En la más reciente conmemoración de la represión estudiantil del 68 en Tlatelolco, marcharon aproximadamente 10 mil personas de forma pacífica. Sin embargo, de acuerdo a las autoridades de la Ciudad de México, un grupo de unos 300 manifestantes con la cara cubierta y armados con palos y piedras “realizaron agresiones contra el personal, efectuaron pintas, detonaron petardos y artefactos explosivos, además de causar daños a vidrios de inmuebles públicos, comercios privados, estaciones de Metro y Metrobús, así como a mobiliario urbano.”

La autoridad local añadió en su comunicado que, ante estos hechos, tuvieron que reforzar la seguridad con un despliegue de 1500 elementos. El saldo fue de 94 policías lesionados (tres de ellos graves) y 29 civiles que recibieron atención en el lugar y no requirieron de hospitalización. En el recuento oficial de los daños no se menciona a los periodistas agredidos. La Alianza de Medios Mx condenó las agresiones a por lo menos seis fotoperiodistas. A uno de ellos, David Deolarte del diario La Prensa, le generaron una contusión en la tibia y tuvo que ser trasladado a un hospital.

Que haya vandalismo y saqueos por parte del llamado bloque negro no es novedad. Pero esta vez los robos fueron millonarios. Se calcula que los negocios de la zona perdieron más de 300 millones de pesos por el cierre de 5 mil locales comerciales. Pero la peor parte se la llevaron los joyeros, a quienes les robaron mercancía con un valor superior a los 35 millones de pesos.

El gobierno reiteró su compromiso con el derecho a la libre manifestación y se enfocó en recordar al movimiento estudiantil y en condenar los hechos ocurridos en ese entonces. La jefa de gobierno, Clara Brugada, escribió en sus redes que “a diferencia del 1968, en nuestra ciudad la policía no reprime, nuestra policía construye paz, protege a la ciudadanía y ha contribuido a la reducción de la inseguridad.” Se comprometió a que actos de esa naturaleza no se repitan, “promoviendo siempre el respeto, el diálogo y la construcción de una ciudad más justa y democrática.” Se atrevió a garantizar que no habrá más represión, pero no a garantizar que no habrá más saqueos.

El secretario de Gobierno, César Cravioto, reportó que se abrieron carpetas de investigación junto con la fiscalía local por los hechos violentos. por su parte, el secretario de Seguridad, Pablo Vázquez, informó que una persona fue detenida luego de entrar a saquear una joyería. Enfatizó que la institución a su cargo es “una policía que encausa y que no reprima”, y añadió que se trató de una provocación a la policía porque “hay a quien no le gusta este proyecto que está transformando al país”.

Se robaron 35 millones de pesos en joyas. Eran cerca de 10 personas que tomaron el botín y se dispersaron entre los manifestantes. Es un acto criminal que nada tiene que ver con el Movimiento del 68. Su obligación es detener a los responsables y dejar de politizar lo ocurrido. ¿O acaso está sugiriendo que las joyerías fueron asaltadas por la oposición?

El modus operandi del llamado bloque negro se viene documentando desde hace años. Estos grupos de choque han sabido infiltrarse en movilizaciones como el 2 de octubre y el Día Internacional de la Mujer. Aprovechan el anonimato de la multitud para violentar y delinquir; desvirtúan con ello a movimientos mayoritariamente pacíficos, que terminan siendo asociados con vandalismo.

Si no frenan a esos criminales, lo que hacen es lastimar al Movimiento del 68. La asociación de la marcha con el vandalismo y los robos, es muy nociva para quienes acudieron a realmente conmemorar una fecha significativa y repudiar la represión de aquel entonces.

Ya no pueden seguirse escudando en el argumento de que esta nueva autoridad no reprime. La realidad es que, si no detienen a los ladrones y recuperan lo robado, lo que demuestran es su falta de capacidad o, peor aún, su complicidad con quienes ejercen esa violencia.

@PaolaRojas

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