Entrevista al doctor José Newman Valenzuela, colaborador de Jesús Reyes Heroles en SEGOB durante los años de la legendaria reforma política. El doctor Newman cursó un doctorado en LSE dirigido por Karl Popper.

Buenas tardes doctor, muchas gracias por aceptar esta entrevista. Lo primero es preguntarle cómo llegó usted a la Secretaría de gobernación, en qué año y como se vinculó a Reyes Heroles y a la reforma política.

Yo tuve el gusto de conocer a don Jesús Reyes Heroles cuando era yo muy chavo. Tendría yo 17 años y lo conocí a través de un hombre admirable a quien tuve la oportunidad de conocer. Un hombre mayor y muy espiritual, a quien yo respetaba muchísimo, que se dedicaba a la meditación, vecino de don Jesús. Yo era, como se dice en términos cortazarianos “un vago consciente” y trabajaba de lo que se pudiera. Este señor, de nombre Ramis Barquet, era poco conocido pero de quien valdría la pena hacer una biografìa. Alguna vez en casa de Ramis conocí a don Jesús, que iba de visita, y alguna vez Ramis comentó algo con él. Posteriormente me dijo “Don Jesús está interesado en ver si puedes trabajar con él.” Yo encantado. Don Jesús muy brevemente me dijo “tengo muchos libros para leer, pero muy poco tiempo. Si a ti te gusta leer, lee para mí y yo encontraré algunos fondos que te puedan servir.” Don Jesús tenía verdadera adoración por sus libros. Nunca los señalaba ni marcaba, nunca los arrugaba. La primera preocupación era “si yo te doy un libro, es sagrado. No lo vayas a doblar ni ensuciar.” Y siempre la preocupación era la misma. “Este libro lo leí hace mucho tiempo y me acuerdo que la tesis era así y así, pero no me acuerdo dónde está. Y cuando llegues a este tema, literalmente cópiame los párrafos sobre este tema. No tengo tiempo de volverlo a leer. En tarjetas media carta le pones la ficha y me copias el texto. A mí me sirve para recordar y a veces al recordar el texto digo “recordé mal”. Otras veces me sirve porque encuentras las frases para lo que yo estoy haciendo, como un discurso.” Esa fue mi vinculación con él. Con el paso del tiempo, terminé mi carrera y me fui a Inglaterra. Él me criticó “Sí, ustedes quieren hacer una carrera política pero en la primera oportunidad se van a la chingada. Dejan todo, ¡qué falta de seriedad!” Era un hombre tan atractivo, manaba ideas como si fuera una fuente. Tenía una capacidad de asociación brillante. Empezaba una disertación e iba salpicando las ideas. “Como dijo Mengango, Zutano, como el otro terció.” Era una delicia escucharlo, pero era un hombre de carácter imperativo, impulsivo. En suma, admirable. Cuando yo termino mi vida académica en Londres, decido ingresar al sector público. Siempre había tenido inquietudes. De otra suerte, me hubiera quedado en Inglaterra. Entonces al regresar, obviamente me voy a pasar lista con don Jesús. Para entonces, don Jesús ya se había peleado con Echeverría. Ya había sido presidente del PRI y había acabado mal con Echeverría. Se había refugiado en su casa, enfundado en su batón color vino, mentando madres. Yo llego justo cuando está recién destapado López Portillo. El chisme decía que López Portillo había invitado a Reyes Heroles para que se integrara a su equipo. Fui con don Jesús a decirle, “ya estoy de vuelta” y se burla de mí. “¿Por cuántas semanas? Mañana se te calienta la cola y ya te vas”. “No don Jesús, cómo cree…”. “Cállate, así son todos, así son todos.” Entonces él me confesó que el candidato López Portillo lo había invitado a su equipo. El candidato estaba preocupado centralmente por la situación económica, tema en el cual don Jesús no quería meterse, porque no se consideraba especialista en la materia, y además tenía reserva respecto a los economistas que andaban en ese ambiente. Entonces don Jesús le dice “yo te puedo ser de utilidad porque tengo una propuesta política.” López Portillo le contesta “encantado, desarróllala”. Don Jesús me invita a ese grupo de trabajo y empiezo a asistir a las reuniones que ellos ya venían celebrando. Esa es mi vinculación con él.

Describa por favor quiénes asistían y cómo eran esas reuniones.

A esas reuniones acudía centralmente, muy centralmente, el licenciado José Luis Lamadrid. El “gordo Lama” (así le decía don Jesús) era el confidente de don Jesús, su pared intelectual con la cual rebotar ideas, con quien discutía. En fin, era su socio intelectual. Aparte, el gordo Lama era un hombre leal y fiel a don Jesús. Tuviera el trabajo que tuviera, el gordo Lama siempre estuvo muy cerca de don Jesús. Había otros jóvenes que se habían vinculado con don Jesús, como Luis Medina Peña, de El Colegio de México. No eran muchos, pero la reforma política don Jesús ya la traía en la cabeza. Le tomó tiempo exponérnosla, pero la reforma política es fruto de su cabeza, de su análisis de la situación político-electoral del país. El Presidente costó trabajo que le prestara atención, porque López Portillo estaba completamente volcado al tema económico. Con la angustia de qué hacer en ese tema. Había que esperar a que tuviera tiempo para la reforma política. El candidato andaba o de gira, o metido con los economistas. Cuando hubo tiempo para platicar con el candidato, el proyecto estaba más afinado e integrado. Aún así, López Portillo oía el planteamiento de Reyes Heroles con cierto escepticismo. “¿Tú crees que haga falta esto? Frente al problema económico, andar pensando en plurinominales, ¡no ves cómo está la cuestión económica, Jesús!” le reprochaba López Portillo. Don Jesús tuvo que encontrar el modo de hacérselo atractivo, de motivarlo e interesarlo.

¿Cómo persuadió Reyes Heroles a López Portillo de impulsar la reforma?

La fórmula fue un planteamiento interesante “mira candidato, conociendo el proyecto económico que estás a punto de comprometer, yo te deseo que salga bien. Si eso sale bien, entonces habrá inversión, generación de empleo, recaudación, consumo. Todo eso aliviará tensiones. Si todo sale así, esto se traducirá en una relajación del ambiente político, y desde ese punto de vista ¿qué necesidad de hacer una reforma? Pero (no quiero preocuparte), si por alguna circunstancia el proyecto económico no tuviera esos alcances, o algo fallara, ve la reforma política como la red de protección. No es lo mismo que la oposición ataque desde la clandestinidad, se va a recrudecer la represión. No es lo mismo que te mienten la madre en las calles, a que sea una oposición ordenada dentro de los cauces institucionales. El objetivo de esto es convocar a todas las oposiciones a que participen, a la luz de los incentivos que ofreceremos para participar. Una participación política civilizada y en el marco de la ley, que siempre será un escenario mejor. Entonces, en el supuesto de que algo saliera mal con lo económico, se van a recrudecer las tensiones. Repito, si eso llega a ocurrir, la reforma política será una red de protección. Va a servir.” López Portillo la compró así y dijo “bueno, en pocas palabras, mal no nos hace. Y bien, nos puede hacer mucho. Órale, vas.” Don Jesús entonces tiene el mérito no solo de haberla concebido, sino de haber convencido al candidato y de haber vencido muchos obstáculos que cualquier pesimista hubiera dicho “no lo van a lograr.” Convencer a la oposición, y en concreto al PAN de abrir el espectro político para que la izquierda entrara, pues no le iba a gustar al PAN. ¿Convencer a la izquierda? Son tantos que se pelean entre sí. Iba a estar muy difícil. Y si convences a los dos, ¡convencer ahora al PRI! Que se abriera todo esto iba a estar muy difícil. Un presidente no digo en contra, pero ocupado en otros temas más urgentes. Un ambiente tenso y la sensación de que sería muy difícil hacerla avanzar. Don Jesús tiene el mérito de haber sido muy tozudo y convincente. Eso a su vez tuvo el beneficio de que la reforma estuvo muy pensada. Es como si aplazan la fecha del examen y dan oportunidad de volver a estudiar.

¿Cómo fue su relación con los integrantes del nuevo gobierno y desde qué cargo?

Reyes Heroles tomaría posesión de la secretaría a las 11 de la noche, como solía ser, pero a mí me citaron esa tarde a la casa del candidato. Mientras esto pasaba, Reyes Heroles estaba leyendo la lista del gabinete en el hotel Camino Real, aquella vez que se le olvidó mencionar a Hank. Llegué a la casa del presidente y me dijo “mi esposa le ha cobrado afecto (por un trabajo que yo había hecho previamente para ella durante la transición). Por favor quédese con ella. ¿O tenía usted otros planes?”. Yo debo haber puesto una cara rara y le expliqué que yo estaba con don Jesús. “Hágame un favor, acepte lo que mi esposa le está pidiendo. Yo se lo voy a agradecer. Ayúdele y en un tiempo perentorio yo lo reintegro con don Jesús.” ¿Qué iba a decir yo? Salgo lampareado, voy a recoger a don Jesús para llevarlo a tomar posesión de SEGOB y le digo “tengo que comentarle algo”. “¿Ahora qué pasó?” me pregunta irritado. “Pues pasó esto…” “Y dijiste que no ¿verdad?...”. “Eh…”. “¡Pero cómo! Le hubieras dicho que tienes otro compromiso. Muy mal, muy mal ¿¡$%&.” Muy en su carácter me ordena “no te me vuelvas a acercar, porque la gente sabe que trabajas conmigo y la gente va a empezar el rumor de que yo me quiero meter al terreno de la señora. ¿No pensaste en eso, cabrón? Le hubieras dicho al presidente: tengo compromisos y ya.” Me puso pinto. “Oiga, pero yo quiero seguir con usted…”. No obstante eso, lo acompañé a la toma de posesión. Su actitud es “olvídate de mí, ya dijiste que sí, entonces vete allá.” De modo que me voy inicialmente al universo de la señora, que es otra historia…

Esta historia continuará próximamente…

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