Fue otra marcha de la derecha mexicana que fracasó estrepitosamente, porque durante los últimos días se dijo que sería apoteósica y que cimbraría al gobierno de Sheinbaum, según lo promovieron sus propagandistas, cuya narrativa colocaba al país en una coyuntura pre insurreccional.
No fue así. Varios miles, sí, se manifestaron en la Ciudad de México y otras como Morelia, San Luis Potosí, Guadalajara y Puebla, por referir las más concurridas, pero de ninguna manera fue el desbordamiento del hartazgo juvenil de la Generación Z.
El Zócalo capitalino se llenó varias veces, pero con escasa presencia real de jóvenes. La mayoría eran adultos, familias y grupos vinculados a la oposición política como el “Movimiento del Sombrero” del asesinado alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, para quien se exigió justicia. Se unieron otras marchas, como la de la “Bata Blanca” de personal médico.
Nadie en sus cabales no exigiría que cese la violencia del crimen organizado y que se acabe con el poder del narcotráfico y la corrupción del gobierno. No pocos de los manifestantes de ayer reivindicaban esa demanda, pero su legítima protesta ciudadana se contaminó desde la convocatoria misma de la Generación Z mexicana, forzadamente montada en movimientos que cuestionaron o incluso derrocaron gobiernos en países como Nepal.
Por lo visto ayer, no se trata de un movimiento genuino de jóvenes ni nació de la indignación espontánea. Lo que parece ser -y lo veremos al paso de los próximo meses- es una operación articulada, financiada y amplificada por actores y grupo políticos de derecha tanto internos como externos, significativamente en estos días los empresarios Ricardo Salinas Pliego y Claudio X. González y políticos supuestamente ciudadanizados como Emilio Álvarez Icaza y Guadalupe Acosta Naranjo, así como liderazgos del PAN y el PRI.
Sería lamentable que los ideales de la Generación Z estén representados por los enmascarados que tundieron a palos y pedradas a los policías que intentaban evitar el derribo de las vallas que resguardaban el Palacio Nacional para lograr lo que buscaban y consiguieron: una respuesta defensiva con extintores que ahora le llaman la "represión autoritaria del narcoestado".
La Generación Z está conformada por los nacidos entre 1997 y 2012, es decir, los que tenían entre 12 y 27 años en las pasadas elecciones presidenciales. Entre ellos, quienes ya podían sufragar eran aproximadamente 21.5 millones (21.5% de un padrón electoral de cien millones de votantes en números cerrados), de acuerdo con estadísticas del INE.
Si se toma en cuenta el número de quienes cada año alcanzan la edad de votar y restamos los que dejan el rango de los 27 años, tenemos que 22.5 millones de personas conforman la Generación Z. En números cerrados: 3.5 millones entre 18 y 19 años, 11.3 millones entre 20 y 24 años y 11.1 millones entre 25 y 27 años.
Cifras del INE verificadas con fuentes independientes (plataforma Saber Votar y consultora Parámetro Investigación) indican que Claudia Sheinbaum fue en 2024 la candidata presidencial más favorecida por el voto de la Generación Z: 48% de los votantes de 18 y 19 años, y 51.2% de los de 20 a 27 años.
Dos peros: el abstencionismo de la Generación Z fue de 50%, muy por arriba del 40.17% del promedio nacional; y fue el grupo de edad que votó menos por Sheinbaum en términos porcentuales.
Esto tiene lecturas a tomar en cuenta: la Generación Z fue pro 4T en las elecciones de 2024, no cambió el resultado como esperaba el bloque opositor, su participación es más selectiva al priorizar a las redes sociales como su medio para informarse y comunicarse, y se interesa en temas como el cambio climático y el empleo. Y ojo: no necesariamente es “apolítica”, solo no se siente representada por ninguno de los partidos políticos y su baja participación deja ver a un grupo social cuya movilización podría ser explotada por intereses opositores para provocar desestabilización o bien, genuina y espontáneamente encausada hacia una legítima reivindicación social.
Instantáneas:
1. SALDO. En la marcha de ayer, veinte civiles y cien policías resultaron lesionados. De estos últimos, cuarenta fueron hospitalizados. El jefe de la Policía de la Ciudad de México, Pablo Vázquez Camacho, confirmó anoche que en la llamada Marcha de la Generación Z hubo detenidos y presentados ante el Ministerio Público y veinte más puestos a disposición de un juez cívico.
2. MEJOR HUYÓ. Hace un par de meses, en mi entrega del 14 de septiembre, le contaba el caso de la abogada penalista Ana Katiria Suárez Castro, notoria por ser supuestamente defensora de víctimas de violencia de género, pero que huyó de México luego de recibir acusaciones de extorsión en casos de divorcio, donde abusa de las figuras de violencia familiar, vicaria o abuso sexual como presión para obtener beneficios indebidos para sus clientes. Resulta irónico que alguien que construyó su carrera hablando de derechos, hoy encarne una de las mayores distorsiones de la justicia. La ausencia de Suárez Castro en tribunales no es un error administrativo, es un síntoma. Huyó porque podía, porque el mismo sistema que usó para enriquecerse le dio la salida. Su historia no solo retrata la impunidad, sino la fragilidad de un país que ha normalizado ver cómo sus casos más escandalosos se resuelven con un boleto de avión.
3. REGRESO A ACAPULCO. El inicio de la construcción del Hotel Hilton Garden Inn en la zona Dorada del puerto de Acapulco marca un importante logro tras los daños provocados por dos devastadores huracanes. En el arranque de las obras, el empresario Luis Bahena Pineda destacó que hay un gran interés para seguir apostando por Acapulco, con la participación de las empresas constructoras mejor calificadas del país, con intervención de calidad y priorizando el empleo para la mano de obra guerrerense, para convertir este espacio en uno de los mejores hoteles del país, el mismo que contará con poco más de 6 mil 300 metros cuadrados de construcción distribuido en siete niveles, en donde se ofertarán 86 habitaciones.
@RaulRodriguezC
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