Por México hoy / Pola Grijalva
México enfrenta el desafío de adaptarse a la nueva era de desarrollo industrial. La relocalización, oímos todos los días, es la expresión del inmenso potencial. Pero este potencial solo será un espejismo sin una política industrial que privilegie la generación de valor dentro del territorio nacional. ¿CÓMO LOGRAMOS ESO?
En las declaraciones de la Dra. Sheinbaum y los miembros de su nuevo gabinete, se ha reconocido que México debe priorizar la inversión en investigación y desarrollo (I+D) para estimular la innovación y los avances tecnológicos; y promover la colaboración entre universidades, instituciones de investigación y el sector privado.
Sin embargo me parece que nos hace falta hacer un análisis de política comparada de los países TMEC, China, Alemania, Japón y Corea, como nuestros principales socios comerciales.
Exploremos como ejemplo algunos instrumentos de la política para la atracción de IED en China:
a) Incentivos para la investigación y el desarrollo: pueden incluir créditos fiscales o deducciones por gastos de I+D, subvenciones para proyectos colaborativos de I+D con instituciones locales o financiación para iniciativas de transferencia de tecnología. Estos incentivos contribuyen a la creación de sus propias patentes y marcas.
b) Acceso a financiamiento y capital de riesgo: Al facilitar el acceso al crédito con tasas bajas, atraen a empresas de tecnología con criterios de preferencia o prelación para industrias específicas.
c) Apoyo regulatorio: Esto acelera el proceso de establecimiento y operación.
d) Desarrollo de infraestructura: incluye conectividad e internet de alta velocidad, laboratorios, parques tecnológicos e incubadoras, organizados localmente en forma de “clusters”.
México podría acelerar la creación de sus propias industrias tecnológicas, colaborando con líderes de alta tecnología con el objetivo específico de lograr el acceso a nuevos mercados, conocimiento e inversiones.
En este orden de ideas será indispensable retomar activamente la participación en conferencias internacionales, ferias comerciales e intercambios de investigación para mejorar la visibilidad de México en el panorama global de estas ramas.
Consideremos también, expandir activamente la red de centros de innovación y parques tecnológicos ofreciendo incentivos fiscales e incluyendo el acceso a financiamiento preferencial para investigación y desarrollo, siempre y cuando se realice en colaboración con empresas locales.
Hoy por hoy, es indispensable definir, de acuerdo a nuestras vocaciones regionales y locales las industrias que pueden con mayor rapidez ser capaces de incorporar a las cadenas nacionales de generación y apropiación de valor agregado.
Si revisamos la lista de las 10 empresas de Fortune, encontramos negocios de comercio, energía e IOT. Es decir, los grandes problemas del mundo como la escasez de alimentos, el irracional uso del agua combinado con sequía y cambio climático, las pandemias y padecimientos endémicos que merman la salud humana de forma alarmante, la destrucción de la diversidad y el medio ambiente, la polución, el bajo o nulo acceso a la educación, el transporte, la vivienda, etc; son problemas que requieren soluciones avanzadas y al mismo tiempo, pueden ser la mayor fuente generadora de valor, de conocimiento, de innovación y por lo tanto de prosperidad.
Vayamos por una política industrial que privilegie estas ramas, que procure las mejores condiciones para su desarrollo comercial y con ello MÉXICO podrá ser un JUGADOR CLAVE EN LA GENERACIÓN DE VALOR POR Y PARA LOS MEXICANOS Y PARA EL MUNDO.
Economista. Por México Hoy