Sabina Berman, quien durante años fue empleada de TV Azteca sin expresar críticas hacia mí o la empresa, ahora ofrece cuestionamientos constantes a mi persona y mis compañías. En su último artículo afirma que “Salinas lleva enamorado de la palabra Libertad ya dos décadas”. Pero se equivoca. Yo he estado siempre enamorado de la libertad. La he defendido no porque sea conveniente o mejor para los negocios, sino porque solo la vida en libertad es digna para un ser humano. Quienes no tienen libertad para pensar, en cambio, expresan opiniones liberales cuando trabajan para una empresa, pero se convierten en gobiernistas cuando están a sueldo del gobierno.

Por supuesto que he leído, como ella sugiere, Caminos de servidumbre de Friedrich Hayek, un clásico, pero mis convicciones liberales no surgieron solo de esa lectura. El liberalismo tiene raíces profundas. Muchos otros pensadores la defendieron antes que Hayek. Pero es claro que Sabina no solo no ha leído a Hayek, sino que ni siquiera sabe quién fue. Lo describe con desprecio como un “filósofo judeo-alemán”, sin saber que fue austriaco, que nació católico y que se hizo agnóstico con el tiempo.

La ignorancia de Sabina se exhibe también en su afirmación de que la libertad para Hayek “significa algo bastante estrecho…, que los empresarios realicen negocios sin ningún tipo de restricciones impuestas por el Estado”. Quizá Sabina no leyó Caminos de servidumbre o las muchas otras obras de Hayek, pero ese volumen señala que “hemos abandonado progresivamente la libertad en asuntos económicos sin la cual la libertad personal y política nunca ha existido en el pasado”. Sí, los gobiernos que destruyen las libertades económicas acaban también con las libertades personales y políticas. Hay muchos ejemplos, entre ellos la Unión Soviética de Stalin o la Alemania del nacionalsocialista Hitler. Las críticas de Hayek al régimen nazi lo obligaron a dejar su Austria natal y establecerse en el Reino Unido.

Los gobiernos que han respetado la libertad económica y la propiedad privada han dado a sus pueblos una mayor prosperidad, pero también libertades personales y políticas. En cambio, los que han eliminado las libertades económicas se han convertido en brutales dictaduras, como Cuba o Venezuela.

La señora Berman critica el régimen de Javier Milei en Argentina, al cual le achaca falsamente el empobrecimiento de la población. Olvida que Argentina fue uno de los países más ricos del mundo bajo la constitución liberal de Juan Batista Alberdi, pero que fueron los peronistas, que estuvieron en el poder en Argentina, con breves excepciones, desde 1946, los que establecieron las leyes populistas que empobrecieron al país. Milei solo ha sido presidente desde el 10 de diciembre de 2023. Aun así, la inflación ha bajado de 211.4 por ciento en 2023 a 31.8 por ciento en septiembre de 2025, lo cual ha beneficiado principalmente a los más necesitados. La pobreza, que era de 52.9 por ciento en el primer semestre de 2024, bajó a 31.6 por ciento en el primer semestre de 2025. Es un logro enorme en un solo año.

Esto no quiere decir que todo lo que hace el gobierno de Milei sea positivo. Solo alguien como Sabina, que aplaude todo lo que hace el actual régimen mexicano, puede pensar en términos tan cerrados. Milei, por ejemplo, ha manipulado el mercado cambiario para mantener fuerte al peso argentino, pero la experiencia demuestra que es mejor dejar el tipo de cambio a la libre oferta y la demanda.

Dice Sabina que el problema de la “teoría neoliberal”, o sea, el pensamiento liberal, es que no funciona, y cita como prueba las afirmaciones de Joseph Stiglitz, un economista izquierdista estadounidense que ha alabado el sistema cubano y ha cuestionado a Venezuela por ser un “capitalismo de bodegas” y no un país realmente socialista. Quizá debiera abrir los ojos y comparar cómo se vive en los “infiernos capitalistas”, como Estados Unidos, Canadá o Suiza, y en los “paraísos socialistas” de Cuba o Venezuela.

Pero el liberalismo no es solo cuestión de libertad económica. Deirdre McCloskey, la economista liberal estadounidense, ha argumentado que las libertades personales que han beneficiado a las mujeres y a los homosexuales en los países liberales son producto de la prosperidad surgida de las libertades económicas. “El liberalismo sí funciona”, afirma McCloskey en Why Liberalism Works. “El muy difamado ‘capitalismo’ ha elevado el ingreso real por persona de los más pobres desde 1800 no en 10 o 100 por ciento, sino en más de 3,000 por ciento”. Este “gran enriquecimiento”, nunca visto en la historia, ha transformado la vida de miles de millones de personas. Esto mismo han señalado los ganadores del Premio Nobel de economía de este 2025, Joel Mokyr, Peter Howitt y Phillippe Aghion. Se equivoca la señora Berman al pensar que solo hay un economista en el mundo, el muy desacreditado Stiglitz.

El punto fundamental que no ha entendido lo señaló un filósofo estadounidense, Henry Hazlitt: “El amor de la libertad es el amor por los demás; el amor del poder es el amor por nosotros mismos”. Quienes ejercen el poder y buscan limitar la libertad de los demás solo se preocupan por su beneficio propio; los liberales, en cambio, piensan en los demás. Por eso el liberalismo ha logrado que la pobreza extrema en el mundo se desplome de 94 por ciento de la población a menos de 10 por ciento en la actualidad. Las caídas de la pobreza en los distintos países están correlacionadas con su liberalización económica. En China, el comunista Mao Zedong dejó una China sumida en la miseria, pero cuando Deng Xiaoping abrió la economía en la década de 1980 el país empezó a tener crecimiento y prosperidad.

El liberalismo es el único camino para construir sociedades prósperas, pero la prosperidad es solo un objetivo. El propósito fundamental de la libertad es vivir en dignidad como seres humanos. Por eso, sí, estoy enamorado de ella.

Presidente y fundador de Grupo Salinas