Por Ana González-Barrera

Desde mediados del siglo XX, México ha sido conocido principalmente como un país de emigración, con millones de mexicanos buscando nuevas oportunidades en Estados Unidos. Sin embargo, el panorama está cambiando. En lugar de solo ser un país de tránsito o de partida, México se está consolidando como un destino preferido para una creciente cantidad de migrantes de todo el mundo.

Este fenómeno no solo afecta a la política migratoria de México, sino que también plantea preguntas clave: ¿está México preparado para recibir y adaptarse a este nuevo rol? ¿Estamos listos para considerar a México como un país de destino, y no solo de tránsito?

La migración de retorno: Un regreso inesperado

Un fenómeno interesante que está tomando fuerza es la migración de retorno: los mexicanos que durante años vivieron en Estados Unidos y ahora optan por regresar a su país de origen. Muchos de ellos están motivados por factores como la incertidumbre política en EE. UU., políticas migratorias más estrictas y la posibilidad de una mejor calidad de vida en México, que ha avanzado en áreas como la tecnología y la infraestructura.

Este grupo de migrantes no solo trae consigo historias de lucha y adaptación, sino que también se presenta con una valiosa oportunidad para el desarrollo económico de México. Con nuevas habilidades y, en muchos casos, capital suficiente para invertir en pequeños negocios o propiedades, los migrantes retornados contribuyen al dinamismo económico de diversas comunidades. Para Estados Unidos, este regreso podría implicar una nueva dinámica en los flujos migratorios, especialmente si los retornados logran establecerse con éxito en sus ciudades de origen.

México también ha tenido que enfrentar el creciente número de migrantes centroamericanos y sudamericanos que atraviesan su territorio en busca de una vida mejor. En su mayoría, estos migrantes huyen de la violencia, la pobreza extrema y la falta de oportunidades en países como Venezuela, Honduras, El Salvador y Guatemala. Según la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), más de 130,000 personas solicitaron asilo en México solo en 2022.

A pesar de que muchos de estos migrantes tienen como objetivo final llegar a Estados Unidos, México se ha convertido en un refugio temporal, o incluso permanente, para muchos. El gobierno mexicano ha implementado políticas para gestionar este flujo, pero el proceso es complejo. Mientras que en algunos casos se han dado avances en el trato humanitario, también se han generado tensiones, tanto a nivel local como nacional, con respecto a los recursos y la infraestructura necesarios para enfrentar este desafío.

Para los estadounidenses, el aumento de migrantes en México debería ser un punto de reflexión. En lugar de ver a México como un simple corredor hacia el norte, es necesario comprender que el país ha comenzado a jugar un papel más activo y estratégico en los flujos migratorios internacionales, lo que podría modificar las dinámicas en la región.

Los jubilados estadounidenses: Un fenómeno creciente

Otro fenómeno que puede sorprender a muchos es la llegada de jubilados estadounidenses a México. De acuerdo con la Secretaría de Turismo, cerca de un millón de estadounidenses viven actualmente en México, y muchos de ellos han optado por mudarse al país por razones económicas. Las ciudades de San Miguel de Allende, Mérida y Puerto Vallarta se han convertido en puntos populares para expatriados que buscan una vida más asequible, tranquila y con un costo de vida más bajo que en muchas partes de Estados Unidos.

Este flujo de jubilados estadounidenses está teniendo un impacto significativo en la economía local. Al tener un poder adquisitivo relativamente alto, estos migrantes contribuyen al sector inmobiliario, revitalizan comunidades más pequeñas y fomentan el turismo. Sin embargo, también surgen inquietudes sobre la gentrificación y el aumento de la desigualdad social en algunas áreas.

Para los estadounidenses que consideran mudarse a México, la cuestión va más allá de las ventajas económicas. El país ofrece una rica cultura, una vida más relajada y una fuerte comunidad de expatriados, pero también es necesario evaluar la adaptabilidad de las ciudades mexicanas para integrar tanto a migrantes internacionales como a sus propios habitantes.

La creciente llegada de migrantes a México —ya sean mexicanos que regresan, centroamericanos y sudamericanos buscando asilo o estadounidenses jubilados que eligen establecerse— representa un cambio en las dinámicas migratorias. México ya no es solo un lugar de tránsito o de salida, sino que está emergiendo como un destino clave para quienes buscan mejores oportunidades.

Este cambio trae consigo importantes desafíos: México debe asegurar que sus políticas migratorias sean inclusivas y respetuosas con los derechos humanos, mientras se garantiza el acceso a servicios básicos como salud, educación y vivienda. Además, la infraestructura en muchas áreas, especialmente en el sur del país, debe estar preparada para hacer frente a las necesidades de los migrantes, sin descuidar a sus propios ciudadanos.

Para los estadounidenses, el crecimiento de la migración en México es una llamada de atención. Las tensiones y los debates sobre la migración en la frontera sur de EE. UU. no son los únicos aspectos relevantes: el papel activo de México como país receptor de migrantes está moldeando una nueva realidad. México se está adaptando a su rol como destino migratorio, lo que cambiará las relaciones en América del Norte y ofrecerá oportunidades para un futuro más integrado, pero también más desafiante.

Consultora experta en inmigración en Estados Unidos, población hispana e investigación mediante encuestas. Trabajó como investigadora principal en el Pew Research Center, donde desarrolló metodologías innovadoras para medir flujos migratorios y exploró temas complejos como la identidad hispana y la población afrolatina. En KFF, dirigió la Encuesta sobre racismo, discriminación y salud, aportando información clave sobre disparidades en salud. Antes de su paso por Pew y KFF, lideró investigaciones en CONAPO y el CIDE en México. Es autora de influyentes informes y tiene una Maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Chicago, donde fue becaria Fulbright-García Robles.

Google News