Estamos a quince días de la juramentación de Donald Trump para un segundo período al frente del gobierno de Estados Unidos y, por lo tanto, de la fecha que fijó para iniciar una expulsión masiva de migrantes sin papeles mexicanos y de otros países que, todo indica, serán entregados en nuestro territorio.
La alarma que trajo la amenaza migratoria creció en días pasados cuando el propio Trump declaró que evaluaba la posibilidad de incluir en la deportación a la descendencia de los ilegales que por haber nacido en el vecino país tienen su nacionalidad, con el perverso argumento de que así no separará o romperá a miles de familias.
Los datos aportados por académicos e instituciones serias estiman que 38.4 millones de mexicanos radican en Estados Unidos. Doce millones nacieron en México y migraron. Cinco millones de estos últimos no tienen papeles, son considerados ilegales.
Estos cinco millones de paisanos más otros siete millones de migrantes de otras nacionalidades que conforman el total de indocumentados que Estados Unidos reconoce que están en su territorio, son el objetivo de las deportaciones que Trump amenazó con iniciar el próximo 20 de enero.
Son múltiples los mensajes enviados por el equipo del aún presidente electo estadounidense de que la amenaza va en serio. La más reciente la hizo el designado Zar de la Frontera, Tom Homan, un expolicía de Nueva York y exagente de la Migra, quien fue director interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, el llamado ICE, y que en algún momento de su carrera lideró la División de Deportaciones de esa dependencia. Desde ya solicitó cien mil camas extras (tres veces las disponibles actualmente) para los centros de detención de migrantes desde los que serán expulsados.
¿Estamos en condiciones de absorber el flujo humano de esa deportación masiva?
El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum asegura ya tener listo el plan para afrontar el problema, pero no ha detallado de qué se trata. Solo ha adelantado, a través del secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente una mínima parte, la del botón de pánico en aplicaciones celulares y la del reforzamiento de la asesoría legal en los 53 consulados que tenemos en el vecino país del norte.
En espera de que durante los días que corren se conozca a detalle la estrategia migratoria del gobierno mexicano, sería bueno tener en consideración algunos puntos.
Uno de primordial relevancia tiene que ver con el hecho de que logísticamente es imposible que los cinco millones de ilegales mexicanos puedan ser expulsados durante los cuatro años de este segundo período de Trump.
No se olvide que no estamos frente a una primera deportación de ilegales a gran escala. La mayor, hasta la fecha, ocurrió entre 2009 y 2010, curiosamente durante el gobierno del demócrata y supuestamente gran defensor de los derechos humanos Barack Obama. En ese lapso repatrió a 600 mil migrantes sin papeles.
El golpe fue muy severo desde el punto de vista humanitario ya que la mayoría de los expulsados llevaban viviendo en Estados Unidos entre 15 y 20 años, además de que se les separó de los hijos allá nacidos y que, por disposición constitucional, ya contaban con la nacionalidad.
De 600 mil migrantes ilegales como los deportados en 2009-2010, acaso 800 mil, podría ser la cifra tope de la capacidad anual de deportación de Estados Unidos. En los cuatro años del segundo período de Trump serían entonces 2.4 millones de los 12 millones que radican allá indocumentados.
Aquella deportación masiva generó también una crisis humanitaria en las ciudades mexicanas de la frontera norte, sobre todo Tijuana, en la que fueron muy pocos el apoyo y la asistencia de los gobiernos estatales y del gobierno federal entonces encabezado por Felipe Calderón, y que con mucha entereza más bien atendieron la sociedad civil y los propios migrantes organizados.
Otro aspecto para considerar es el del diseño y términos de la negociación que necesariamente tendrá que haber con el gobierno de Estados Unidos. En 2019, cuando Trump en su primer período, condicionó la no imposición de aranceles a que México frenara las caravanas migrantes procedentes de Centroamérica y actuara como tercer país seguro para tener en nuestro territorio a los ilegales mientras resolvían sus solicitudes de asilo, AMLO -mediante la gestión del entonces canciller Marcelo Ebrard- optó por una negociación demasiado personalizada y poco transparente. Nunca se supo bien a bien lo concedido por México con tal de evitar los aranceles.
La negociación ahora deberá ser transparente, institucional, incluyente y con la necesaria convocatoria a gobernadores y congresistas, incluso republicanos, que se oponen a los planes migratorios de Trump y reconocen la enorme y necesaria aportación de los migrantes a la economía estadounidense.
Un último punto deberá ser la definición clara de lo que seguirá tras la deportación. ¿Dónde se les dará cabida para vivir y resolver sus necesidades elementales? ¿Habrá trabajo para ellos? ¿Se les ayudará a que regresen a sus comunidades? ¿A los no mexicanos se les deportará?
Urgen respuestas contundentes del gobierno de Sheinbaum.
De víctimas a victimarios
Los doce millones de migrantes ilegales que viven en Estados Unidos, sobre todo los cinco millones de mexicanos, pasaron de pronto de víctimas a victimarios. El discurso racista de Trump, muy parecido al de la superioridad racial de Hitler en la Alemania nazi, los convirtió en los causantes de todos los males de su país. Sacarlos es preciso para que sea posible alcanzar los objetivos de su proyecto ideológico, político y social que ha llamado MAGA (Make América Great Again - Hagamos grande a América otra vez).
Los califica de criminales (aunque es mayor el número de delitos que cometen los estadounidenses que los migrantes), del tráfico de las drogas que consumen sus millones de adictos, de quitarles el trabajo a los locales, de la violencia y de cuanta calamidad les ocurre.
Una narrativa a la que le agrega el miedo a la masiva invasión de su territorio, al desplazamiento de su población, a los ataques terroristas (estrés postraumático del atentado contra las Torres Gemelas el 11-S) o a la no solución de la crisis económica y financiera que arrastra desde 2007, con el objetivo final de recuperar la hegemonía global frente a Rusia o a China.
Este diseño discursivo está más allá de los debates sobre el relativismo moral y las noticias falsas (fake news). Este se refiere al uso indiscriminado de aparentes verdades noticiosas que se toman como ciertas y aquel a la idea de que lo que está bien y lo que está mal depende de cada persona, cultura, raza, ideología, época, clase o convicción.
Ahora se recurre a mentiras, objetivamente refutables, pero que se aceptan porque lo dijo el líder que me representa, que me cuida de los malos, que me hará grande otra vez.
Y todo es discurso está reforzado culturalmente por las exitosas series de televisión que ellos y nosotros nos chutamos cotidianamente en las plataformas de streaming que se han convertido en un referente cultural, si no es que el único.
O acaso en “Juego de Tronos” de HBO, con su reiterada advertencia de que “el invierno ya viene” para alertar de la ya insostenible presión sobre la “muralla de hielo” de los “hombres libres”, que a su vez buscan cobijo del imparable avance de los “caminantes blancos” que solo traen consigo la muerte, no son la alegoría de las crisis migratorias y de refugiados que vive el planeta.
O en “House of Cards” de Netflix y su constante mensaje de que la lucha por el poder es la misma en todas partes, que ha abandonado el mundo de los ideales para entrar a una negra visión, basan su relato en la política y sus lobbies, no nos recuerda con su protagonista Frank Underwood el desencanto de la democracia al afirmar que está “muy sobrevalorada”.
El muy recomendable libro “Geopolítica de las series o el triunfo global del miedo” del prestigiado internacionalista francés Dominique Moïsi afirma en sus páginas 49 y 50:
“Series como ´Juego de Tronos´ y ´House of Cards´ basan su relato en la conocida como escuela realista de las relaciones internacionales, cuyos precursores fueron Nicolás Maquiavelo, autor de ´El Príncipe´ publicado en 1532, y Thomas Hobbes, que escribió su ´Leviatán´ en 1651”, para quienes “los hombres actúan movidos, fundamentalmente, por sus intereses personales y, ante todo, por sus apetencias de poder”.
En esas anda Trump.
Instantáneas:
1. ¿LOS MISMOS VICIOS? Aquí le conté el pasado 27 de diciembre que estaba por resolverse una licitación del ISSSTE para dotar de seguridad a sus inmuebles y que los responsables del proceso habían determinado las bases con dedicatoria a dos empresas, por lo que sugeríamos que el recién desempacado director de esa dependencia, Martí Batres, tendría que estar pendiente de la maniobra. Pues resulta que, como siempre, se falló a favor de las empresas “influyentes”: SERPROSEP, Armour King y Máxima Guía.
2. ¿Y LA LIMPIEZA? Pues ahora tocó turno a la licitación del ISSSTE para el servicio integral de limpieza. El Instituto sacó la convocatoria ayer sábado 4 de enero a la una y media de la tarde. Se trata de un día considerado como inhábil para tales efectos de acuerdo con la publicación correspondiente del Diario Oficial de la Federación. En la convocatoria destacan una serie de requisitos que limitan la libre participación de las empresas y que sin duda beneficiarán solo al proveedor que ya palomeó Martí Batres. ¿Tendrá conocimiento la presidenta Claudia Sheinbaum de que el contrato de limpieza que ella impulsa para una Cooperativa formada por trabajadoras y trabajadores del sector podría convertirse en negocio del director del Instituto?
3. ¡AGUAS! YA LLEGÓ FLAVIO ¿Se acuerda usted de Flavio Sosa, líder de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) quien junto con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) encabezó la insurrección social de 2005 y 2006 contra el gobierno local de Ulises Ruiz? Pues resulta que después de muchos avatares en los que levantó el brazo en 2000 a Vicente Fox, luego protestó contra su gobierno y el de Felipe Calderón, para después pasar un tiempo en prisión acusado de sedición y secuestro y al salir exonerado ser diputado local, fue nombrado secretario de Cultura en el gobierno morenista de Salomón Jara. Cuando se le preguntó sobre sus credenciales para ocupar tal cartera, respondió que es poeta. ¿Será que en el aire las compone?
@RaulRodriguezC