidad lo que hicieron en la Presidencia fue sumar los distintos rubros presupuestales, ya destinados a Michoacán, para dar una cantidad llamativa, sin que se explique bien si hay algún incremento o asignación extraordinaria al presupuesto federal que ya tenía asignado el estado.
Así que, si no funciona el plan de seguridad contemplado dentro del llamado “Plan Michoacán”, todo lo demás son enunciados y buenas intenciones que difícilmente podrán ser medidos y lograrán apagar la inestabilidad y la enorme inconformidad ciudadana que ha aflorado en tierras michoacanas donde los gritos de “¡Fuera Morena!” y “¡Fuera Claudia!” han resonado, junto con la amenaza de un voto de castigo para el partido oficial en 2027 que ya ha sido proclamada y declarada por la nueva alcaldesa de Uruapan y lideresa del “Movimiento del Sombrero”, Grecia Quiroz.
Y mientras la doctora intenta desesperada apagar el fuego que se le encendió en Michoacán –o que le encendieron según teorías conspiratorias que ubican una operación interna de los grupos más radicales de Morena contra la presidenta-, las presiones en contra de su gobierno, para que se decida a acompañar la guerra trumpista contra los Cárteles mexicanos, arrecia.
A las versiones difundidas por la cadena NBC sobre la preparación de “operaciones armadas del gobierno de Donald Trump contra los cárteles de la droga en territorio mexicano” que no han sido desmentidas por la Casa Blanca, se suman declaraciones oficiales de personajes como la directora Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, Tulsi Gabard, quien en un comunicado reciente declaró que se prepara un ataque de las fuerzas de su país en territorio de México: “No vamos a permitir que los cárteles de la droga que amenazan a los norteamericanos puedan moverse libremente, ya sea en Estados Unidos o cruzando la frontera en México, nuestro equipo del Centro Nacional de Contraterrorismo está en vigilancia permanente, preparando el momento para atacar”, dijo la funcionaria de Washington.
Si a eso se le suma la detención del líder de plaza del Cártel de Sinaloa en Ciudad Juárez, Leonardo Daniel Martínez Vara, alías “El Pato”, ocurrida el pasado 15 de octubre, mediante un operativo diseñado y planeado por las agencias de seguridad de Estados Unidos y del gobierno de Texas, que armaron todo el seguimiento, ubicación y solamente pidieron el apoyo de un Grupo de Fuerzas Aéreas Especiales del Ejército mexicano para detener al narco mexicano, que está en proceso de ser entregado al gobierno estadunidense.
Es decir, que todo apunta a que la paciencia del otro lado del Río Bravo ya se agotó y que, tras un año de pedirle a la presidenta Claudia Sheinbaum que se sume a una ofensiva militar y armada entre los dos países para “desaparecer a los cárteles mexicanos”, y tras las reiteradas y demagógicas respuestas de la mandataria mexicana de una supuesta defensa de la “soberanía” que hoy no tiene sino los narcos mexicanos, lo que viene muy pronto son el inicio de operaciones armadas a distancia con las que Estados Unidos comenzará a hacer el trabajo que se niega a hacer la gobernante mexicana.
Y Michoacán le terminó de dar al gobierno de Trump el pretexto y la justificación perfecta para actuar unilateralmente contra el empoderado y protegido narco mexicano.
NOTAS INDISCRETAS… Por cierto que el plan del gobierno federal para supuestamente rescatar a Michoacán, comete otro error que también cometieron los gobiernos de Peña y Calderón en sus sonados fracasos en tierras michoacanas: la de mantener a los gobernadores que en su momento, tanto en el sexenio del panista como en el del priista, ya habían sido rebasados y sometidos por el crimen organizado. En su momento Felipe Calderón intentó entrar a su tierra a rescatar al gobierno perredista de Lázaro Cárdenas Batel, que según los panistas fue quien pidió la intervención federal y aquella fatídica declaración de “Guerra contra los narcos”, algo que claramente no logró el calderonismo que terminó dejando peor al estado con todo y el fracaso también de Cárdenas Batel, hoy por cierto flamante Jefe de la Oficina presidencial de Claudia Sheinbaum. Luego vino Calderón que en lugar de remover al inútil gobernador Fausto Vallejo, cuya administración estaba metida con Servando Gómez “La Tuta” y sus Caballeros Templarios, prefirió mandar al nefasto Alfredo Castillo, quien llegó en calidad de virrey a Michoacán y terminó negociando con los criminales y obteniendo beneficios económicos mientras simulaba el desmantelamiento de los cárteles y perseguía y hostigaba a los grupos de autodefensa y a sus líderes. Peña también dejó a Michoacán igual o peor de como estaba cuando intentó “rescatarlo”. Hoy la presidenta Sheinbaum vuelve a cometer el mismo error al no tener la fuerza o la decisión (porque tal vez no la dejan) de buscar la remoción constitucional del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, quien además de su incapacidad y su indolencia manifiestas para combatir a los narcos con los que parece tener también complicidad o al menos tolerancia, también ha sido repudiado y rechazado por los michoacanos de las tres regiones en la ola de protestas que vive el estado. Ramírez Bedolla es un “peso muerto” con el que va a cargar la presidenta en su intento de rescate michoacano y, a juzgar por su cínica aparición en el anuncio del plan federal que propone hacer el trabajo que él no hizo, el gobernador morenista será un estorbo y un obstáculo para que funcione el plan de buenas intenciones anunciado por la presidenta. En fin, que Michoacán no se salvará, está más que visto, por la acción de los gobernantes, sean del color o partido que sean, sino por sus valientes ciudadanos que hoy están en las calles y con la voz en alto, amenazando con sacar a Morena del poder en el 2027… Los dados repiten Serpiente. Semana intensa.

