Los jóvenes están enojados con el gobierno por dos razones. La inseguridad y la corrupción.
—No hay ningún lugar seguro en México —dijo Alexander Sánchez, de 21 años. —Todos los partidos han sido lo mismo —agregó—: corruptos.
Y tienen razón los jóvenes. La corrupción y la inseguridad son lo peor de nuestro país y son condiciones que se engranan entre sí. La corrupción ha impedido una lucha eficaz contra el crimen, porque el crimen ha infiltrado a los sucesivos gobiernos que lo debieron combatir.
Caramba, ojalá ese reclamo simple y certero de la Generación Z hubiera llenado las plazas del país con gente de todas las edades el pasado sábado 15 de noviembre.
Pero lo impidió precisamente la corrupción de la partidocracia. El PRIAN y un empresario sicópata secuestraron el impulso.
Sucedió así.
La Generación Z se citó por las redes sociales a una marcha el 15 de noviembre.
Raudos, los publicistas del PRIAN y Salinas se adueñaron del llamado magnificándolo con millones de bots instalados en México, Argentina y España, mientras sus periodistas afines hacían lo propio en los medios nacionales.
Hasta el logo de la marcha de la Generación Z se piratearon: la imagen de anime de un pirata.
La paradoja: el pirata los pintaba bien a los ladrones.
Entonces la Generación Z dijo:
—No vayan a esa marcha del PRIAN —y citaron a una marcha previa el sábado 8 de noviembre, que por su premura y poca difusión resultó raquítica.
Bueno, ya estando la marcha secuestrada, Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, es asesinado el 1 de noviembre, y el PRIAN y Salinas también se apropian de su estampa y legado, y agregan al logo del pirata el sombrero vaquero de Manzo.
Pero la viuda del alcalde asesinado también se deslinda de la marcha que viene.
—No sé quiénes encabezan esa marcha —dice. –No iremos con ellos.
Nada detiene sin embargo el abuso del PRIAN y de Salinas. Sus medios y bots eclipsan la declaración de la viuda.
Y por fin los publicistas de la Derecha tratan de volver algo más a la marcha: una intentona de ingreso a Palacio Nacional; contratan mil porros profesionales que se presentan en el Zócalo de la CdMx con herramientas de calibre para derribar las vallas metálicas que lo rodean. Martillos, cadenas, alicates y proyectiles explosivos.
El éxito del asalto al Palacio es improbable, pero eso es lo de menos. Lo que los publicistas buscan es provocar imágenes gemelas a las del golpe de Estado que los jóvenes de la Generación Z dieron en Nepal y primas hermanas a las de los acólitos de MAGA entrando al Capitolio en Washington, hace 5 años.
Esto es crucial para entender a la Derecha de hoy: les importa la narrativa por encima de los hechos reales; todavía más: provocan hechos solo para ilustrar su narrativa. Tanto así que hoy sus decisiones se toman en despachos de publicistas.
La intención es en realidad trasladar en la narrativa la lucha política a la violencia física. Llevar a los descontentos con el gobierno a la ira pura de la ultra-derecha. Ya lo sabe la ultra-derecha internacional: las masas se vuelven más adictas a la rabia colectiva que al sexo íntimo.
Que la gente-gente se golpee en las plazas entre sí: los líderes y Salinas verán las trifulcas, las patadas, la sangre, los llantos, sentados en sillones de los despachos de los publicistas; igual que Trump cada noche desde su cama fría observa en pantallas planas a los policías de ICE sometiendo a golpes y patadas a los indocumentados.
Todo está listo para que empiece el gran show de la violencia.
Y empiezan a suceder los hechos.
A la Marcha de la Generación Z en la CdMx asisten 17 mil personas, 9 de cada diez mayores de 30 años.
Los medios sin embargo sientan a sus mesas de análisis a jóvenes que no pertenecen al núcleo que convocó la marcha, sino al PRI al PAN o a Grupo Salinas.
En la madrugada del día siguiente, parten desde España, Argentina y los EUA miles de mensajes a las redes, exclusivamente con las fotos y videos de los momentos violentos de la marcha, y aseverando que en México inicia una “revolución”.
Y Trump el lunes declara lo que su equipo le ha apuntado en un párrafo que declare: México está al borde de la violencia y los EUA considera invadirlo.
De todo el estruendo del caos quedan solo dos verdades.
Como lo dice la Generación Z, los partidos sí son una lacra.
El PRI y el PAN en particular no solo son irremediablemente corruptos, son además contagiosos: lo que tocan lo pervierten.
Y Morena sigue dormida y soñando que puede gobernar sin encarar la corrupción entre sus filas, y sin que la corrupción termine de pudrir su proyecto como pudrió al del PRIAN.
Otra verdad más, la más útil.
El reclamo contra la corrupción y la inseguridad sí es el reclamo más urgente y generalizado de nuestra sociedad.
Ojalá por fuera de los partidos se convocara a una marcha donde los ciudadanos lleváramos como pancartas las fotos de los corruptos impunes, nuestros verdaderos enemigos.
Adán Augusto, Alito, Cuauhtémoc Blanco, Pedro Haces, Peña, Salinas Pliego, etc.
¿Podríamos unirnos los ciudadanos contra ellos, los corruptos?
Deberíamos.
Acá dejo la idea.

