El problema de Xóchitl es que no tiene un proyecto.
Bueno, sí lo tiene: ganar la presidencia y gobernar al país.
Pero para eso, para gobernar al país, no tiene un plan: una oferta que hacerles a los electores: un proyecto.
De ahí que cuanto les dice a los electores son ideas sueltas. Algunas muy graciosas. Algunas combativas. Otras interesantes. Otras magníficas: “Hoy les ofrezco la Victoria”. Pero son ideas sueltas, no estructuradas en una visión para el país.
De ahí que el tiempo las viene borrando parejamente. Nadie sabe ya qué dijo sobre qué cosa ni dónde.
¿Y por qué no tiene Xóchitl un proyecto que ofertar a los electores?
Porque el Frente Opositor que representa tampoco tiene un proyecto.
Vaya, cada uno de los 3 partidos que forman al Frente carece hoy de un proyecto.
Bueno, otra vez, cada cual sí tiene el proyecto de volver al Poder y ocupar sus escritorios y privilegios.
Pero para el país ninguno tiene una visión.
Xóchitl podría imponer un proyecto. Podría empezar a hablar de lo que haría como presidenta y con quién y en dónde. Tiene la capacidad intelectual y la generosidad de miras para hacerlo.
Pero resulta que el Frente —que no tiene un proyecto— tampoco le quiere dar la autoridad para que ella enuncie el proyecto.
—No puedo imponer mi opinión sobre el aborto –dijo Xóchitl recién en una entrevista—porque ahora represento a un Frente y debo respetar todas sus opiniones.
Ah caramba, entonces si ella es presidenta, ¿permitiría una cruzada de sus huestes de Derecha para vetar el derecho de las mujeres a abortar, tal como esas huestes conservadoras lo hicieron hace ocho años, y al mismo tiempo ordenaría que en los hospitales del Estado de todo el país el aborto sea higiénico, libre y gratuito?
Porque el dictamen de la Suprema Corte de Justicia que despenalizó el aborto indica que eso, ponerlo a disposición federalmente, es lo que sigue.
—No, es que tengo que respetar todas las opiniones en el Frente –ha dicho Xóchitl.
Esto, amables lectores, es Kafka.
Ve a seducir al pueblo de México con nada, le han dicho a Xóchitl. Con palabras, con gestos. Con simpatía. Tú eres el mensaje. Tu biografía es el mensaje. Tus huipiles son el mensaje. Ve a decirles que tú mandarías mejor que nadie, pero no te damos el mando ni de tu campaña.
No te preocupes, Xóchitl. Al fin la gente vota así, por personalidades. Lo que los fans son a los famosos, enamorados que nada les piden sino el privilegio de adorarlos, los electores lo son a los políticos.
Fantasías que están refutando las encuestas. Luego de dos meses de gira por el país, de maravillosos anuncios en las redes y mil y una entrevistas, solo un tercio de la población declara que votaría por Xóchitl –el mismo tercio que desde el año 2018 declara que detesta a la 4T.
Y es que hoy en México las emociones políticas giran en torno a un proyecto, el de la 4T. Estás a favor de ese proyecto o estás en contra: así se define la gente a sí misma.
En contraste, la adversaria de Xóchitl, Claudia Sheinbaum, apenas habla de su vida personal. No bromea. Es más que seria, es austera de emociones. Pero lo que nadie duda es lo que representa. El proyecto de la 4T. Y nadie duda que ha recibido su mando.
Si algo, los electores empiezan a exigirle que no desfigure el proyecto que hereda, al abrir sus puertas a demasiados oportunistas prófugos de la Oposición.
Ante Claudia, Xóchitl se ve naif. Vacía. No fiable. Y de hecho seguirá siendo todo eso, mientras no tenga un proyecto que ofrecer a la gente.
Y no es que la Oposición no haya intentado hacerse de un proyecto.
Hace 5 años, Claudio X. prometió que lo redactaría él mismo a su escritorio; hace 2 años se dijo que una magna consulta ciudadana arrojaría el documento; hace medio año se le encargó la hazaña a un ex secretario de Hacienda, José ángel Gurría.
Y nada, la Oposición sigue sin proyecto.
Para los sicoanalistas la incapacidad de tantos señores serios e inteligentes de transformar su deseo de mandar en un proyecto que ofrecer.
Bueno, el tiempo soluciona muchas cosas. Para julio del 2024, donde los electores iremos a votar, de seguro la Oposición ya tendrá algún proyecto que ofrecernos.
O no.
Ya se verá.