Luego de la muerte y los funerales del Papa Francisco, el Vaticano se prepara para la sucesión. El Colegio Cardenalicio elegirá en el Cónclave al nuevo Pontífice y establecerá con ello el camino que seguirá la Iglesia Católica.

Hacer pronósticos es complejo, pues se trata de una elección en la que no importan ni la popularidad ni el mérito. Son unos cuantos los que votan y hay muchos intereses detrás.

No hay encuestas, pero sí hay apuestas. En ellas, el secretario de Estado del Vaticano Pietro Parolin ocupa el primer lugar. En el segundo está Luis Antonio Tagle de Filipinas y en el tercero Peter Turkson, de Ghana.

La posibilidad de tener por primera vez un Papa asiático o africano está latente, en buena medida por las designaciones que hizo el propio Jorge Mario Bergoglio. De los 135 cardenales con derecho a votar, hay 108 que fueron nombrados por él; muchos de ellos provenientes de esos continentes.

El Papa latinoamericano volteó a ver a oriente y visitó en varias ocasiones Asia y África. Y es que, si bien el corazón histórico de la Iglesia Católica está en Roma, su crecimiento y futuro parece estar en otras latitudes. Por ejemplo, en Filipinas hay 100 millones de católicos, mientras que en Italia apenas llegan a 50.

El nombramiento de cardenales en países fuera de Europa, no solo responde a la convicción del Papa Francisco de incluir a los antes excluidos. Es sobre todo una respuesta a lo que ocurre con la población. Y es que resulta que es justamente en Asia y África en donde hay un mayor potencial de crecimiento de fieles católicos. En contraste, en Europa hay cada año menos personas que profesan esa religión y en América Latina las cifras están estancadas.

Más allá de la nacionalidad que tendrá el nuevo Pontífice, lo relevante es si seguirá una línea similar a la de Francisco o si tendrá un perfil más conservador.

Hay que recordar el caso de Angelo Becciu, quien luego de un escándalo financiero se convirtió en el primer cardenal en la historia en ser condenado. El Papa Francisco rompió con la tradición de encubrir los delitos de los jerarcas católicos y lo despojó de sus privilegios.

Seguir el camino de Jorge Mario Bergoglio, no solamente es propiciar el diálogo y abrazar a los marginados y discriminados, es también combatir desde el interior de la Iglesia la corrupción y la pederastia.

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