Las mejores estrategias no dependen de la fuerza, sino de la inteligencia, la anticipación y el cálculo preciso de cada movimiento. Por eso, El arte de la guerra, de Sun Tzu, sigue siendo un texto vigente para comprender el liderazgo político en contextos como el actual.

Este tratado milenario sostiene que el verdadero líder no es quien pega primero, sino quien observa, calcula y actúa en el momento justo, evitando el desgaste innecesario. Lo anterior cobra un significado especial, si lo observamos desde la óptica de la política internacional.

Sun Tzu también advertía sobre el peligro de la rigidez. Afirmaba que los líderes sabios saben cuándo ceder, cuándo resistir y cuándo transformar una amenaza en una oportunidad. Ese es el contraste entre quien gobierna con cálculo y quien gobierna con impulso.

Vivimos tiempos en los que la política global parece una batalla en la cual no hay treguas ni escenarios neutrales. Cada nación juega en un tablero donde la diplomacia, el comercio y las alianzas estratégicas son los nuevos frentes de combate.

En ese tablero, México y Estados Unidos (EU) son dos piezas clave que, aunque obligadas a convivir por la geografía y la historia, atraviesan fases cíclicas de tensión y entendimiento, sobre todo cuando un hombre como Donald Trump gobierna en el vecino país.

Y es que los primeros cien días del segundo mandato de Trump fueron una réplica amplificada del primero, pero con menos ataduras y más fanatismo. Desde el día uno, dejó en claro al mundo que no busca consenso, sino obediencia. Con más de 140 órdenes ejecutivas firmadas en tres meses, ha marcado la agenda política que impulsó desde su campaña.

Tal agenda incluye el reforzamiento de las fronteras, discursos antiinmigrantes, recortes al gasto social, ataques al Poder Judicial y salidas unilaterales de organismos internacionales, todo lo cual ya ha provocado movilizaciones masivas en varias ciudades, fracturando más a la ya de por sí polarizada sociedad estadounidense.

A pesar de haber conformado un equipo más leal y funcional, en estos tres meses su gestión no logró mayor aprobación. Las últimas encuestas lo ubican por debajo del 41 por ciento de aceptación. Además, en materia internacional, tomó un camino solitario, alejándose de aliados tradicionales, reviviendo tensiones con China y apostando por el proteccionismo, incluso dentro del marco del T-MEC.

Para México, esto ha representado un reto mayúsculo. En otro momento, este escenario habría detonado una crisis económica o una guerra de declaraciones. Pero no esta vez, ya que la Presidenta Claudia Sheinbaum, con cabeza fría, ha respondido con una estrategia que prioriza el diálogo sin ir en menoscabo de la soberanía nacional. Trump apuesta por la confrontación; la mandataria mexicana, por la templanza.

Mientras el Presidente de EU reactivaba su ofensiva arancelaria a escala global, el Gobierno de México se movió con inteligencia, reforzando el mercado interno y la atracción de inversión extranjera directa, además de realizar negociaciones comerciales sin estridencias, pero con resultados concretos.

Un claro ejemplo de ello fue la reciente resolución sobre las autopartes mexicanas, que logró mantener exentas de aranceles del 25 por ciento, gracias a una interpretación favorable del T-MEC y a una mesa permanente de trabajo con autoridades estadounidenses. Este triunfo no fue producto del azar, sino del trabajo meticuloso y de una política exterior firme, pero respetuosa.

El resultado no es menor: más de 70 mil millones de dólares en exportaciones mexicanas fueron protegidos de la ofensiva comercial estadounidense. Y, al mismo tiempo, el Plan México, que busca fortalecer la economía interna, comienza a dar señales alentadoras.

La cartera de inversión ya supera los 200 mil millones de dólares, y se ha instalado un sistema para facilitar los permisos que aceleren los proyectos estratégicos. Así se construye soberanía en tiempos de incertidumbre: con visión de Estado, no con discursos altisonantes.

Es importante subrayar que, para la Cuarta Transformación, la política exterior no es ajena al bienestar del pueblo. Por ello, un acuerdo comercial bien negociado significa empleo, estabilidad de precios y desarrollo regional. Este es el enfoque, precisamente, del Humanismo Mexicano.

En política, los primeros cien días de un gobierno suelen marcar el tono de lo que vendrá y, en el caso del segundo mandato de Donald Trump, podemos anticipar que el mundo seguirá enfrentando tensiones climáticas, geopolíticas, sociales y económicas.

Mientras el vecino país opta por el proteccionismo y la guerra arancelaria, México, con el liderazgo de nuestra Presidenta, eligió un camino que no ignora los riesgos, pero que tampoco se arrodilla ante ellos.

Hablamos de una ruta en la que la soberanía se defiende con inteligencia; la dignidad no se grita, sino que se ejerce, y la firmeza no está reñida con la diplomacia. Y esa, sin duda, constituye la mejor estrategia y el mayor de los contrastes.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

X y Facebook: @RicardoMonrealA

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS