Lo que sucedió anoche en Morena fue nuevo. La espera. La incertidumbre. Y un método objetivo y numérico de tomar decisiones.
Señal de que lo que estaba operando no era un dedazo. Ni un dedito.
En el gigantesco vestíbulo del Hotel Camino Real, atiborrado de los equipos de los distintos candidatos, había una palpable incertidumbre y las conversaciones no versaban sobre si el Presidente o si la Señora del Bastón de Mando elegirían a tal o a cual.
Versaban sobre números. Abundaban las hojas con cálculos complejos. Por momentos aquello parecía un congreso de matemáticos. Cientos de personas con anteojos puestos y atendiendo cálculos.
Eso fue lo novedoso. Un método numérico fijo, a mi parecer demasiado complejo, pero que operó hasta el final sin torceduras ni abortos.
En todo caso, ayer, en la elección interna de Morena, ganó el estilo de una científica, Claudia Sheinbaum.
Segunda lección. Las mujeres siguen siendo menos competitivas en las elecciones que los hombres.
A lo largo de la noche fue impactando la evidencia. 7 de 9 encuestas las ganaron hombres. Eso a pesar a la intensa propaganda de que es “Tiempo de mujeres”.
Pues sí: México sigue siendo machista. La mayoría de las y los electores siguen prefiriendo entregar su confianza a hombres, antes que a mujeres.
Y por eso tiene sentido la acción afirmativa que ordenó el INE, la de forzar a que los distintos bandos políticos tengan mitad de candidatas, para disolver esa desconfianza sexista. A más gobernadoras, habrá menos temor a que las mujeres gobiernen.
Tercera lección, que va sobre las lecturas de la comentocracia mexicana.
Todo el día de antier viernes, aparecieron en X los augurios de conspicuos comentaristas —y casi todos partían de la suposición de que lo que sucedería en la noche sería una farsa.
Una ceremonia fingida para ocultar una pugna palaciega, donde un Rey y su hija mayor y heredera, decidirían a los triunfadores.
“Puedo adelantarles que el Presidente ya decidió, y será Clara”. El tuit de un renombrado periodista.
“Pretender que Omar no era el preferido de Claudia e ignorar que AMLO no lo quería a él sino a Clara es pedir que nos tapemos ojos y oídos ante las montañas de evidencia en contrario. ¿A quién crees que engañas?” El tuit de un profesor de periodismo.
Hacía unas semanas los mismos comentaristas daban por hecho que Clara era una candidata esquinada, la preferida solo de los “duros” y “radicales” de la Izquierda, y que Harfuch era el candidato de AMLO y de Claudia, y por eso ganaría.
De pronto, ante el evidente ascenso de Clara en las encuestas, los analistas re-escribieron el pasado inmediato y Clara siempre fue la candidata de Amlo, y ellos hace meses ya lo sabían.
¿Cuáles son sus “montañas de evidencias”?
Cuidado, que voy a enumerarlas: cero.
Ni siquiera una fotito del presidente tomándose una cerveza clara.
Moraleja. La mayoría de los analistas nunca se equivocan, porque si se equivocan se les olvida.
Cuarta y final lección. Y sin embargo, también es cierto que Clara Brugada, una líder social con un proyecto inspirador, perdió la encuesta ante un policía que no sabe siquiera definir la palabra Izquierda, y que solo la regla paritaria, aplicada de acuerdo a un criterio numérico, le otorgó a Clara la candidatura.
Si Morena quiere garantizar su perfil de partido de Izquierda, tendrá que modificar el universo de sus encuestas. Mientras sean abiertas a electores variopintos, los candidatos elegidos serán variopintos. De Derecha, de Izquierda, despistados y abstencionistas.
A mi entender, es esta la reflexión pendiente de mayor trascendencia para Morena. Ser o no ser de Izquierda.
Suma total. Antier ocurrió en la interna de Morena algo nuevo y subversivo.
La gente (a través de un método numérico) eligió.