Por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano

Hay quienes califican a la soberanía, la soberanía nacional y a la lucha por la soberanía como cuestiones políticas del pasado, como conceptos anacrónicos, huecos hoy de contenido u obsoletos, con lo que estoy en pleno desacuerdo.

La soberanía nos da la medida del ámbito en el que una nación y un pueblo pueden actuar sin trabas, más allá de las regulaciones que a sí mismos se hayan impuesto, en terrenos de la economía, de la utilización del territorio, de la cultura, de sus relaciones internacionales, y la lucha por la soberanía determina en qué aspectos una nación o una colectividad se esfuerzan por rescatar espacios, actividades o recursos determinados, en los que por imposiciones de agentes extraños, intencionada o accidentalmente, se impide el acceso o la utilización de esos espacios, actividades o recursos.

Cuando existen impedimentos totales o parciales para que una nación y un pueblo ejerciten su soberanía en un territorio o sobre una actividad o recurso determinado, la historia enseña que pueblos y naciones han buscado cómo ejercitar esa soberanía, echando mano de diferentes formas de acción política, una de ellas, recurriendo a medidas político-administrativas previstas por las leyes vigentes.

La historia enseña que el rescate de la soberanía se ha dado mediante acciones únicas, que reivindican la capacidad de ejercitarla en la totalidad de un territorio, respecto a un recurso natural o una actividad específica; y se han dado también gradualmente, por pasos, rompiendo mediante diferentes acciones políticas los eslabones de dependencia, uno por uno, hasta lograr el rescate total. En México se tienen ejemplos de ambos casos: la expropiación del petróleo y la nacionalización de la industria eléctrica.

Me referiré ahora al caso del gas natural que se utiliza y consume en nuestro país, respecto al cual existe una fuerte dependencia del extranjero, que podría eliminarse mediante acciones graduales.

Actualmente, el 70% del gas natural que se consume en México se importa; ese gas procede prácticamente en su totalidad del estado norteamericano de Texas, representando a costos vigentes una erogación de 8,000 millones de dólares anualmente.

La demanda nacional de gas ha aumentado 15% en los últimos seis años, debido principalmente al crecimiento del sector industrial. El 60% de la generación eléctrica tiene como uno de sus principales insumos el gas natural; después de la electricidad, el gas es la segunda fuente de energía en los procesos industriales.

En el conjunto de la industria petrolera y en su desarrollo inmediato y mediato, una de las prioridades a considerar es el impulso a la industria petroquímica, en lo que el gas natural se constituye en un insumo primordial, así como en la industria de los fertilizantes, debiendo agregarse que el gas natural, como combustible, tiene un impacto ambiental menor que el carbón u otros productos derivados del petróleo.

La producción actual de gas natural ascendió en 2023 a 4163 millones de pies cúbicos diarios, con un costo estimado de 2.5 dólares por millón de pies cúbicos. Por otro lado, nuestro país tiene una de las 30 mayores reservas cuantificadas de gas natural en el mundo, equivalentes a 10 años del consumo actual, aunque se estima que las reservas por explorar son diez veces mayores, lo que daría para 100 años con los consumos actuales. Estas reservas se localizan principalmente en la costa del Golfo de México y en la región sureste del país.

Es norma generalmente aceptada en materia de gas natural, la de contar con la disposición segura de al menos el volumen por consumir en 5 días —en nuestro caso, 45 billones de pies cúbicos en la estimación para 2026—. Hoy en México se dispone sólo de una capacidad de almacenamiento para 2.4 días del consumo previsto, lo que llama como prioridad a elevar las capacidades de almacenamiento estratégico.

Un problema no resuelto en la explotación de nuestro petróleo es la quema de gas: México quema el 10% de su producción, colocándose como el séptimo país que más quema gas en el mundo. Esta quema representa una pérdida anual de 500 millones de dólares.

La importación, en los hechos de un único origen —el estado de Texas—, del 70% del gas natural que se consume en el país, la disposición de una escasa capacidad de almacenamiento estratégico y la quema del 10% de la producción nacional, colocan a nuestro país en clara situación de vulnerabilidad, principalmente, insisto, por la dependencia que se ha establecido de una sola fuente de suministro del exterior, que ya se vio hace pocos años, al presentarse un fenómeno climático que obligó a suspender la importación de ese gas, puso en problemas a nuestro país.

La explotación de gas natural es menos rentable que la explotación del petróleo. Esta ha sido, principalmente en los años en los que la producción de petróleo se ha destinado preferentemente al apoyo del gasto fiscal, una de las razones para que no se haya dado a la producción de gas la misma atención que al petróleo.

Duplicar la actual producción nacional de gas natural en el sexenio 2024-2030, esto es, pasar de 4163 a más de 8000 millones de pies cúbicos diarios, requeriría una inversión de 2300 millones de dólares, equivalentes al 6% del presupuesto de 2023 de Pemex o al 9% del de la CFE. Los primeros incrementos en la producción de gas nacional podrían obtenerse en unos 15 meses. Esa inversión permitiría un abasto nacional del 60%, reduciendo así el grado de dependencia del gas importado. Al duplicar la aportación nacional de gas, México pasaría a ser el 8° mayor productor de gas en el mundo. La exploración y explotación de nuevos campos permitiría seguir reduciendo importaciones y consecuentemente dependencia, que, respecto al gas importado, convendría buscar diversificar racionalmente, desde el punto de vista económico y técnico, las fuentes de la importación.

Rescatar soberanía reduciendo la dependencia del gas natural importado, requiere proponerse una política encabezada por Petróleos Mexicanos que le permita disponer de los recursos necesarios para una mayor exploración y explotación de nuestras reservas de gas, encargando al mismo Pemex, además de incrementar la producción de gas, de su importación, almacenamiento y distribución, en estrecha coordinación con otras áreas de Pemex, particularmente exploración-explotación y refinación, a fin de que el gas que se obtiene de la explotación de petróleo se entregue al área gasera correspondiente del propio organismo y reciba en las áreas que corresponda los líquidos asociados de la explotación de gas, todo ello en estrecha coordinación también con la CFE, consumidora principal del gas natural.

Integrante de Por México Hoy

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