Vemos decidido al Presidente estadounidense a hundir el valor de las acciones en las bolsas de valores, propiciando que baje el precio de los bonos del tesoro y por ende, las tasas de interés vigentes.

La generación de estas condiciones adversas a escala global al cimbrar la economía bursátil y abrir frentes de guerra comercial por la vía de aranceles indiscriminados, conlleva una escalada de crisis con las que Trump asume y da por hecho la propia recesión económica para su país.

Estamos ante una especie de reedición de la política de Nixon Shock, aquella que derivó en una crisis para la economía de las naciones europeas pero permitió a largo plazo la consolidación de la hegemonía económica mundial estadounidense.

Por ahora, la gran apuesta de Trump parece encaminarse a la renegociación de la deuda pública estadounidense provocando su reducción a tasas más bajas, a efecto de corregir parte del hueco ominoso del déficit fiscal en su país (que se estima hasta en 9 trillones de dólares, o dos billones de dólares en español)

De conseguir ese gran objetivo, al paralelo e irónicamente pretende una demanda de los bonos del tesoro estadounidense para que los inversionistas actúen como en ocasiones previas y se refugien detrás de la política estadounidense, de paso, beneficiaría a sus socios élite financieros amos de la especulación y de abruptas ganancias en el corto plazo.

¿Los inversionistas y actores internacionales y europeos tendrán la reacción que espera el Presidente Trump, fragmentados y divididos alineándose a sus designios?

¿Despertará confianza política para que se dispongan a negociar uno a uno con su gobierno, o se alinearán en bloque entre países y gobiernos anti Trump?

¿De confirmarse la recesión económica en Estados Unidos, en el decurso de los dos años por venir se mantendrán los niveles de consumo y apoyo político electoral interno al Presidente Trump?

¿Ante una posible era de incertidumbre, especulación dominante y efectos perniciosos y devastadores para diversas naciones de las políticas trumpianas, particularmente los países europeos lograrán unidad de bloque y/o los gobiernos más impactados optarán por nuevas alianzas y mercados alternativos?

En su gran apuesta -para muchos suicida, de locura y de imposible realización- Donald Trump confía en el respaldo incondicional de sus bases políticas, al intentar convencerles que lo que está haciendo y las consecuencias son predecibles.

Busca evitar con su narrativa que ante las crisis que ha desatado, no cunda el pánico, y hasta ahora ha logrado que se asuman y acepten como inevitables los desastres que se han presentado.

¿Qué ocurrirá en dos años ante la elección intermedia constitucional cuando se encuentren ante el espejo profundo del desastre o de los beneficios de esta apuesta trumpiana?

China ha empezado a reaccionar y a tomar el pulso de esta política defensiva radical de la economía estadounidense a costa de la economía global y del duelo de confrontación directo que Trump le ha espetado.

Las economías del mundo y los adversarios del gobierno estadounidense asumen, padecen o enfrentan ya los nuevos beneficios y perjuicios frontales de las decisiones riesgosas y unilaterales de la nueva Presidencia de Trump.

Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la UNAM. Publicó en 2017 Decisiones estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012).

Juan Carlos Barrón es Licenciado en Administración, Maestro en Estudios para el Desarrollo por la Universidad de East Anglia (Norwich, Inglaterra) y Doctor en Filosofía del Desarrollo Internacional. Actualmente es Secretario Académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM.

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