Hace 20 años esta escena era impensable: el papá y la mamá tienen ambos un teléfono celular en el que mensajean, hacen llamadas, revisan las cuentas del banco, compran una licuadora nueva o siguen una clase de yoga a distancia. Además, para entretener a los niños, les dejan el celular para que jueguen con alguna aplicación, donde pueden estar sentados por horas. Otros papás y mamás le compran sus propios dispositivos a cada niño y, asunto resuelto, cada integrante de la familia tiene su propia pantalla con sus propias aplicaciones.

Hasta hace muy recientemente sólo habíamos estado hablando de las bondades de las tecnologías de consumo móviles, pero la evidencia científica se ha ido acumulando para dejar ver que no todo es ventaja para el desarrollo de los niños y adolescentes. También es necesario considerar que, en lugar de ayudar al desarrollo, las pantallas pueden estar impidiendo el pleno desarrollo de los niños. Veamos.

Algunos psicólogos, que se han dedicado a analizar el impacto de las pantallas en el desarrollo cognitivo de los niños, encontraron más de 150 estudios que ofrecen pistas sobre las bondades y limitaciones de las pantallas. En el lado negativo de las cosas, los investigadores encontraron que, al estar cambiando constantemente entre las aplicaciones cargadas en los dispositivos, los niños llegan a desarrollar una sobrecarga de estímulos sensoriales para el cerebro, lo que los lleva a reducir el pensamiento enfocado y la atención sostenida. Además, el manejar tantos estímulos en el dispositivo requiere que los niños reaccionen rápidamente, lo que pone a prueba su capacidad de discriminar qué estímulos son buenos y cuáles no. Dado que la memoria de trabajo de los niños es limitada, la sobrecarga de información y estímulos limita su capacidad de retención y, con ello, el aprendizaje. Este aprendizaje no se refiere sólo al desempeño académico sino también a la solución de problemas en la vida diaria. Por el lado positivo, los dispositivos móviles ofrecen experiencias digitales interactivas que ayudan a los niños a mejorar sus habilidades visoespaciales, en particular los videojuegos. Esto tiene consecuencias positivas: leer mejor los mapas, entender gráficas complejas y orientarse bien en espacios físicos complejos. Las experiencias inmersivas en particular pueden ayudar a los niños a visualizar conceptos complejos y reconocer patrones visuales. Los juegos educativos (incluso los juegos no diseñados para un aula como Minecraft) ayudan a los niños a seguir instrucciones complejas, aumentar su flexibilidad cognitiva y tomar decisiones.

Algo importante cuando se analiza la influencia de las pantallas se refiere a tres dimensiones: el contenido con el que interactúan los niños, el contexto en el que lo hacen y la duración de la experiencia. Para ser efectivo, el contenido debe ser suficientemente interactivo, incluso mediante personajes que gesticulen, porque ayudan a los niños a identificar patrones de relación social. El uso pasivo de aplicaciones digitales, lejos de promover el desarrollo cognitivo, simplemente sobrecarga a los niños. El contexto importa: Los juegos promueven las habilidades y el desarrollo cognitivo, mientras que ver pasivamente videos y otros materiales de recompensa inmediata provoca aislamiento; no promueve habilidades cognitivas. Finalmente, la duración de la experiencia frente a la pantalla debe ser óptima para no sobrecargar de estímulos a los niños.

¿Y por qué hablo de la influencia de las pantallas en una sección que más bien se enfoca en temas de economía y finanzas? Porque en las escuelas, en particular las escuelas de negocios, donde formamos a futuros especialistas en gestión, atención, memoria y toma de decisiones, van de la mano. Si desde niños no fomentamos un uso saludable de los dispositivos móviles y las pantallas, esto se reflejará en una baja calidad en el análisis de la información y en la toma de decisiones.

Los impactos de las pantallas en el desarrollo cognitivo de los niños y adolescentes fueron amplificados positivamente y negativamente durante la pandemia. Hoy tenemos en el aula a una generación de estudiantes que está viviendo los impactos del uso, frecuentemente desmedido, de pantallas y dispositivos móviles. Los académicos necesitamos diseñar actividades que balanceen el tiempo en pantalla con actividades sin pantalla. No, casualmente, una diseñadora de experiencias me comentó hace poco que la actividad más emocionante para muchos niños es tocar la tierra; necesitamos tomar literalmente esta idea para nuestros estudiantes.

Académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México

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