Con estas palabras y con lágrimas un padre se dirigió a la secretaria de Gobernación, que en el sexenio pasado estuvo encargada de la seguridad en el país y que, junto con López Obrador, carga en su haber la cantidad de más de cincuenta mil desaparecidos. “Aunque sea un huesito” para "darle cristina sepultura" a mi hijo, es el reclamo de miles de madres y padres que con su búsqueda incesante han logrado visibilizar la tragedia que significa la desaparición de personas en México. No en vano el Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada pone a nuestro país bajo la lupa. Y frente a esta trascendente decisión, el oficialismo niega lo que los familiares, sobre todo las madres, gritan a todo pulmón: si el crimen organizado ha desaparecido a hombres y mujeres es porque cuentan con la complicidad de distintos niveles de gobierno. Pero no sólo eso. Lo que no se puede ocultar es que elementos de las fuerzas armadas y de las policías han cometido este ominoso delito, de ahí que cientos de denuncias ante la ONU tengan que ver con ello. Sorprende e indigna la reacción de quienes hoy detentan el poder, particularmente del presidente del Senado. Los que ayer decían que fue el Estado en el caso de Ayotzinapa, hoy se deslindan y pretenden borrar, como lo hicieron afuera de ese recinto legislativo, las huellas de esta tragedia. Pero, así como ayer negaban la producción de fentanilo o la existencia de narcolaboratorios en nuestro país, hoy han reconocido esta situación y actuado en consecuencia por las presiones de Estados Unidos, también han tenido que reunirse con las y los familiares cuya sola presencia es el testimonio vivo de que en realidad nos faltan más de 125 mil personas y que el Estado mexicano tiene la obligación de encontrarlos y de frenar este delito. Por eso resulta indignante la reacción del partido en el poder y de sus aliados al pretender que esta decisión es producto de una intromisión política y de un ataque al gobierno, y aún más ofensivas resultan las declaraciones de la titular de la CNDH que, en lugar de proteger a las víctimas, se dedica a cubrirle las espaldas a los responsables de la violencia y la inseguridad que se viven en el país. Al renegar con ello del legado de su madre y de la lucha por encontrar a su hermano desparecido, Rosario Piedra ha ignorado el dolor de muchas madres que, como la suya, construyeron una causa al buscar a sus hijos.
La Presidenta no ha tenido la sensibilidad de reunirse con las madres, pero al menos ha ordenado que sí lo haga la segunda en el mando. Y ha enviado iniciativas a las Cámaras que, si bien importantes, carecen de lo más elemental: el reconocimiento de la figura de buscadoras que deben contar además con todo el apoyo y el respaldo del gobierno en una tarea que le corresponde al mismo. La titular del Ejecutivo ha dado pasos en el reconocimiento de esta trágica situación, pero en este esfuerzo parecen no acompañarla sus correligionarios que, sin rubor alguno, ordenaron eliminar fotos y frases expuestas en las bardas del Senado. Pero como dijeron ellos: negar y ocultar es desaparecer. Es revictimizar a quienes lo único que desean es darle cristiana sepultura a quienes les faltan. Se muestran como lo que son: indolentes y miserables.
Política mexicana y feminista