Jorge Pinto Mazal fue Cónsul General en Nueva York, Subsecretario de Relaciones Exteriores para América Latina, Embajador en Suecia y Director Ejecutivo del Banco Mundial representando a México, España, Venezuela y a los países centroamericanos. Asimismo, fue Jefe de Cancillería en la Embajada de México en Washington y Representante de Nafinsa para Europa con sede en Londres. Para efectos de esta entrevista, hablamos de su trabajo como secretario particular de Jesús Reyes Heroles cuando éste fue Secretario de Gobernación y logró la aprobación de la Reforma Política de 1977.
1.- Muchas gracias por aceptar esta entrevista. ¿Cómo conoció usted a don Jesús Reyes Heroles?
Mire, mi vida ha estado llena de casualidades y una gran suerte. Lo conocí de una manera especial. Pasando un fin de semana en San Miguel Regla, alrededor del verano de 1971. Lo vi a la hora de comida. Me di cuenta que había pronunciado un discurso y caminando, él con su esposa y yo junto a la mía, me acerqué y lo saludé. No tuve la suerte de que fuera mi maestro de Teoría del Estado en la Facultad de Derecho, porque el año que a mí me tocaba esa materia, él dejó de dar clases. Le comenté que me había parecido muy bien su discurso. La señora, que venía platicando con mi señora atrás, preguntó “¿qué hace su marido?”. En ese momento yo era secretario de rectoría, un puesto interesante durante la rectoría de Pablo González Casanova. Así inició la relación, debido a la Universidad. Al día siguiente nos cruzamos y nos despedimos. Dos años después, cuando se produce la renuncia de González Casanova, mi jefe, y yo también renuncié, debido a un problema universitario, me lo encontré en la Zona Rosa. Don Jesús iba saliendo de un restaurante y lo saludé. Me reconoció y preguntó “¿qué está haciendo?”. “Estoy de investigador en la universidad y dando clases.” A lo que contestó “venga a verme. Estoy buscando jóvenes de distinto perfil. El PRI necesita modificarse…”. Voy al PRI a verlo y me dice “No sé qué chingados va a hacer usted aquí, pero le ofrezco dos cosas. Aprenderá política y conocerá el país. Además, le ofrezco un mejor salario que el que tiene usted.” Me caí de gusto y me hizo subdirector de la revista Línea, una revista teórica del partido. Hicimos 17 números. Durante ese tiempo en el PRI, hicimos una colección de fascículos políticos lo que me permitió establecer un contacto directo con él. Cuadernos de divulgación política divididos en tres series: clásicos, latinoamericanos y mexicanos. Tenían un diseño gráfico muy cuidado a cargo de Vicente Rojo. Yo le llevaba sugerencias. Publicamos aproximadamente 90 títulos, incluidos capítulos sobre Benjamin Constant, Gramsci, Lenin, Marx y los liberales del siglo XIX y principios XX como Justo Sierra. Vasconcelos, etc. Yo hacía la introducción, él hacia una selección del capitulo que editaba para que lo aprobara Don Jesús. Naturalmente seguía sus ideas y sugerencias. Eso me acercó muchísimo a su biblioteca y a él en lo personal. Publicamos 92 fascículos de pensamiento político que se vendían por un peso. Tengo algún ejemplar por aquí. Se lo enseño, mire. Como yo venía de la universidad, tenía muchos contactos en el mundo intelectual y eso le interesaba a don Jesús. Insisto, que la parte gráfica la hacía Vicente Rojo. ¿Lo ve?
¡Qué bonitos! Mire qué maravilla.
N’ombre, estaban padrísimos. Aquí está el de Aristóteles y las clases sociales. Aquí en la parte de atrás viene la lista de los 92. Después Vicente Rojo diseñó una cajita para 10 fascículos en forma de un libro lo que permitió que quien los fuera comprando, tuviera donde guardarlos. Fue un gran éxito. En la portada claramente señala que la publicación es del Partido Revolucionario Institucional. Era lo que quería don Jesús, darle un carácter intelectual al partido y a la actividad política mexicana. Si de algún modo hubiera que caracterizar a don Jesús, era una persona de principios e ideas, a quien le aprendí muchísimo. Gracias a eso tuve la suerte de ser subsecretario de relaciones, embajador en Suecia, encargado de negocios en Washington y finalmente cónsul en Nueva York. Todo eso lo aprendí con él: democracia, libertad, honestidad, servicio público y un enorme amor por México. Por eso digo que tuve la increíble suerte de haberle conocido y que me llevara con él al Seguro Social y a Gobernación. Eso sí, don Jesús tenía un gran celo por la lealtad y le ponía a uno pruebas. Me llevaba a las giras… estaba yo desayunando y de repente me pedía dar un discurso. Por entonces, no tenía yo perfil político, aunque con los años fui embajador, subsecretario, cónsul en Nueva York. Fue una experiencia espléndida. Me designó subdelegado del partido en Nayarit. Vi cómo funcionaba el PRI en el proceso de selección de candidatos y vi cómo don Jesús se opuso al presidente Echeverría en la elección del candidato a gobernador de Veracruz. Incluso insinuó “si este es el candidato, yo renuncio.” Y se cayó la candidatura. Desde entonces tuve la suerte de trabajar con él. Salimos de manera inesperada del PRI, como usted recordará y me llevó con él al IMSS. Éramos Gabino Fraga, don Ernesto Álvarez Nolasco el legendario jefe de prensa de don Jesús y su servidor. Al final de la administración, muchos amigos me decían “haz otra cosa, la carrera de Reyes Heroles ya se acabó,” lo cual no me inmutó, no busqué alternativas ya que estaba agradecido. Y resulta que el siguiente presidente, José López Portillo, lo nombra Secretario de Gobernación. Don Jesús me nombró su secretario particular en esa posición. Desde entonces, todavía me pellizco (sonríe).
¿Qué participación tuvo usted en SEGOB en relación con la reforma política?
En Gobernación, durante la etapa de su antecesor Moya Palencia, los salarios eran muy bajos porque se compensaban con lo que ganaban los funcionarios como inspectores en las ferias, en los gallos, loterías, concursos, etc. Quienes tenían esas funciones, se compensaban ahí. Lo primero que hizo don Jesús fue ir a ver al Secretario de Hacienda y le dijo “quiero que mi gente tenga el mismo salario de los funcionarios en Hacienda, además de las mismas prestaciones.” Tuvimos inmediatamente un muy buen salario. Todo para garantizar la honestidad de los servidores públicos y esto se refleja en la reforma política. Lo más importante fue cómo se preparó desde el inicio. Don Jesús mandó a Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa, a Europa para que estudiara sistemas electorales y le trajera la información actualizada. Lo mismo hizo con Manuel Tello Macías, por entonces embajador en Londres. Se trataba de obtener material sobre sistemas electorales. Antes de presentar la iniciativa, ya había un paquete documental que don Jesús revisaba con el licenciado José Luis Lamadrid, un legislador nato que entrenó a muchísimos legisladores y quien fungía como materia gris de SEGOB. Andaba por ahí también Gabino Fraga, a quien fue Director de Gobierno y muy cercano al Secretario, ya mencioné. Entonces se lanza la iniciativa en un momento político muy importante que en parte describió el doctor Newman en la entrevista que usted le hizo. No había elecciones competidas, no había oposición. No hubo candidato del PAN en 1976. No podíamos hablar de un país democrático si un solo partido ganaba todas las elecciones. Si bien don Jesús decía, y me tocó presenciarlo en Nayarit, el PRI al que tanto se critica, era una coalición de partidos. Si algo lo distingue de hoy es la no reelección. Eso hacía que hubiera cada 6 años una renovación de la dirigencia y de la clase política. Esa es la gran diferencia con la actualidad… no obstante que tuviera grandes defectos el PRI. Pero sí había un proceso de filtro y rotación. En fin, el punto es que en vista de que no había un sistema político que pudiera presentar a México como un país plural, que era uno de los principios que se perseguían. Entonces, además de haber enviado estas personalidades a traer ideas sobre reformas políticas en el mundo, Reyes Heroles decide hacer una consulta abierta a todo el público. De verdad abierta e incluyente. Otto Granados, a quien usted conoce muy bien y entiendo que trabajó con él, así como nuestro mutuo amigo el embajador José Luis Martínez, dependían de un centro de documentación. Ahí se publicaban las ponencias pronunciadas por todo tipo de dirigentes políticos en aquellas consultas. Lo importante es que, además, la consulta empezó en abril y fue hasta octubre se envió la iniciativa de ley. Tuve la suerte de participar con José Luis Lamadrid en el capítulo de prerrogativas. Se trataba de que los partidos educaran a líderes y bases. Que tuvieran idea de la experiencia de gobierno. La mayoría de los líderes de oposición venían de movimientos estudiantiles, eran dirigentes sindicales o universitarios y no tenían experiencia de contacto gubernamental y trabajo dentro de las instituciones. Por tanto, no había sentido de la responsabilidad. Como parte del proceso, don Jesús invito a México a Felipe González, líder del PSOE y a Enrico Berlinguer, el líder del partido comunista italiano y otras personalidades de la izquierda europea a reunirse con Arnoldo Martínez Verdugo y otros representantes de la izquierda mexicana. Se trataba de que conocieran como operaban abiertamente dentro de las instituciones, comunistas y socialistas que tenían presencia y actividad política cotidiana en los parlamentos. Reyes Heroles tenía la idea que repetía “es importante que se acostumbren a la responsabilidad del gobierno, no de la oposición, o la oposición fuera de los canales formales.” Si queremos pluralismo, que sea un pluralismo serio y responsable. En el capítulo de prerrogativas de la reforma política aparecía la cuestión del financiamiento partidista y la obligación de que tuvieran una revista. La reforma política estuvo acompañada pues, de la idea de promover pedagogía democrática. La ley se aprobó hasta diciembre, entonces ojalá cualquier consulta que se haga hoy para una reforma, tenga en cuenta los tiempos para pensar y discutir de verdad.
Qué concepción tan completa la de don Jesús…
Ahora el contexto nacional. ¿Qué estaba pasando en ese momento? Una de las cuestiones detrás de la reforma y en las conversaciones con dirigentes de oposición era “hay que dejar que las universidades sean centros de pensamiento y estudio, no que sean plataformas políticas de los partidos.” Las huelgas universitarias, el STUNAM no debían ser el espacio para la política, sino el parlamento. Hubo un paro cuando ya estaba en proceso el diálogo con los dirigentes. Permítame una anécdota. Martínez Verdugo en mi oficina me dijo “es la primera vez que vengo a SEGOB en público, en forma abierta y con la cabeza en alto.” Esto refleja la profundidad del diálogo en la reforma política. El país estaba muy mal, había que propiciar el diálogo. Veníamos de una devaluación, secuestros, guerrilla, presos políticos… todo eso estaba en el contexto de esta consulta. Ya no queríamos una izquierda agitando en espacios universitarios, sino debatiendo oficialmente en el Congreso de la Unión. Con la representación propocional, tendrían espacios garantizados en una cámara de 400 integrantes. 25% de la cámara de diputados, por ley, tenía que ser para la oposición, a fin de reflejar la pluralidad del país y no manipular las diferencias de votos. De ese tamaño sería la reforma. El siguiente punto sería la ley de amnistía para el año siguiente. Una ley que se negoció desde Gobernación.
¿Cómo vivió ese proceso?
Me tocó muy de cerca porque había 1500 presos políticos. Regresaron al país cerca de 100 exiliados. Se suspendieron órdenes de aprehensión a opositores y eso completó la pacificación del país. Aunque hubiera elecciones, el país no estaba en paz y no había democracia. Eso refleja cómo estaban las cosas antes ¿o siguen estando? Había una minoría activa que no formaba parte de las instituciones. Tuve la suerte de ser parte de las negociaciones con el ejército y la procuraduría. El secretario particular era el general Cervantes Aguirre, el secretario de defensa era Félix Galván y el procurador era Óscar Flores. Su particular era Julio Camello. Yo hice una gran amistad con el general Cervantes Aguirre, quien en ese momento era el secretario particular del general Galván. En las discusiones, policías y militares se quejaban “cómo vamos a dejar libre a gente que mató policías y soldados, que también secuestraron…”. De ahí viene el nombre de amnistía. En otras palabras, olvido. Se olvidan los muertos de los guerrilleros y los muertos de parte de soldados y policías. Una negociación y una conciliación muy interesante ejecutada por Jesús Reyes Heroles. Forma parte de la historia de todo este proceso que representó la reforma política. Por eso ahora que se habla de consulta, si usted consigue los fascículos sobre la consulta, verá la publicidad que se hizo a cientos de personas que presentaron su testimonio e ideas que se incluyeron en la ley. No es cierto que había una ley preconcebida, había principios concebidos en función de los sistemas electorales de países más democráticos, pero se incluyeron las opiniones de los disidentes. Se resolvieron los problemas universitarios y los dirigentes políticos abandonaron las universidades para ir al congreso y formar partidos políticos. Para recibir fondos y circular en libertad. Eso no existía antes de la reforma política, fue mucho más profunda de lo que se le ha dado crédito. Qué bueno que usted le esté dedicando tiempo a este tema. Muy interesante lo del doctor Newman, tiene una perspectiva más anecdótica. Yo tuve la suerte de aprender de don Jesús e a la salida inesperada de Gobernación incluso cambié de carrera. Me fui a NAFINSA como representante en Londres y de ahí a la diplomacia. Estuve como número dos en la embajada de México en Washington con el Embajador Espinoza de los Reyes, que en paz descanse. Uno de los principios de don Jesús que seguí durante mi carrera fue “cuando se sale de un puesto, no se regresa a él. No se vuelve a hablar ni se vuelve a oír qué está pasando para criticar al sucesor.” Otro consejo que me dio “Nadie es insustituible en política”, y eso lo decía en público. Era un jefe durísimo, aunque yo fuera un chavo de 34 o 35 años quizá el más joven de aquel equipo. Me llevaba muy bien con su familia. Jesús hijo que en paz descanse, fue embajador en Washington cuando yo fui cónsul en Nueva York. Con Federico le tengo un gran respeto y aunque no nos vemos, me llevo muy bien. La señora, en paz descanse, siempre tuvimos una relación muy cercana. Como titular de SEGOB don Jesús fue a dar el grito en San Franciso y me tocó acompañarlo. Sí tuve pues, una relación personal que nunca quise ostentarla, pero el haber trabajado con don Jesús abría muchas puertas: con Fernando Solana, un gran funcionario y amigo con quien tuve la suerte de tenerlo como jefe en la Secretaria de Relaciones exteriores. Tuve ofertas por haber tenido el sello de haber sido el particular de don Jesús de Jorge de la Vega, Porfirio Muñoz Ledo y otras mas. El Presidente Carlos Salinas me Director en el Banco Mundial, Embajador en Suecia finalmente subsecretario de relaciones exteriores. Yo tenía esta aura de haber trabajado con don Jesús, pero nunca quise usar su nombre. Sabía que estas cosas le molestaban. En las publicaciones nunca puse mi nombre. Le hice libros y no ponía mi nombre porque sabía que le molestaba. José Luis Lamadrid fue diputado y toda una figura pública. Álvarez Nolasco era un periodista muy respetado y muy discreto. Gabino Fraga ni se diga. Parte de estar cerca era un compromiso, no tener una agenda individual, el trabajo que teníamos era muy respetable, consistente con principios bien establecidos, ademas estaba muy bien pagado. No solo era el estatus que confería la cercanía con don Jesús, pagaba bien porque así exigía. Fue una época muy interesante.
¿Andaba por ahí, en el equipo de don Jesús, mi paisano el teniente coronel Valdés?
¡Claro! El teniente coronel era la sombra de don Jesús. Alguna vez me quiso bloquear, un poco asumir control de la agenda, pero don Jesús nos daba nuestro lugar a cada quién. Nos llevábamos muy bien. Un tipazo. Le perdí la pista. A don Jesús lo seguí viendo el siguiente sexenio como Secretario de Educación, pero ya estaba fuera en la diplomacia. Iba a ver a don Jesús a su casa de Cuernavaca y me encargaba libros del extranjero. Seguíamos en contacto. A Don Jesús le gustaba rodearse de gente joven. También intelectuales jóvenes como Enrique Krauze y algunos académicos de El Colegio de México. En fin. Esa era una ventaja.
Entre los interlocutores de izquierda de don Jesús, ya mencionó usted a Martínez Verdugo, pero ¿hay alguno que siga con vida?
Obviamente Graco Ramírez y los líderes del 68. Seguramente Pablo Gómez, y luego los grandes como el ingeniero Heberto Castillo o el mismo don Pablo González Casanova. Sería interesante que publique usted la lista completa de quienes participaron en las audiencias. Es una lista pública. Dígale a Otto Granados, él tiene la colección. Yo la tengo, pero estoy viviendo en Washington y mi biblioteca personal está en una bodega. Las convocatorias las hacía la Comisión Federal Electoral. En la redacción participaron muchos juristas, incluido Gabino Fraga pero la figura clave fue José Luis Lamadrid.
¿Cómo se preparaba don Jesús para esas reuniones?
Era un lector muy metódico, leía todas las carpetas de información que habían traído Tello y Castañeda padre. Jorge Castañeda se volvió consultor de estos temas. Ilustraban a don Jesús sobre el sistema alemán y el francés. Algo del inglés, aunque éste no tiene representación proporcional. Don Jesús era enemigo de las reuniones masivas, pero uno a uno o uno a tres había discusión. Leía muchísimo don Jesús se quedaba leyendo libros hasta las 3 o 4 de la mañana y llegaba de vuelta a la Secretaría a las 11 de la mañana. Un lector voraz, un gran Mexicano, amante de la libertad y el pluralismo que deja una huella profunda.
@avila_raudel